The Sentinels Libro II - Dark Powers1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25
Debemos proteger la semilla, Canción de las Musas Tiresianas
T. R. Edwards trataba de convencerse que a él ya no le importaba. ¿Su permanencia lejos de la mesa de primera fila esta noche no era prueba suficiente de ello? El celebrado encantamiento de Lynn-Minmei no tenía influencia sobre él, y ahora el mundo lo sabía. Oh sí, el mundo lo sabía... Él no se había propuesto tomar más de un vasito
de borbón hecho en Tirol con Adams y los otros, pero había
ido un poco más allá de eso, y mientras que él
no estaba tambaleante sobre sus pies, era tiempo de ir a casa. La planificación
de un golpe de estado requería una mente aguda y un trabajo inexorable.
A la cama, entonces. Él silenciosamente desenfundó la pistola que estaba con él día y noche, entrando sin hacer ruido. Él pudo haber llamado a seguridad, pero esta noche él estaba de humor para matar a alguien. Se introdujo paso a paso, se asomó por una esquina –y se congeló. “Continúa; siéntate rápido, antes de que se enfríe.” Minmei apagó un fósforo largo cuando las velas sobre la mesa de comedor improvisada llenaron la habitación con un resplandor candente. Ella arrojó el fósforo apagado en el hogar, luciendo tan desmañada como una adolescente. “Esta es comida casera.” Era casi un cuchicheo. “Los muchachos del club me dieron los ingredientes, pero soy un buen chef, T. R.; hace tiempo trabajé en el restaurante de mis padres.” Ella tragó y lo miró. Edwards tuvo ganas de hacer algo violento; la idea de tener sentimientos de esta magnitud hacia alguien era el anatema para él. “¿Tú realmente me amas?” Minmei le preguntó de repente. “No tengo modo de deducirlo, ¡pero por favor no me mientas! Puedes amarme–” Ella fue interrumpida por el sonido corto y agudo del aparato de comunicaciones especial en el estudio de él. Sin decir una palabra, él lo abrió por una exploración de retina, ingresó en él, y cerró la puerta, haciendo de la habitación una instalación segura e insonora. Él estuvo contento de estar sentado cuando activó la llamada. Era un enlace de los leales técnicos del Equipo Ghost manejando el equipo Invid debajo del Royal Hall. El Regente lo miró fijamente. “Usted se toma su tiempo para responder a una transmisión.” Edwards encontró su voz. “Mis disculpas. De haberlo sabido, habría tomado medidas.” No “hacerlo esperar”; él tenía que mantener cierta paridad aquí. El Regente hizo un gesto de molestia. “Hay otras medidas que no tiene que tomar; los Sentinels están destruidos, todos juntos.” Edwards sintió elevarse el color en su cara, y el asidero de sus manos cuando hizo puños triunfantes, pero no mostró otro signo cuando un grito de victoria silencioso resonó por él. “Y ahora es el momento de que usted y yo nos encontremos cara a cara,” el Regente continuó. Los ojos de Edwards se entrecerraron. “Seguramente, usted no espera que yo, yo–” “¿Venga a Optera? No; no lo haría, ¿o sí? Pero nobleza obliga, y todo eso; iré a usted, esta vez. Háganos un favor, humano, y vea el modo de recompensarme.” El Regente terminó la conexión y Edwards quedó sentado allí, su cabeza dando vueltas. Mis rivales están muertos. El presunto Jefe Supremo de la galaxia quiere cerrar un trato conmigo. Edwards instantáneamente comenzó a tratar de deducir vías para engañar, usar, y traicionar al Regente. Minmei levantó la vista cuando Edwards regresó al comedor iluminado con velas. “¿Buenas noticias, espero?” “Ninguna noticia en absoluto.” Él tenía sus manos en su casco argénteo, un poco relajadas. “Pero...¿dónde estábamos? Dijiste que por favor no te mintiera; dijiste que por favor te dijera si te puedo amar.” Él quitó la mitad de su casco de su cara, dejándola verlo allí en la tenue luz. Otrora, la cara había sido bella; pero ahora allí se levantaban cicatrices blancas en una violenta y arrugada red de líneas cruzadas, un tajo desde el perfil de su cuero cabelludo hasta el puente de su nariz y desde allí en un ángulo inverso hasta la base de su quijada. El ojo estaba cerrado y cicatrizado, con sólo un accesorio protésico mostrándose ahora. La mitad de una cara devastada que le daba una apariencia condenada. “‘¿Tú realmente me amas?’” él citó las propias palabras de ella a ella. “‘¡No tengo modo de deducirlo, pero por favor no me mientas!’” ¿Dónde terminaba el acto y comenzaba la verdad? Si ella lo rechazaba en este momento, Edwards resolvería lanzar su golpe ahora, tomándola como su primer rehén y al que nunca dejaría ir. Ella extendió su mano vacilantemente, tocando el lado devastado de su cara. Él nunca había soportado ese toque de nadie. Él regresó el toque pero de otra manera se sentó como una estatua de granito. Luego ella rodeó la mesa, se sentó en su regazo, besándolo.
