The End of the Circle

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Capitulo 25

El deseo de poder es disfrazado de mil formas, en muchos mundos -como servicio al bienestar público, o defendiendo la fe, o protegiendo el nido de los forasteros. Pero en esencia es siempre lo mismo; expuesto a la luz, sus características son inmutables: un claro anhelo por dominar y controlar.
No es de sorprenderse, entonces, que en esa noche fatal en un lugar oculto, los Tres que habían jurado obediencia a la voluntad del pueblo apilaron manos en un ritual profano. Embriagados en Protocultura, dejaron toda vergüenza de lado y se ungieron como Maestros.

El Triunvirato Escriba de Aholt, Ulla, y Tussas,
Nada Excepto Ánimo: Una historia de los Ancianos Robotech

Los Ancianos Robotech dejaron de resistir a las máquinas médicas que los mantenían sujetos. Detrás de sus máscaras para respirar, sus aullidos furiosos cesaron. Haydon estaba viniendo, y ellos comprendieron que no había ningún escape.

Como una montaña en movimiento, la figura en el enorme conducto se acercaba a ellos a través de una luz cegadora. Con ojos rasgados, los Ancianos lo veían venir. Muy en lo alto y por todos lados, los Haydonitas habían cesado de cantar su himno mental y se habían callado.

Con coronas de energía chisporroteante radiando de él y encendidos rayos estrellándose en los alrededores de las alturas de su cabeza y hombros, Haydon emergió.

Algunos de los mensajes intermitentes transmitidos por sus vasallos -que los Maestros Robotech enviaron para asolar la tierra- les habían hablado a los Ancianos de las religiones primitivas de aquel malogrado planeta. Ahora una frase menor regresó para obsesionar a Nimuul: creado a la imagen de Dios.

Pequeñas maravillas los Haydonitas estaban listos para desvanecerse con adoración y éxtasis; antes que ellos estaba Él en cuya imagen ellos habían sido formados. Los Ancianos usaron su resentimiento e irascibilidad para no ceder al hechizo hipnótico que la visión de Él lanzaba.

Haydon vestía -o tal vez simplemente había asumido la ilusión de- una capa larga, ondulante y de cuello alto como la de los Haydonitas. Por debajo de ella, los pies extendidos, y sin embargo ellos flotaban libremente sobre la superficie del planeta.

La estupenda cabeza era lisa y pelada, haciendo recordar a los Ancianos de su otrora jefe militar, Dolza, pero el cráneo de Haydon era más alargado y más finamente formado que el de aquel. Su cara era más definida que la de los Haydonitas; era un semblante que los Ancianos de algún modo reconocieron a medias pero no pudieron identificar. Mientras que los Haydonitas habían nacido sin ojos, boca, oídos, fosas nasales, la cara de Haydon daba la impresión de que ella había ostentado alguna vez esas características y que ellas se habían atrofiado por desuso.

Haydon no llevaba dzentile, sin embargo. A mitad de Su frente pulsaba una glándula u órgano diferente de cualquier cosa que los Ancianos conocían, alomado y aconchado como la parte posterior de cierto molusco, de pliegues cerrados como un capullo durmiente.

El risco de una cara ilegible de Haydon aseguraba su dominio, bebiendo en el universo físico después de su larga hibernación. Él se percató de los Ancianos -o tal vez Él lo había estado desde el principio- y la cabeza ciclópea se inclinó hacia abajo. El místico órgano en Su frente se abrió como una flor, y por un instante los Ancianos vieron dentro -una forma y textura que ellos no pudieron discernir que sin embargo los paralizó con temor.

Un rayo de brillantez chamuscante estalló desde el órgano para caer sobre los prisioneros. ¡SABANDIJAS, HABLEN!

Nimuul respondió telepáticamente: ¡Mira a tu orgullosa flota, Gran Maestro! ¡Tu grandioso diseño está en peligro!

Hubo un gemido concertado de los Haydonitas, como un viento de baja intensidad. Haydon volvió su cara en blanco hacia el cielo, y el rayo de su frente se disparó a través de las naves esféricas flotando impotentes a la deriva en el espacio sobre el mundo que Él había hecho.

