The Sentinels Libro II - Dark Powers

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Capitulo 15

Considere el cerebro consciente “Tiresoide” –Praxiano, Terrestre, Karbarriano o lo que tú tengas. Aproximadamente más de cien mil millones de neuronas. El número potencial de conexiones que estas neuronas pueden hacer entre ellas, según ciertos cálculos, excede el número total de átomos en el universo.
Uno asigna una mera maquinaria contra tal creación sólo a cierto riesgo de resultados inesperados.

Cabell, Un Pedagogo en todas Direcciones: Notas en la Campaña de los Sentinels


Gnea vio a los Hellcats, también. Rem se preguntó por qué su presencia no había sido registrada por los muchos sensores informadores del caballo alado. Tal vez las lecciones de vuelo de Gnea lo habían distraído.

Los Hellcats, sus ojos rasgados resplandeciendo como brasas, se acercaron cautelosamente. Eran una forma de mecha Inorgánico de cuatro patas, tan azabachados que brillaban con claros de luz azules, y mucho más grandes que el diente de sable que alguna vez haya vivido. Los Hellcats estaban armados con delgadas garras filosas como navajas, cuernos en los hombros y cola semejantes a espadas afiladas, y colmillos destellantes.

Rem había mantenido un arma popular, Owens Mark IX, cerca suyo en caso de problemas, pero no lo bastante cerca; la pesada y pequeña arma, y su fuente de alimentación equipada para llevarse al hombro yacían cerca del lado interior de la escotilla más allá del alcance cuando los dos Inorgánicos se movieron hacia él.

Eso sólo dejaba las pistolas que él y Gnea llevaban –y por lo que Rem había visto en Tirol, se requería más poder de detención del que las pesadas armas de fuego manuales tenían para derribar a un Hellcat. Rem retrocedió lentamente, paso a paso, los Hellcats moviéndose pesadamente tras ellos; estaban adelantándose un poquito cada segundo pero saboreando el momento, no listos aún para saltar.

Entonces él recordó la funda de la silla de montar que Bela había montado en Halidarre, con su rifle Wolverine. “Gnea, tienes–”

De algún modo, su voz disparó a las bestias Robotech, y ambos salieron furtivamente hacia delante, las colas segmentadas azotando, preparándose para saltar. Rem jaló su pistola, dudando que tuviera tiempo para disparar un solo tiro, dudando que Gnea pudiera afinar la puntería desde la silla de un caballo alado aún si ella tuviera el Wolverine.

Los Hellcats saltaron al momento que algo pasó rápidamente cerca de él y se sintió golpeado desde arriba y por detrás. O al menos, eso fue lo que él pensó. Lo siguiente que supo, él estaba siendo levantado hacia arriba, sostenido contra la silla de montar de Halidarre, por los campos elevadores del Robocaballo y las alas batientes, y por el firme asimiento de Gnea en sus arneses del torso.

El Hellcat principal casi lo atrapó, sus feroces garras resbalando por el flanco de Halidarre pero dejando algunas marcas. El caballo se ladeó, eludiendo el intento del segundo Hellcat, y ganando altitud. Un rayo chirriador de la pistola de Gnea erró a ambos felinos.

“¡Su forcejeo echó a perder mi objetivo!” ella regañó a Rem, cuando él dio patadas y se asió violentamente para apalancarse. Luego, entre el tironeo de ella y el forcejeo de él, ella lo levantó y lo colocó sobre la curva de la silla de montar, boca abajo.

Rem pensó que el poder de vuelo del caballo los salvaría de los Hellcats confinados a la superficie, pero pudo ver que estaba equivocado. Uno ya estaba saltando sobre un pequeño montículo de equipo desechado y embalajes de tablas apilados con asombrosa velocidad, dándoles persecución. Su campo visual estaba severamente limitado por el cuello, el cuerpo y las alas de Halidarre, y por Gnea; él no podía ver a dónde el segundo Hellcat se había ido.

