The Sentinels Libro II - Dark Powers1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25
¡Estoy escapando y uniéndome a los Robotechs! ¡Entonces te arrepentirás! Amenaza popular entre los niños de la Tierra durante el período de preparación de la Misión de la SDF-3.
Los Inorgánicos se elevaron como velas romanas o simplemente desaparecieron de la vista. Los Destroids apuntaron sus armas sobre el próximo objetivo y el próximo, aprovechando el elemento sorpresa al máximo, porque las probabilidades todavía estaban en su contra. Aquellos en las rampas estaban disparando, también, y marchando hacia abajo, con pasos pesados, para unirse a sus compañeros. Las armas variadas de la Farrago abrieron fuego, regando fuego como lluvia ardiente, cuidadosas de mantener su objetivo cerca de la nave donde los Invid estaban, para evitar asestar a las multitudes de Karbarrianos. Los Invid fueron hechos añicos, o agujereados por lanzas de energía candentes como la de una estrella. Estuvieron confundidos e indecisos por esos primeros pocos segundos, y en ese tiempo docenas de ellos fueron aniquilados. Lisa miraba un monitor, cuando un Crann bajo la proa de la nave insignia fue golpeado justo en el centro por una descarga de un cañón láser, como una aguja de calor blanco pasando a través de un escarabajo. El tentáculo hocico característico de los Crann, o flagelo, o lo que fuera, todavía estaba chasqueando como un látigo enfurecido cuando la cosa voló en pedazos en todas direcciones. Los Inorgánicos bípedos parecían ser la última palabra en las extrañamente perversas preferencias de diseño Invid, deformados y mal articulados para los ojos terrestres. Los brazos que colgaban bajo y los cuerpos mal formados –delgados como un palo aquí, gruesos allí– los hacía parecer como si el Invid los hubiese delineado para hacerlos tan repulsivos como fuera posible. No era que los Sentinels necesitasen ese incentivo agregado para luchar; la Farrago y todo su personal estaban ahora condenados y la única salida era la victoria. Los Inorgánicos volaban en el aire como marionetas reventadas y quemadas, o eran soplados hacia atrás dentro de los que estaban detrás de ellos, para explotar. Pero los Invid estaban devolviendo el fuego ahora, sus discos de aniquilación y rayos batiendo entre los Destroids. Con los últimos Destroids abajo en la superficie de aterrizaje, los grandes mecha terrestres estaban de pie hombro a hombro y proporcionaban un volumen estupendo de fuego, una andanada caminante que segaba fila tras fila de las tropas que habían sido formadas para la revisión de Tesla. Pero con cada enemigo derribado, otro se adelantaba para tomar su lugar, disparando desapasionadamente. Y las naves de escaramuza Enforcer volaban rápidamente ahora por los aires, para disparar sobre la nave insignia. Muchas de las baterías del casco superior tuvieron que desviarse del soporte terrestre para el fuego AA. Lisa estaba contenta de que las fuerzas especiales tomadas de Karbarra se habían llevado sus Pincers y Scouts y Shock Troopers; eso dejó muchos menos mecha voladores con los cuales contender, un punto crítico en este plan de batalla. Los Inorgánicos bípedos estaban haciendo su mejor esfuerzo para contener el avance de los Destroids, cuando las máquinas terrestres comenzaron una marcha lenta, moviendo su fuego acá y allá, aporreando al enemigo en un infierno de rayos de cañón sesgados y trazas hirvientes de