Los Haydonitas y los Ancianos percibieron una comunicación veloz entre Haydon y su Conciencia, como cierta perturbación de los estratos profundos. Claramente, Haydon entendió entonces la enormidad de lo que los Karbarrianos, el Ark Angel, y los cibernautas de Louie Nichols habían hecho.

Desde el órgano en la frente de Haydon un faro negro brilló más allá, tragando toda luz en su camino. Los Haydonitas gimieron mudamente, y el planeta tembló.

Nimuul, Hepsis, y Fallagar unidos con aún más desesperación que la que ellos tuvieron al hacer contacto con la Conciencia. ¡No, apacigua tu ira! ¡Hemos venido a ofrecerte un convenio, y Protocultura!

Eso hizo vacilar a Haydon. Él se irguió otra vez, mirando al exterior hacia su obra manual. Un nimbo se levantó alrededor de él, tan refulgente que los Ancianos tuvieron que cerrar sus ojos. Cuando ellos los abrieron de nuevo, Haydon había realizado otro milagro.

Donde había estado de pie uno ahora allí estaba un trío -un triunvirato, los Ancianos Robotech registraron- hombro con hombro, mirando hacia fuera en un círculo. Era imposible decir cual, si lo había, era el original, pero estaba claro que aunque enormes, ellos eran más pequeños que El que había levitado levantándose de los intestinos de Haydon IV.

Sin decir ninguna palabra, uno volvió abajo por el conducto desde el cual Haydon había emergido, otro flotó alejándose a través del paisaje de máquinas, las alfombras Haydonitas abriéndole paso, y el tercero se volvió hacia los Ancianos. SIGAN HABLANDO.

Nimuul respondió: ¡Sabemos donde hay Protocultura, nueva Protocultura que la Regis no robó! Suficiente para dar poder a todas sus naves. Los guiaremos a ella gustosamente.

Gustosamente. Era esencial que a Haydon se le dieran los medios para dejar el espacio-tiempo.

¿Y A CAMBIO?

A cambio ustedes nos proveerán con los medios para ejercer nuestra voluntad sobre los sistemas estelares del Grupo Local y sus habitantes. Nos otorgarán su autoridad para gobernar los planetas que ustedes tocaron hace mucho tiempo.

¡HECHO! La Conciencia ya había hablado a Haydon de las naves que ella había construido y de la particular energía que debería potenciarlas.

El acuerdo se dio tan prontamente que los Ancianos estuvieron tentados a pedir más concesiones, pero ellos no se atrevieron. Era manifiesto que Haydon -o los Haydons- no querían nada del universo físico más que los medios para ir más allá de él.

Haydon levantó una mano en un gesto divino. Hubo un temblor psíquico a través del planeta cuando la Conciencia se preparaba para volver a nuevas tareas; los Haydonitas en sus alfombras sucedieron en vastos grupos para reagruparse y correr deprisa alejándose hacia todos los puntos de la brújula, empeñados en las misiones que Haydon les había dado. Primera entre ellas estaba la terminación de las inconclusas naves esferas.

Haydon se volvió hacia los Ancianos. SEÑALEN NUESTRO DESTINO.

Traicioneros como ellos lo eran, los Ancianos Robotech eran reacios a confiar en alguien. Pero frente al poderío de Haydon ellos no tuvieron otra elección, temiendo que si ellos eran no cooperativos, él extinguiría sus vidas e iría en busca de la Protocultura por su propia cuenta.

Los Ancianos unieron sus mentes para hablar, prácticamente acariciando las palabras con sus pensamientos. Optera primero -"Nueva Praxis," es llamada ahora. ¡Luego... Tirol!

QUE ASÍ SEA.

El planeta cambió bajo ellos, ya en movimiento. EN PRIMER LUGAR, DEBEMOS REUNIR A NUESTRAS NAVES ESFERAS. LUEGO SERÁ NECESARIO DESVIARSE A LASKAR.

