The Sentinels Libro II - Dark Powers1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25
Con la muerte de Zor, el fabuloso diseño Tiresiano
para sembrar la Flor de la Vida entre las estrellas se detuvo. En realidad
en la mayor parte de los casos se dio marcha atrás. A la Flor
no se la pudo hacer prosperar donde no lo deseaba hacer, y no pudo ser
forzada. El contraído y formado en orden de batalla imperio Tiresiano
fue forzado a desviar sus recursos a su lucha por la supervivencia. Jan Morris, Siembras Solares, Los Guardianes Galácticos
No sólo medidas tuvieron que ser tomadas para tener a la SDF-3 y a la GMU precisamente en el lugar indicado en el tiempo correcto, sino un enlace provisional de comunicaciones y de datos con la nave de los Sentinels tuvo que ser establecido. Además, grandes cantidades de humanos y Zentraedi tuvieron que ser redesplegados, misiones de ataque con armas de Protocultura tuvieron que ser implementadas, y los VTs tuvieron que ser mezclados a última hora y correctamente posicionados. Lisa, siendo transportada a la GMU con el consejo porque no había tiempo para reunirse con su nave, estaba demasiado ocupada para reflexionar sobre cómo las cosas nunca volverían a ser las mismas entre ella y Rick.
Él tuvo poco tiempo para mirar a su alrededor cuando se encerró detrás de Lron y Burak y el resto, pero por lo que pudo ver, la nave era todo menos sofisticada. El aire estaba lleno de un olor a solvente. Puntos de soldadura y vías de poder e interfaces de sistemas, aún considerando el hecho de que era alienígena, todo parecía tan provisional. Lron había gritado ordenes, atrás en la rampa, y ahora la nave tembló cuando sus motores se pusieron en marcha. Rick reprimió un torrente de duda; quizá esto no era tan bueno como estar en la cabina de un Alpha, ¡pero ello seguro sobrepasaría el vegetar abajo en el Centro de Información Táctico de la SDF-3! Sin embargo, este lanchón alienígena era una pieza extraña de maquinaria; allí había válvulas de seguridad dando salida a vapor, atados de cable enlazados sobre sus cabezas en direcciones diferentes, laberintos de sistema de conductos y conductos portacables en todas partes que él mirase, y hasta– Él resbaló al detenerse cuando Lron y el resto hicieron un agudo giro hacia la derecha en una unión de pasadizos. Rick se encontró mirando fijamente dentro de lo que parecía ser una versión Karbarriana del infierno. O al menos algo muy cercano para dejar atrás. Rick vio docenas de Karbarrianos paleando tremendas paladas de algún tipo de combustible dentro de hornos que parecían estar quemando en colores del espectro que Rick nunca antes había visto. Cualquiera que el combustible fuera, éste estaba apilado en carboneras cerca; los Karbarrianos podrían haber sido fogoneros en un acorazado del siglo diecinueve, teniendo en cuenta sus goggles y sus largos y destellantes dientes. Rick estaba de pie paralizado, respirando el hedor de cuero chamuscado. Repentinamente, la enorme garra de Lron se cerró alrededor de su brazo, y él fue sacado de un tirón hacia el puente. El viaje le mostró a él más de la misma maquinaria mal unida. Él recordó a Lron diciendo que la nave de los Sentinels había sido armada como un tipo de trofeo unido para el Regente, pero esta llevaba las cosas algo más lejos. Luego él fue empujado dentro de un ascensor estrecho lleno del olor de lubricantes de máquina y limaduras de metal. Cualquiera que el límite de ocupación fuera, el grupo lo excedía, y Rick se halló apretado contra Bela, la más alta –dos metros más o menos, él estimó– y musculosa de las dos amazonas de Praxis. El cuerpo de ella mostraba la definición de un físico-culturista; el placentero aroma de algún tipo de aceite de piel o bálsamo emanaba de ella. Mientras la mayor parte de ella claramente lucía humana, los ojos de Bela se asemejaban a los de un águila. Él estaba agudamente consciente que el escaso traje de combate ceremonial dejaba una gran parte de la piel expuesta, y gran parte de ella, junto con tachones de adorno metálicos y juegos de gemas de cuero, estaba apretada contra su uniforme. A la misión primaria de encargarse del Perseguidor se le agregó una secundaria más importante: asegurarse de que Lisa nunca averiguase sobre el paseo en