Él advirtió a Gnea, pero ella ya lo había visto. Halidarre cambió de rumbo abruptamente. Con su fantástica rapidez y fortaleza, y en los confines del domo, el mecha Invid casi llegó a arañarlos. Halidarre casi arrojó a Rem al aire por el testuz, llenando sus alas y cortando sus campos de impulsión. Gnea sólo se mantuvo en su lugar por un asimiento determinado con sus largas y fuertes piernas.

Pero el Hellcat falló, aterrizando en un reborde inferior de la pila y dándose vuelta para subir su declive de nuevo para otro intento, errando su paso dos veces en el escombro móvil. Gnea giró al caballo alado hacia la abertura del domo, para alcanzar seguridad temporalmente.

“¡No!” Rem gritó. “¡Dejé la escotilla del transbordador abierta! ¡No podemos dejarlos entrar!” Era muy probablemente su única esperanza de escape, ahora que la nave insignia estaba trabada en combate, y probablemente la única manera de vincularse con el equipo de reconocimiento de nuevo a tiempo para sacarlos del mundo.

Para su horror, cuando él miró hacia abajo aturdidamente, vio la cola del segundo Hellcat desaparecer por la escotilla.

Rem divisó el rifle Wolverine en su funda y de algún modo se las arregló para sacarlo sin dejarlo caer. Pero para entonces Gnea se había ladeado alrededor de una montaña de maquinaria decrépita, lejos, al otro lado del domo, y él no tuvo un tiro claro. Ella escogió un lugar que parecía un establo y aterrizó, muy por encima del piso del domo.

Él se bajó de la silla de montar y Gnea saltó después. Lejos, a la distancia, ellos podían oír gruñidos y el movimiento de la basura que significaba que el primer Hellcat aún los estaba acechando.

“No hay tiempo que perder,” Rem decidió. “Tengo que ir tras el que ingresó a la nave. ¿Puede hacerse cargo de éste?”

Ella extrajo su propia arma de su pistolera y tomó también la de él de su cinturón, balanceándolas en unas manos más grandes que las de él. “Parece que debo hacerlo, ¿no? Y así lo haré, de algún modo.”

Halidarre resopló y se encabritó un poco, las alas desplegadas y batiendo un poco rápidamente, levantándola un poco en el aire. Un pensamiento repentino se le ocurrió a Rem. “Tendremos que separarnos y encargarnos de ambos Hellcats al mismo tiempo. ¿Gnea, cuán bueno es su control sobre el caballo? ¿Cuán fino es su toque?”

Ella sonrió severamente. “¡Pruébame, Tiresiano!”

Unos cuantos momentos más tarde, el mecha felino saltó entre los picos y sumideros de escombros industriales desechados y llegó por la esquina para avistar a Bela de pie, esperando, con ambas pistolas levantadas. No había signos del Tiresoide masculino, pero el sonido de saltos y resbaladas ocasionales le dijo que él se estaba dirigiendo muy probablemente cuesta abajo hacia su nave.

El Inorgánico ignoró el sonido del escape frenético de Rem; su compañero de caza se haría cargo de él. Y, más pertinente, una vez que un Hellcat centraba la puntería en una presa en particular, aquel perseguía aquella presa con la exclusión de todo lo demás.

Las limitaciones del primer modelo de Computadora Viviente en la capital de Karbarra significaba que el cerebro central podía no prestarle atención al reporte del Hellcat sobre el encuentro, lo que con el estallido de la batalla sobre el planeta y la necesidad inmediata de prepararse para la defensa, los Hellcats simplemente retornarían con los enemigos matados para mostrar lo que habían encontrado y eliminado.

La sorpresa no era un rasgo mental de gran importancia para el mecha Invid; cuando vio que la situación táctica había cambiado sólo ligeramente, aquel simplemente comenzó un ataque aún más directo, esquivando los inexpertos disparos de Gnea saltando detrás de un montículo de escombros. Luego comenzó a abrirse paso en su dirección. No había señales del mecha cuadrúpedo alado, pero el Hellcat mantuvo los ojos y los oídos y otros sensores alertas por un posible ataque aéreo.

Aquel observó desde el ocultamiento cuando Gnea se agazapó en el resguardo inadecuado de un horno de fundición, y el Hellcat comenzó a cobrar fuerzas para la embestida final, escogiendo una ruta alrededor de un montón conveniente de maquinaria rota.