El resto de los Sentinels lo rodeaba, reprimiendo sus preguntas; ellos ya habían aprendido que era la batahola cuando todos hablaban al unísono. Ellos estaban reunidos en una GMU desactivada; el requerimiento de las Praxianas de que todos los mecha estén apagados durante la reunión en el castillo había resultado en una suerte inesperada. ¡Es esto donde nuestra suerte cambia! Gnea se preguntó. La flota Invid sobre ellos repentinamente dejó más allá una miríada de “pintadas” de sensores menores, luego aceleró a superluminal.
Los VTs se elevaron para enfrentarlos, habiendo recibido la noticia de que el Regente se había marchado. Los Hovertanks de Wolff dispararon como Gladiators, o volaron con los impulsores traseros como Battloids, halando al enemigo del aire. De nuevo allí estaba todo ese entorno de guerra, tan insano –y sin embargo tan enfático que les parecía a los guerreros que era el único momento en que estaban verdaderamente vivos. “¡Skull Diez, tiene a un bogey persiguiéndolo; rompa a la derecha!” “¡Skull Seis, Skull Seis, rompiendo; quítamelo de mi trasero, Max!” Y el cañón de la GMU disparó, su primera ronda golpeando la nave comando Invid. No habría ninguna llamada de aflicción al Regente. El Invid se arrojó en la lucha con ferocidad completa. Pero ellos fueron enfrentados por jóvenes soldados terrestres quienes estaban enfurecidos por Karbarra y confundidos y heridos profundamente por Praxis: en cierto sentido, el Invid había herido a sus enemigos muy profundamente para entregarse y muy profundamente para perder. Ningún lado podía retirarse, y así la lucha continuó. Uno a uno, los VTs cayeron, a pesar de su elevada proporción de matanza. Los mecha se cazaron unos a otros a través de Praxis, los VTs agotando artillería y combustible. Ambos Rick y Max fueron forzados a aterrizar cuando sus mecha comenzaron a perder potencia; Miriya había sido forzada a expulsarse más temprano, su VT demasiado herido para permanecer en el aire. Cuando los Invid también fueron forzados a descender a tierra, los Destroids y el Wolff Pack avanzaron, con otros Sentinels en Hovercycles y montando cualquier otra cosa que pudieron poner en el aire. El Invid aún tenía la ventaja de su número, pero los Hovertanks y los legionarios de la REF estaban comparativamente frescos. En una media docena de acciones separadas y desesperadas, el Invid fue rodeado y aniquilado, pero a un costo terrible.
Los dos o tres VTs sobrevivientes habían aterrizado, agotados, ya no capaces de levantar vuelo de Praxis. Sólo un puñado de Hovertanks y Destroids había sobrevivido a la guerra sin cuartel. Cientos estaban muertos, además de los miles que habían perecido con la Farrago. La GMU era su único recurso; ellos no tenían manera de comunicarse con Tirol, o ninguna otra fuente potencial de rescate.