el ascensor. Bela le sonrió, mostrando dientes blancos y uniformes, y profundos y atractivos hoyuelos. “Bienvenido a bordo del–” Aquí ella usó una palabra que el chip traductor de él tradujo como Farrago. “Gracias por compartir la suerte con nosotros, Almirante,” Bela agregó. “Usted es tan valiente como cualquier mujer que yo haya conocido alguna vez.” “Um. Gracias...” fue todo lo que Rick alcanzó a decir antes de que la puerta del elevador se abriera en espiral y el grupo entrase al puente. El puente era una burbuja de material transparente, unos treinta metros en su eje más largo, quince metros transversalmente, emplazado en lo alto y hacia delante en la extravagante megaestructura de la Farrago. En los pocos segundos que él tuvo para mirar a su alrededor, Rick notó los mismos contrastes de diseño que él había visto en el resto de la nave. Luego localizó la estación de comando de la Farrago. “¿Por qué no estoy sorprendido?” Rick se preguntó en voz alta, caminando hacia ella lentamente, casi de mala gana. “Magnífico, ¿no es así?” Lron gruñó sinceramente. “Es Karbarriano, por supuesto.” Por supuesto. ¿Quién más sino los voluminosos osos podían hacer girar la rueda del timón de mando de madera de la nave de tres metros de diámetro? El timón estaba hecho de madera púrpura pulida, adornado con accesorios de latón blanco. Lucía como una araña gigante tallada con piernas extras que habían sufrido rigidez cadavérica y tenían un aro enorme adherido a todos sus tobillos. “Nave insignia de los Sentinels, ¿me copia?” La voz de Lisa estaba diciendo por el comunicador. Las Praxianas y los Karbarrianos y los Garudianos y otros que habían estado manejando las consolas de comunicaciones le abrieron paso a Rick cuando él caminó hacia allí, aturdido, para responder. El micrófono se asemejaba a un anticuado cuerno de un gramófono. Una bellamente luminosa mujer Spherisiana le mostró cómo tirar de la palanca de tapa-de-lata-de-cerveza de modo que él pudiera transmitir. “Este es la Farrago, copiándola cinco por cinco, Almirante. ¿Cuándo comienza la fiesta?” Eso extrajo una risa apagada de Gnea, la ayudante más joven de Bela –quien lucía como una giganta de dieciséis años– y un ruido sordo entretenido de Lron. Lisa respondió, “Estaremos listos cuando ustedes lo estén. Despeguen, encuentren al Perseguidor a una altitud de treinta mil metros más o menos, y tráiganlo de regreso aquí en un pasaje del este magnético al oeste, altitud de novecientos metros, ¿está claro?. Hemos accedido a las viejas cintas de batalla Zentraedi; ¡mantengan una distancia de al menos tres mil metros de su atacante en todo momento! ¡Me copia, Farrago!” Rick repitió las instrucciones palabra por palabra, luego pareció que no había nada que decir. La nave Sentinel rugió y tembló, luego estuvo en el aire, partiendo apresuradamente hacia el cielo, y todavía él no pudo decidir lo que quería decirle a su esposa. “Todavía nos debemos ese vals, Lisa,” él finalmente dijo en forma abrupta. Hubo una vacilación silenciosa en el otro extremo del enlace, luego la breve pulsación de la risa de ella. “¡Tú rata! Cuida tu cola.”
Desplegado ahora para una matanza en la atmósfera, se asemejaba a una sombrilla soplada de dentro para fuera por el viento, desvestida de su tela. Eso se zambulló hacia su presa sólo para encontrar que su presa se estaba elevando para encontrarlo. No había sido una persecución fácil; el Perseguidor había sido creado para dirigirse hacia el sistema de Protocultura de un enemigo y eliminar el objetivo, pero la extraña nave que había estado cazando no se ajustaba a un perfil conocido. A veces la Farrago era un objetivo; a veces simplemente no lo era. Y así el silencioso duelo se había librado a través de años luz, el Perseguidor bloqueado una y otra vez, frustrado por las cosas con vida en la nave que él cazaba. Pero ahora el ataque final estaba cerca; pronto el Perseguidor conocería la detonación/el orgasmo/la muerte que su IA guía anhelaba. Pero ahora su presa parecía estar viniendo directamente hacia él, y eso se sentía mal. Pero entonces la nave de los Sentinels hizo un escalofriante medio rizo, y se zambulló de regreso hacia la capa más baja de la atmósfera de Tirol. El Perseguidor se zambulló detrás, ardientemente.