El Hellcat embistió, y supo que la tendría antes de que ella pudiera hacer virar las armas de fuego, mucho menos despachar un volumen de fuego suficiente para detenerlo o dañarlo. Pero justo cuando se deslizó con saltitos rápidos alrededor de los escombros para cubrir los pocos metros finales, los escombros cobraron vida.

Pezuñas traseras fuertemente blindadas y afiladas como un escalpelo dieron una patada violenta con el poder de arietes gemelos, marcando en la mandíbula y costado del Hellcat cortes; la máquina Invid fue desequilibrada, dejando salir poder del sistema de circuitos dañado en su mandíbula destrozada y “caja torácica” triturada. Aquel se alejó tambaleándose del reborde de la montaña de basura con un alarido.

Gnea se abalanzó al borde, imaginando un llamado a Halidarre. El caballo alado se libro de la posición extendida que había adquirido, fingiendo ser parte de la mezcla ruinosa de la maquinaria de un multirobot –los escombros que el Hellcat había visto. Halidarre estaba sin alas ahora.

Gnea miró hacia abajo hacia donde el Hellcat yacía retorciéndose y parcialmente roto, pero no corrió riesgos; ella empuñó las pistolas lado a lado, vertiendo hacia abajo rayo tras rayo hasta que aquel paró de moverse, y las roturas internas enviaron llamas disparadas desde sus uniones. Dio un gran aullido final y yació inerte, humeando y derretido.

Gnea se montó en la espalda de Halidarre al instante; segura de que el segundo Hellcat estaba advertido, y Rem había ido tras él solo.


El segundo Hellcat estaba efectivamente percatado, y esperando. No tenía miedo, pero tenía astucia y un compromiso total para matar al enemigo y llevar a cabo su misión; ya que la destrucción del Hellcat prohibiría eso, tal destrucción y derrota debería ser evitada.

Ahora aquel se agazapó dentro del transbordador, haciendo sonidos bajos para sí mismo. Había explorado y grabado la naturaleza y construcción de la nave para el análisis posterior por la Computadora Viviente en Karbarra, luego comenzó a demoler el transbordador, sólo fue hecho vacilar por los sonidos de muerte de su compañero de caza.

Su primer impulso fue salir afuera y enfrentar a sus enemigos, luego decidió hacer tanto daño como pudiera en la nave –tal vez atrayéndolos a él, lo mejor para evitar la emboscada de sus enemigos. Aquel manoteó otro banco de instrumentos; pedazos destrozados y el alojamiento de la consola hecho trizas cayeron a la cubierta. El Hellcat miraba la escotilla ávido, seguro de que podía vencer o a los Tiresoides o al voluminoso mecha cuadrúpedo alado en el limitado espacio interior del transbordador, antes de que ellos pudieran hacer algún movimiento efectivo.

Pero lo que llegó zumbando a través de la escotilla no era ni los Tiresoides ni su singular máquina; era algo pequeño y rápido, lanzado hacia la cabina a gran velocidad, estropeando los cálculos salvajes del Hellcat y provocándolo para que se lance hacia la matanza antes de que lo tuviera realmente planeado.

El mecha Invid aterrizó al otro lado de la cabina principal, arrancando la silla del copiloto de su montaje. La cosa volante hizo una zambullida audaz, chasqueando rudamente en la cabeza del Hellcat, luego voló zumbando hacia la escotilla de nuevo. El furioso Hellcat se catapultó detrás de aquello, y hacia fuera de la escotilla.

Rem, arrodillado contra el casco exterior cerca de la escotilla y transpirando profusamente, vio al módulo de reconocimiento volante a control remoto que encajaba en el nicho en la espalda de Halidarre salir centelleante del transbordador. Él se dio fuerzas, sintiendo sus manos resbaladizas con transpiración sobre el rifle Wolverine.