misiles. Un grupo de Scrim se detuvo, y concentró su fuego. Un Spartan, ocupado vaciando su tempestad en otro objetivo, fue acribillado; aquel tambaleó y luego voló en pedazos llameantes. Todos los Karbarrianos habían huido por sus vidas, zambulléndose en el primer refugio que podían encontrar. Los Destroids sufrieron otra pérdida, un Raidar X, y una nave de escaramuza disparó a través de un punto débil en los escudos del casco superior, inhabilitando un arma provista de doble cañón montada en el módulo Garudiano de la nave. No obstante eso, los Destroids habían hecho retroceder a los Inorgánicos del área de aterrizaje. Los reportes de daños estaban llegando en abundancia, pero la nave todavía era capaz de ir al espacio. Pero, era una apuesta segura que el Invid estaba accionando más refuerzos. Lisa dio la orden a los Destroids para adelantarse y asegurar el área –atrincherarse y aguantar. Luego dio a Vince Grant el visto bueno, y la GMU comenzó a desacoplarse de la Farrago. La enorme Unidad Móvil Terrestre rodó lejos sobre sus ocho neumáticos de baja presión, neumáticos de unos treinta metros más o menos de diámetro. Una vez fuera de debajo de la nave insignia, pudo añadir sus propias baterías y misiles del casco superior a las defensas antiaéreas. Lisa no estaba muy preocupada por las naves de escaramuza; había menos de ellas de las que había habido un momento atrás, y ella estaba segura de que los Sentinels podían manejar el resto. Tampoco parecía que los Invid tuviesen algún supercañón –algo de la clase de la GMU, algo lo suficientemente grande para destruir la nave insignia con un único disparo– en Tracialle. No, esta sería una batalla de mecha terrestres, Destroids e Inorgánicos. Ella ya estaba comenzando al Este, donde un cuartel de Odeons había llegado para tratar de desalojar a algunos MACs, y ellos estaban golpeando con fuerza brazo a brazo, los edificios apresuradamente abandonados derrumbándose alrededor de ellos. Pero los barriles múltiples de los MACs, disparando ambos rayos y sólidos, estaban comenzando a producir efecto. Había solicitudes de refuerzos de otro sector, y reportes de que los Invid estaban trayendo más tropas y hasta algunos Hellcats de un tercero. Lisa hizo lo mejor que pudo para parecer calmada. ¡Max, Miriya –Rick! ¡Apresúrense!
“¡Los Karbarrianos nos han traicionado de algún modo!” él dijo. “¡Den la orden! ¡Maten a los niños; extermínenlos a todos!” Los Hovercycles y motocicletas aéreas y el resto habían verificado todas las avanzadas en las cercanías y no vieron nada; los VTs y los Hovertanks cerraron su movimiento de garra y se acercaron desde cada punto de la brújula, convergiendo en el objetivo. Los mecha descendieron con la mitad de cada unidad en forma de Battloid, lo mejor para arrasar a través del complejo, mientras que el resto los respaldó en modo Gladiador o Guardián, o volaron para cubrirlos en Veritech. Los Battloids no necesitaron ninguna herramienta especial para forzar la entrada; ellos simplemente rompieron los edificios abriéndolos y observando dentro, siendo cuidadosos porque no querían causar daño a los rehenes. Ellos corrieron de edificio en edificio, tirando puertas o palanqueando hacia arriba los techos, llamando con voces amplificadas. No tomó mucho tiempo para que el reporte fuera transmitido de regreso al pasmado Max Sterling. “Resultados negativos, señor. Ellos no están aquí. ¡Atacamos al lugar equivocado!”