La atmósfera estaba dando a la Farrago un estado radical de sacudidas; los seres de la tripulación más pequeños que los Karbarrianos estaban siendo empujados en los alrededores al igual que Rick. El puente era una batahola. “¿Con qué funcionan?” Rick alcanzó a preguntar. La palabra que Lron gruñó con su bajo gutural no era una que Rick haya oído en Zentraedi antes, y él se las arregló para inquirir al pequeño aparato traductor, del tamaño de un chip, prendido a la solapa de su uniforme de media gala. “¡Turba!” Aquel tradujo. Rick golpeó ligeramente al transmisor unas cuantas veces para asegurarse de que no estuviera funcionando mal. Él estaba a punto de preguntar por otra traducción cuando las pantallas del puente se llenaron con el horror del Perseguidor zambulléndose hacia ellos. La Farrago dio media vuelta y se zambulló regresando a la superficie de Tirol. Rick estaba alimentando con información del rumbo al CIT, y tratando de no calcular sus propias probabilidades. La nave de los Sentinels se había elevado en lo alto, en la luz de Valivarre y Fantoma, pero estaba cayendo rápidamente. Una cosa buena que Rick notó era que la nave de los Sentinels, al igual que la SDF-3, tenía gravedad artificial, y por lo tanto no era probable que él se enfermase antes de que el Perseguidor lo vaporizase. Repentinamente el Perseguidor apareció de nuevo, luciendo como un calamar enorme a punto de tragar a un pez pequeño. Rick se quitó de encima, sacudiéndose, su sensación de irrealidad y golpeó con fuerza a Lron en el brazo para llamar su atención. “¿Cómo nos puede seguir la pista ahora?” Lron hizo sonidos osunos de diversión. “Nosotros instalamos un mecanismo autodireccional a base de Protocultura en el centro de la nave, ¿lo ve?” Rick lo vio; era una baliza en los esquemáticos guiados por computadora, lejos hacia un lado. “Escuche, Lron: he estado pensando un poco, y– “ Él fue interrumpido cuando un golpe especialmente pesado de la atmósfera Tiresiana casi lo dejó tendido; Lron lo había atrapado. Las Amazonas y las personas cristalinas y los Garudianos de apariencia lobuna estaban esforzándose por salir de la pila en la que ellos habían terminado. “–y si este Perseguidor suyo tiene el tipo de ojiva de combate del cual ustedes están hablando, ¡vamos a terminar fritos junto con él cuando la SDF-3 y la GMU comiencen a disparar!” Los músculos de Lron resaltaron contra su piel cuando luchaba a brazo partido con el timón de mando, mientras mantenía a Rick en su lugar con su mano libre. “¿Cree que somos estúpidos?” “No-no-no,” Rick respondió débilmente, cuando Lron giró el enorme timón de mando y la nave reanudó su acercamiento.
La muerte de la IA guía estaba cerca; conectó auxiliares, impaciente por ese momento.
Lron virtualmente entregó a Rick a Crysta. “¡Tienes razón!” De pie en el timón de mando, el ser-oso presionó el círculo titánico contra su tronco, profundizando el picado. “¡Casi es el momento de partir! ¿Bien? ¡Dígaselo a su camarada y a su gente! ¡Esa cosa estará en sus regazos en otro minuto!” Rick luchaba para hacerse oír sobre los vientos que se oponían y empujaban la nave. “¿De qué está hablando? ¡Nos está siguiendo!” Lron hizo un sonido rasgado que Rick tomó como una risa. “¡No hay tiempo para explicar! ¡Sujétese!” Rick no tuvo que hacerlo, porque Crysta lo levantó. El olor de la piel de ella era en realidad más bien placentero, más bien relajante.
Entonces él vio que el puente estaba ascendiendo.
Un módulo como un saltamontes de arte decorativo y de perfil aerodinámico se alejó formando un arco en una dirección; una cosa como un murciélago resplandeciente desplegó alas y salió en otra dirección. Diversos segmentos se dirigieron hacia cada punto de la brújula. Repentinamente, la única cosa restante donde había estado la nave de los Sentinels era un paquete transceptor centelleante acoplado a un paraván meteórico dirigido por remoto. Éste se alineó solo y luego planeó precisamente hacia abajo entre los hilos del retículo de la mira del arma principal de la SDF-3 y del monstruoso cañón de la GMU, mientras que la artillería de los VTs se acercaba rodeando.