Los Ancianos estaban confundidos al igual que sentían una cierta lasitud ganando sobre ellos. ¿Su planeta original? ¿Por qué? EL COMBUSTIBLE ES NECESARIO PARA TAL VIAJE.

Cuando ellos comprendieron la enormidad de aquello, se sintieron perdiendo el conocimiento. ¡Un truco! ¡Alto! Demandamos­

Los pensamientos de los Ancianos se debilitaron cuando la sedación de las máquinas médicas asumió el mando. Haydon se volteó alejándose de ellos desinteresadamente cuando la alfombra en la que sus tronos estaban situados los quitó rápidamente de Su presencia.

Haydon ya había dado Su orden a la Conciencia. Como un esclavo reverenciante, ella se esforzó por llevar a cabo Sus direcciones completamente.

Haydon IV reunió las naves esferas, terminadas e inconclusas por igual, teniéndolas en estado de preparación, luego reabsorbió lo que pudo de los tubos fábrica. Haydon se dio cuenta de que su hibernación no colectiva había durado más tiempo de lo que Él había previsto. Eso y la aparición de los Sentinels, más las demandas para producir la flota de naves esferas, casi habían agotado las reservas de poder del planeta artificial.

Finalmente, por supuesto, el poder podía ser devuelto plenamente por otros medios, pero no había tiempo para aquello. Mientras los Haydonitas corrían presurosos para llevar a cabo las tareas que Él les había asignado, el planeta dejó la órbita y comenzó su descenso hacia Laskar, el sol menor moribundo del sistema de Ranaath.

El lugar de la estrella en el arco del cielo crecía y crecía a la vez que Haydon IV se precipitaba hacia ella. El mundo artefacto resonó con gran estruendo más allá de la órbita del planeta interior del sistema. Al mismo tiempo un campo de energía extraño se polarizó en la existencia, rodeando la obra manual de Haydon para protegerla -y más.

Estuvo convenientemente dentro del alcance de las protuberancias solares antes de detenerse. Un rayo preliminar salió a toda velocidad de Haydon IV, sondeando el monstruoso reactor de la propia estrella. Al retroceder hizo verter un chorro gigante de puro poder.

Por varios minutos Haydon IV permaneció suspendido allí, atado a su estrella, extrayendo energía como había extraído materias primas del asteroide. Dentro, sus reservas fueron restauradas, luego aumentadas hasta el hartazgo, con todo el poder que el planeta necesitaría.

La corriente ardiente de fuego estelar se detuvo, disipándose, a la vez que Haydon IV se alejaba de Laskar nuevamente. Cuando emprendió el viaje, Haydon recibió noticias de la Conciencia de descubrimientos inquietantes.

En el borde del espacio perceptible existían aberraciones y anomalías. La estructura del continuo estaba perdiendo integridad, y regiones enteras parecían estar desapareciendo.

El tiempo se estaba acortando, y mucho. Los impulsores de Haydon IV se activaron, su curso trazado hacia Optera. Pasó a superluminal y desapareció.



Todavía Rem flotaba a la deriva; todavía los sueños nucleicos le mostraban el pasado.

Ni siquiera Haydon pudo predecir cómo las cosas se desarrollarían, mientras él dormía, en los mundos que él había tocado personalmente.

Por lo tanto, él dejó instrucciones a la Conciencia de que si alguien arribaba con el esclarecimiento, o hasta alguna porción de ello, la Conciencia lo reconocería por ciertos signos.

Y Zor había manifestado tales signos; muchos (sin embargo no todos) de los datos de la Conciencia revelados de sí. Zor mencionó los Textos de Haydon, de los cuales él había aprendido, y ellos fueron abiertos a él. Pero no traducidos para él. Él tenía que demostrar ciertas aptitudes o irse.

Los Textos de Haydon no se asemejaban a ningún libro o archivo anterior a ellos. Eran un ciclorama de imágenes pensadas y psico-notas. Pero Zor, con su mente alterada por la Flor, los halló apenas inteligibles. Si no lo hubiese hecho, la Conciencia lo habría sabido y matado en el acto.