Él estaba sucio y cansado. Él acababa de pasar por dos días y noches desveladas de patrulla de reconocimiento, tratando de asegurarse de que no quedasen Invid y de encontrar algo, cualquier cosa, que ayudase a los Sentinels a escapar de su dilema sin salida. Y él y su escuadra habían regresado con las manos vacías. Bela estaba guiando a Halidarre, uno de los pocos mecha que quedaba en funcionamiento. “El almirante Hunter desea verte, hijo mayor” ella dijo. Él se quejó cansadamente cuando ella lo detuvo, y colocó en el hombro su Wolverine. “¿A dónde se dirigían?” él preguntó. Ella y el Robo-caballo estaban cargados con pertrechos y armas, y también lo estaba Gnea, quien se estaba apresurando para alcanzarlos. “A explorar el planeta para Hunter, y para mí. Jack, no pudieron desaparecer todas.” Bela se dio vuelta y colocó sus manos en los hombros de él, las riendas de Halidarre cayendo del asimiento de ella. Su rostro, con sus hipnóticos ojos de raptor, lo albergaron, sus líneas feroces pero asustadas. “¡No pudieron haber desaparecido todas!” Él se estiró y golpeó ligeramente el hombro de ella con su puño. “Las encontraremos, hermana. Ya lo verás.” Ella lo abrazó, besó su mejilla, y desgreñó sus cabellos. Se sintió un poco como un asalto afectuoso. Gnea lo abrazó también, y luego ambas Valkyrias se subieron al caballo alado. Halidarre se elevó y dio un relincho tan realista que Jack se preguntó si no estaba sucediendo algo un poco extraño con sus engramas. Luego Halidarre se alejó, en el cielo, y Hagane, la malthi, lo siguió zumbando como un colibrí. Los gritos de ánimo de las Praxianas fue arrastrado hacia atrás, sonando triste ahora, completamente solos en el vacío.
El Mayor Carpenter estaba preparado; con la TO&E casi destruida, él era una estrella ascendente, un mediador completo. Jack no gustaba de su estilo, pero al menos el muchacho estaba tratando de ayudar a unir las cosas. El almirante Hunter estaba comenzando a parecer bastante gris, como el mismo Jack. “Quiero que lleve un equipo y verifique una posible base Invid para mí,” Rick le dijo. “Hecho, señor,” Jack respondió. “Pero pienso que deberíamos ir a las bodegas y aplicar una antorcha de soldar a ese Tesla primero, y sacarle un poco más de información de inteligencia.” Entonces se dio cuenta que Lisa estaba a punto de informar a los reunidos. Jack inclinó la cabeza comprendiendo la señal de mano de Rick, y tomó asiento para escuchar. Otro reconocimiento, Jack pensó. Desearía tener un caballo volador. “Muy bien, no hay vuelta que darle. Estamos –estamos atascados aquí,” Lisa estaba diciendo a Vince y a los Sterling y a los principales Sentinels. Podríamos permanecer aquí por el resto de nuestras vidas, se le ocurrió a Jack. Él se halló robando otra mirada a Karen, pero ella estaba ocupada. “Pero eso es momentáneo,” Lisa continuó enérgicamente. Todos la secundaron, desde varios lugares en el espectro emocional: ira, crecientes temores, determinación estoica, o, en el caso de Burak, un tipo de desatención visionaria de la realidad. Mejor nos largamos de aquí, Jack Baker pensó. Porque no estoy tan seguro de cuánto tiempo podremos pasar todo juntos de esta manera. Lisa esbozó nuevas estrategias, nuevas posibles soluciones. Después de que el grupo se había disgregado, ella apartó a Rick. “Me temo que no soy muy buena en este tipo de shows.” “Lo hiciste bien.” Ellos dejaron la GMU, se dirigieron hacia sus habitaciones en el palacio. Al menos allí no había escasez de espacio de vida, o alimento; una Praxis evacuada proveía mucho de todo eso. A medio camino de allí, Lisa se detuvo y comenzó a golpear su puño sobre una pared de piedras. “Tenemos que poner las cosas en movimiento de nuevo, antes de que los Sentinels se separen y todos se establezcan para convertirse en granjeros, o cazadores. El Invid no nos dejará en paz por siempre; tú sabes eso.” Él colocó su brazo alrededor de su cintura y continuaron su camino. “Todos se darán cuenta de ello, Lisa, una vez que tengan la oportunidad de pensar. Créeme.” “¡Rick, ellos deben!” Ella tomó un aliento desigual. “Escucha, dime: ¿qué estabas pensando cuando estabas allí de pie con Baker, durante la instrucción? Tenías una mirada peculiar en tu cara.” Él chasqueó su lengua. “Algo frívolo, quizá, pero estaba pensando que al menos estamos juntos, y...” Ella no dejó continuar la vacilación por mucho tiempo. “¿Y qué?” “Y si uno de nosotros hubiera tenido que irse con la Farrago, preferiría que hubiese sido yo. Porque no podría haber enfrentado esto o algo más sin ti.” Las luces estaban saliendo a escena con el crepúsculo, en la
GMU y en el palacio. Traducido por Luis N. Migliore (Córdoba, Argentina) |
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