Pero luego el fulgor murió, y la oscuridad se hizo cargo del paisaje lunar. Las cosas que vivían en el suelo y en el agua Tiresiana regresaron a su sueño, aunque ondas sonoras largas, bajas en registro, los sacudieron.
Ella le dio toques a ella con la vincha blanca como la nieve que ella vestía bajo su casco metálico de guerra. Rick observó a través de la burbuja, hacia abajo a Tirol y a la pelota expansible de gas que era el Perseguidor, y las lejanas astronaves que habían sido partes del carro de batalla de los Sentinels. “Cuando nosotros vimos a través de mensajes interceptados cómo firmemente ustedes los humanos y sus amigos Zentraedi batieron al Invid en Tirol,” ella le estaba diciendo a él, “nosotros pensamos que ustedes serían buenos aliados. Pero ahora sabemos seguramente que es bueno conocerlos, amigo.” Ella tenía la mano derecha de él en un tipo de puño apretado, pero un momento más tarde ella tenía la mano de él abierta, examinándola, mientras Rick procuraba hacer parar de girar al compartimento. “No muchos callos,” Bela observó. “¿Cómo hace para que su espada no desgarre su piel desnuda?” Rick sacudió su cabeza, pequeñas descargas de neurona haciendo a las estrellas parecer orbitar frente a sus ojos, tratando de deducir cómo responderle. Precisamente entonces, hubo un gruñido colérico de Lron, quien estaba inspeccionando la reunión de las partes separadas de la nave de los Sentinels. Por lo que Rick pudo comprender, ello tenía algo que ver con una unión maestra que estaba localizada abajo, cerca de esos insoportables hornos de turba. “La batalla terminó, así que Crysta y Lron estarán desmoralizados por algún tiempo,” Bela dijo, soltando la mano de Rick. “Ellos realmente son bastante severos, gran parte del tiempo. Como todos los Karbarrianos: morbosos, siempre preocupados por el Destino y todo eso...” Ella volvió a agarrar la mano de él durante un segundo, dándole una prolongada mirada a su palma. “No creo que usted esté expuesto a una vida muy larga o serena, dicho sea de paso, Almirante.” “No me sorprende,” él murmuró, retrayendo su mano y mirándola con cejo. Luego él miró a Bela de nuevo. “Escuche, esta nave de ustedes los Sentinels –¡es en su totalidad fantástica! ¿Cómo juntaron una alianza guerrera como esta? ¿Cómo ensamblaron semejante nave espacial?” Ellos estaban de pie otra vez y los otros enviados se habían reunido alrededor, a excepción de Lron, quien todavía estaba al timón. “No lo hicimos” Burak dijo. “Los Invid lo hicieron, encarcelándonos juntos.” Cuando Rick preguntó, “¿Pero cómo voltearían posiciones?” Todos miraron a Veidt. Un momento o dos pasaron mientras Veidt consideró la pregunta. “Pienso que sería mejor que venga con nosotros,” Veidt dijo. “Será más pertinente mostrarle...ciertas cosas...que hablar sobre ellas.”
Él habló en un micrófono que los Sentinels de algún modo habían confeccionado para él en su descuidado e improvisado estilo. El micrófono se parecía a cierto trofeo de cine azabachado, mientras que los extravagantes auriculares eran tan grandes que él tuvo, en cierta forma, que colgarlo sobre sus hombros. Todo el tiempo, él estuvo mirando a la cosa frente a él –el prisionero de los Sentinels. “Lisa, no me molestes pidiéndome que describa lo que ellos tienen aquí, por favor. Sólo consigue un par de pelotones de seguridad y envíamelos inmediatamente. E intérpretes, equipo de grabación, un par de metros de cadena de ancla, algunos sensores portátiles –¡oh, cariño, envía la juguetería entera aquí!” Él pudo oír cierta frialdad en la voz de ella. “Entendido. Manténgame informada, si puede ser tan amable, Almirante.” Una parte de él se regañó a sí mismo por
haber herido los sentimientos de ella de esa manera; pero la mayor parte
de Rick Hunter simplemente estaba mirando fijamente, espantado, a lo
que estaba agazapado en la celda. Traducido por Luis N. Migliore (Córdoba, Argentina) |
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