Él se olvidó del alimento y del sueño, esforzándose por recibir el conocimiento incorpóreo hasta que pareció que su cerebro reventaría como un árbol golpeado por un rayo. Pero el detenerse era inconcebible, y él persistió, pausando sólo para ingerir otro pétalo o dos de su encogiente aprovisionamiento de la Flor o, cuando él se acordaba para, beber agua de una fuente que la Conciencia había colocado cerca de él.

De esa manera Zor llegó a conocer la historia de Haydon, el primero y el máximo de los intelectos generados en la galaxia (los Textos tenían un modo azarante de referirse a Haydon en plural un minuto y en singular en el próximo). Al examinar y dominar el universo alrededor de Él, Haydon había ganado inmortalidad y sondeado los secretos esenciales de la Creación.

Pero aun cuando Su exploración del universo pareció no tener más misterios, no más retos, Haydon todavía no había encontrado las respuestas que ÉL anhelaba, el destino para el cual, Él estaba seguro, Él había sido llamado a la existencia.

Algunas de Sus investigaciones le indicaron la existencia de un nivel del ser más allá de ésos que podían ser vistos o tocados. De un lugar fuera de Su continuo donde Haydon podría finalmente encontrar la realización, alcanzar un nivel del ser que se había convertido en una necesidad innegable.

Y Haydon halló que Él no podía alcanzar aquel otro lado. Cada acercamiento fracasaba, cada ensayo resultaba insuficiente, hasta que finalmente Haydon enfrentó el hecho de que Él no podría lograr trascendencia.

Pero eso no significaba que alguna otra forma de vida no pudiera. Y así comenzó una era de gran experimentación, viajes épicos, contemplación profunda, y megaproyectos sin precedentes. Los Garudianos fueron dotados de sus sentidos expandidos y su biosfera psico-tropical. En Spheris, a las formas de vida cristalinas se le dio una ayuda evolutiva. Una investigación en el control del pensamiento abandonó el camino recto en Peryton, llevando hacia el holocausto Moebius en el que el planeta se vio envuelto.

No menos importante, Haydon IV fue formado, y su Conciencia fue traída a la vida.

Zor prosiguió leyendo, febril con la necesidad de saber. Finalmente él llegó a la mención de Optera y el Invid. Una raza curiosa, que Haydon halló, con ciertas características prometedoras, pero aparentemente en un callejón evolutivo sin salida a menos que algo nuevo fuese agregado. Y Haydon tenía ese algo en mente, una planta curiosa que Él había encontrado.

Los organismos en el planeta de origen de la planta no parecían estar explotando el potencial de la planta, y así Haydon trasplantó la especie entera a Optera -dejando nada detrás. Zor miró fijamente por mucho tiempo la imagen del hogar original de la Flor, un lugar pequeño no extraordinario...

La introducción de la Flor de la Vida al Invid fue como la recombinación de dos mitades por mucho tiempo separadas. Casi de la noche a la mañana la existencia entera del Invid vino a girar en torno de la Flor y algo que ellos parecieron percibir en ella.

(Una mutación de laboratorio de la planta, la forma ur llamada Sekiton, fue introducida en Karbarra. Pero mientras que los ursinoides le encontraron muchos usos y demostraron una afinidad peculiar por ella, el experimento fue esencialmente un fracaso.)

Los experimentos sembrados por las estrellas que Haydon había comenzado estaban establecidos en su lugar apropiado, y Haydon comenzó a prepararse para Su largo sueño, hastiado del tedio de la inmortalidad. El evento de la transubstanciación causaría que Su mundo artificial lo despertase -más exactamente, retornase de la mera información guardada a la forma física.

El cutí de los siglos empezaba.

Zor dejó de flagelarse, parando el desfile de los registros mentales cuando una rabia hirviente lo asió. Había sido bastante malo saber que los Maestros Robotech habían pervertido sus descubrimientos y la Protocultura para propósitos perversos -que los Zentraedi habían devastado Optera.

Ahora, además, Zor entendió que su intromisión y la perversidad de los Maestros habían descarrilado un intento osado y único para llevar a la inteligencia viviente a un reino totalmente nuevo.