“Pero –el localizador dice–” “¡Hágalo!” Lron sacudió el mamparo con su ira. “Veo fuego de Sekiton por allí, donde la antigua planta de procesamiento se encuentra. El Invid no construye infiernos como ese, y los Karbarrianos tienen pocos motivos para hacerlo, pero los Garudianos aman las señales con fogatas. ¡Hágalo, se lo aseguro!” “Vayamos ahí, Rem,” Rick dijo. “Todos ustedes, prepárense.” “Los sensores están recogiendo una gran cantidad de actividad de Protocultura en la dirección de la ciudad, Almirante,” Jack dijo a Rick. “Parece que la cuadrilla comenzó sin nosotros.” “¡Rem, apresúrate!” Rem no estaba seguro exactamente de las intenciones de Rick, pero hizo un acercamiento estridente, maniobrando el transbordador con gran destreza. En segundos, ellos estaban suspendiéndose sobre el campo, mirando una escena que los hizo quedar boquiabierto a todos. Una llamarada misteriosa había sido iniciada en un poso de procesamiento, llameando en los colores indescriptibles del Sekiton, siendo alimentada por una cadena de lo que parecían Karbarrianos. Pero los Inorgánicos bípedos se dirigían hacia allí, y aun más se estaban acercando desde la distancia junto con las formas tendinosas de Hellcats moviéndose a toda velocidad. La mayoría de los Crann, Scrims, y Odeon, sin embargo, se estaban alineando alrededor de un área marcada por lo que los Sentinels habían venido a reconocer como los pilones de una pared de energía. Pero la pared de energía ya no estaba. Aparentemente la media del enemigo estaba empeñada en no permitir al resto de sus prisioneros escapar, y no se les había dado la orden para ejecutarlos –aún. Los bípedos estaban disparando ráfagas cortas sobre la tierra, conduciendo a la vasta mayoría de los niños Karbarrianos de regreso hacia el área de las barracas. Una figura pequeña, agazapada detrás de un edificio, saltó para acertar a un Scrim con un flujo feroz de ráfagas brillantes. El Invid quedó aturdido y sus compañeros se detuvieron. Su contrafuego destrozó y consumió la esquina del edificio, pero para entonces el francotirador había retrocedido. Sólo que él ya no tenía otro lugar donde esconderse; él tenía su espalda hacia las llamas. “Ese pequeño enano cabeza dura de Kami,” Jack dijo con admiración. “Karen...” Rick la llamó. Ella estaba sentada en la estación de control de fuego principal. “Lo tengo, señor,” ella dijo con vasta compostura. Con un disparo del cañón láser del transbordador, Karen eliminó al Scrim que Kami había golpeado, y trasladó la corriente de brillante energía al próximo, bisecándolo. Cuando el transbordador voló zumbando más allá, el tercer Scrim volvió el fuego hacia él, pero la maniobra evasiva de Rem lo frustró. Kami tuvo la oportunidad para eludirlo y rodear el edificio, enfilando hacia el fortín. Él habría festejado la llegada del transbordador, pero no tenía tiempo y no podía desperdiciar el aliento. Kami no había tenido que disparar a los pilones de la pared de energía porque había descubierto una unión del sistema de poder, más allá del fortín donde había encontrado su arma Owens y la fuente de poder. El bajar la barrera era simplemente una cuestión de pugnar por bajar un interruptor de cuchilla de escala Karbarriana. Pero ahora los Inorgánicos se estaban acercando a las masas de cachorros quienes no habían huido o pudieron huir cuando Dardo y sus compañeros lo hicieron. Kami tenía que hacer algo rápidamente, o la matanza empezaría en segundos. Él se arrodilló en el refugio de la entrada del fortín, calculó sus tiempos cuidadosamente, colocó sus hombros debajo del enorme mango de porcelana del interruptor de cuchilla, y lo levantó de nuevo para cerrar el circuito. La pared de energía saltó a la existencia, una cortina roja de muerte –y allí estaban dos Odeons parados en su campo de acción. Ambos parecieron retorcerse en agonía. Un instante más tarde, se desvanecieron en brillos gemelos de descarga cegante. Kami vio que había estado a tiempo; el resto de los Inorgánicos estaba del otro lado de su propia pared, alejados de los rehenes. Aquello no podría durar más de unos cuantos segundos, pero cada segundo era infinitamente importante ahora. Él recogió su arma y se dio vuelta, corriendo de regreso al poso de fuego.