El Hellcat salió por la escotilla como un cometa oscuro. Sus poderosos pseudo músculos recogidos y se lanzó hacia el aire, pero el módulo remoto de rápido movimiento había cambiado de rumbo con la agilidad de una libélula, y lo eludió. Cuando el Hellcat aterrizó, Rem estaba listo, jalando el gatillo del Wolverine y rociando una corriente firme de devastación de calor blanco hacia aquel.

El Hellcat reaccionó con destreza asombrosa, casi dando un salto mortal fuera de la línea de tiro. Rem no cedió e hizo girar al rayo de un lado a otro en un esfuerzo por conseguir un golpe sostenido. Él estaba consciente del grito de guerra ululante de Gnea cuando ella guió a Halidarre hacia abajo desde las colinas de basura, desatenta del peligro que corría, precipitándose para ayudar aunque ello podría significar una caída fatal...aunque ella supiera que estaba demasiado lejos.

Rem todavía tenía presionado el gatillo, a pesar de lo que sus instructores humanos le habían advertido. La explosión de una fuente de poder sobrecargada era preferible a ser desgarrado y atacado furiosamente por un Hellcat.

Entonces el Hellcat pareció tambalear, gritando, cuando él lo tuvo en la mira durante un segundo y más, regando la enfurecida ráfaga del Wolverine a través de aquel. Pero un momento más tarde, el rayo del Wolverine se detuvo, su circuito eléctrico estaba quemado. El rifle de asalto estaba tan caliente que él lo dejó caer antes que tener la carne de sus palmas chamuscadas.

El Hellcat, fatalmente herido, se tambaleó y cojeó hacia él, aún suficientemente ágil en sus momentos moribundos que Rem vio que él nunca lo podría aventajar. Un ojo estaba oscuro y muerto; el otro brillaba con odio. Aquello lo retiró de la escotilla hacia la que él habría enfilado indudablemente.

Él corrió aprisa hacia atrás y se tendió. El Inorgánico estaba a punto de tirarse sobre él cuando vaciló, sus sistemas estaban fundiéndose. En ese momento algo se abalanzó rápidamente en la vista, volando erráticamente. El módulo remoto de Halidarre apenas podía mantenerse arriba, llevando como lo hacía una carga para lo que no estaba diseñado. Como una mariposa entregando una cadena clave, hizo un tonel rápido y dejó caer la correa que se las había arreglado para capturar con sus alas, vaciando su carga en el regazo de Rem.

El Hellcat se sacudió su malestar momentáneo y miró hacia atrás a su presa. Rem activó la fuente de poder y manipuló desmañadamente el grueso cable de color amarillo verdoso que la conectaba a la pesada y despuntada arma Owens, abriendo fuego. Las Owens eran fabricadas precisamente para el tipo de aniquilación a corta distancia que había quemado el interior del Wolverine; el Hellcat arrojó un chillido terrible y pareció colapsarse.

Rem no quitó su dedo del gatillo hasta que el Hellcat pareció un escurrimiento de lava. Gnea estaba alistada; el módulo ya había regresado a su lugar en la espalda de Halidarre, y Halidarre estaba extendiendo sus alas una vez más, haciendo un sonido procesado de relincho.

Gnea le ofreció su mano para ayudar a Rem a ponerse de pie. Él apartó la Owens y su fuente de poder cansadamente y aceptó. Gnea, quien había seguido el liderazgo de Bela en mostrar hostilidad hacia Rem, ahora lo golpeó pesadamente en el hombro.

“Aún haremos una mujer de usted,” ella le dijo con vasta aprobación.

Rem se alegró por una fracción de segundo, hasta que él recordó que el segundo Hellcat había estado en el transbordador. Con un grito, él brincó más allá de ella hacia la escotilla.

La escena en el interior lo hizo desplomarse contra el marco de la escotilla. De lo que pudo discernir de los daños que el enorme mecha Hellcat había hecho, el transbordador podía despegar de nuevo, y el enlace con la nave insignia de los Sentinels aún podría trabajar. Pero el equipo de retransmisión de reconocimiento estaba en fragmentos, y la cuadrilla de exploración estaba fuera de contacto, quizá para siempre.

Traducido por Luis N. Migliore (Córdoba, Argentina)
www.robotech.org.ar

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