Zor echó hacia atrás su cabeza y rugió fuertemente dentro de los espacios reverberantes de las extensiones interiores de Haydon IV, puños levantados en lo alto, por la completa injusticia de todo ello. El derroche y el sufrimiento y la pérdida, la muerte y la devastación.

Su furia unida a su contacto con la Conciencia dio a Zor un momento de lucidez diferente de cualquier otro que él alguna vez fuese a tener. Él repentinamente tuvo una visión, un Imponente Diseño, propio. Él compensaría por lo que había sucedido.

Todo estaba frente a él: un programa de resiembra; una nueva y poderosa nave estelar incorporando todo lo que él había aprendido sobre la Protocultura con la cual ejecutaría su plan; una renovación, especialmente de Optera y su modo idílico de vida; y finalmente, un retorno de la galaxia al modo en que ella había estado antes de la aparición de los Maestros Robotech.

Y en último lugar, él pensó, retornaría la Flor al mundo en el que ella se había originado, ¿para quien pudiera decir qué papel ella todavía tenía que desempeñar allí? Sí, aún Haydon había sido corto de vista en esa instancia; la Flor merecía crecer otra vez en su lugar asignado, el pequeño y no extraordinario mundo azul y blanco llamado Tierra.

Su agotamiento, su hiperestimulación por el contacto mental con la Conciencia, su ingestión de los pétalos tal vez fue sólo una combinación de éstos. Pero el hecho era que, era la imagen de la Tierra, la invocación de ella, lo que condujo al embargo de él.

Zor exclamó, pensándose cegado, las manos sujetas a un cráneo que amenazaba con irse volando.

Él vio una columna de pura energía mental levantándose desde la Tierra, un pilar de deslumbrante fuerza de cien kilómetros de diámetro, chisporroteante y vibrante, remolineando como un torbellino, expeliendo hojas de brillantez tenue. Subía más alto y más alto en el espacio, todo en cuestión de momentos.

Zor sabía lo que el ciclón mental era, lo reconoció como la transmutación racial del Invid. El pináculo del ciclón abruptamente dio forma a un ave monumental, un ave fénix de esencia mental. El oriol de la transfiguración extendió las alas más anchas que el planeta y se remontó lejos, con destino a otro plano de existencia, con un grito tan magnífico y triste que el corazón de él fue retorcido violentamente por aquello y él fue cambiado para siempre.

Zor se estremeció, sollozó, y cayó al piso llorando, luego perdió la conciencia.



En la nave esfera, Louie Nichols reunía a los sobrevivientes de su equipo. Otro personal estaba distraído por el extraño y remolineante limbo a través del cual la nave estaba atravesando en su camino entre los dos continuos; era la oportunidad de los cibernautas para reagruparse.

Ellos instalaron un cubículo seguro de estructura prefabricada muy en lo alto en una plataforma desocupada. Louie fue asistido en una camilla robótica de diagnóstico médico que se desplegó de un cajón compacto.

Hubo algunos boqueos cuando él se quitó su túnica y ellos vieron las marcas que la ciber-quemadura había dejado en su cuerpo.

Él rechinó sus dientes. "Muy bien, no se queden boquiabiertos. Ustedes saben lo que tenemos que hacer."

Ellos lo hicieron. Los cabeza-enlazados comenzaron a desempacar máquinas y remotos, colocándolos juntos, y emparchándolos en fuentes de energía con pericia de técnicos profesionales.

La boca de Louie se sentía muy seca, y cuando él trató de lamer sus labios, él no pudo producir saliva.

Varios remotos flotaban alrededor de él. Detrás de ellos estaban los dispositivos quirúrgicos colmados de los implantes y biónicos que él necesitaba y quería recibir.

Louie tomó un profundo aliento y se recostó en la camilla.



Rem despertó. Su cabeza todavía estaba en el regazo de Minmei, pero sus lágrimas hace rato se habían secado. Su cara estaba bruñida por la humedad, sin embargo; él estaba llorando como Zor lo había hecho.

Minmei cantaba suavemente, tristemente.

Traducido por Luis N. Migliore (Córdoba, Argentina)

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