Jack miró con ceño a su tablero de comunicaciones. “Negativo, señor. Quizá si nos elevamos lo bastante alto e intentamos una de las frecuencias del casco en un rastrillaje exterior–“ “¡No hay tiempo!” Rick lo interrumpió, y tenía razón. Aún cuando él hablaba, un Hellcat saltó a la vista y cubrió el terreno entre él mismo y Kami con aterradores saltos largos. Pero Rem ya había hecho crujir al transbordador a través de un giro y estaba comenzando otra carrera. El sujeto tiene talento innato, Rick concluyó –¿de qué otro modo se explica la destreza de Rem con una nave Karbarriana? Él podría ser un aprendiz escolar, pero tenía grandes reflejos y coordinación. Rick tuvo al Hellcat en su vista aún mientras Karen estaba centrando la puntería sobre otro Inorgánico, un Odeon que había estado rodeando hacia los niños por el poso de fuego. Karen golpeó su objetivo con un rayo sostenido; aquel se mantuvo firme y devolvió el fuego con todo lo que tenía. Ellos sintieron al transbordador sacudirse de un golpe parcial y Rem comenzó a evaluar los daños, preguntándose si él podría mantener a la nave en el aire. El largo disparo de Karen cortó al Odeon en dos a la altura de la cintura y aquel se cayó a pedazos en un racimo de explosiones posteriores. Los primeros dos misiles de Rick erraron al Hellcat completamente, sus ojivas de combate expidiendo como una fuente llamas y tierra y rocas a ambos lados de aquel. Pero aunque el vuelo del transbordador se estaba volviendo más y más errático, Lron –quien se había hecho cargo de las armas de popa– colocó una corriente de rondas del autocañón en el Hellcat. Sus cuartos traseros comenzaron a arrastrarse, lisiado, y Kami estaba aumentando su avance sobre aquel. Rick pensó que era improbable que el transbordador pudiera conseguir elevarse lo bastante alto para intentar hacer contacto con los Skulls aún si aquel pudiera abandonar la batalla cuando oyó abrirse una escotilla. Él se dio vuelta y vio a Bela desaparecer en el asidero de popa. “¡Oiga! ¡Regrese aquí!” Pero ella se había ido, sin embargo la escotilla permaneció abierta. Rick no sabía lo que ella estaba tramando, pero no estaba seguro de que las amazonas realmente supieran cómo trabajaba la tecnología de avanzada. “¡Baker, asegúrese de que ella no nos haga zozobrar!” Él miró a Gnea, quien se había levantado de su posición de armas. “¡Usted manténgase en su puesto!” Él no necesitaba dos de estas Valkyrias sobredesarrolladas vagando por ahí en el medio de una pelea. Gnea parecía como si fuera a darle alguna respuesta, luego regresó para manejar la torreta en forma de pelota del casco superior por remoto. Jack abandonó la popa, agradecido que el transbordador no estaba haciendo –no pudiera hacer– alguna maniobra súbita que lo machaquase contra el casco. Cuando atravesó la escotilla él encontró a Bela acuclillada cerca de la escotilla de expulsión de emergencia. Aparentemente, ella había disparado la cápsula de escape que estaba allí y, cuando la escotilla exterior se volvió a cerrar, había logrado de algún modo meter a Halidarre allí con las piernas y las alas plegadas. Ella lo miró. “Es el único modo de conseguir enviar una señal,” ella dijo, golpeando el micrófono que Lang había instalado en su casco de batalla. “Y yo podría usar a un artillero, Jack Baker.” No había tiempo para ir a pedir permiso. ¡Iniciativa personal, Baker! Él se dijo. Pero la imagen de los Inorgánicos acercándose a los cachorros indefensos lo hizo aún más fácil de decidir. “¿Cómo se monta en una de estas cosas?” él dijo aquello cuando saltó hacia un depósito de armas, sacó un lanzacohetes de alimentación automática –alrededor de todo el peso extra que él podía manejar sin peligro, él consideró– y se tambaleó hacia ella mientras el transbordador se sacudía. “Monta detrás de mí,” ella dijo, “y sujétate con el cinturón de allí.” Él lo hizo, encontrando un cinturón de seguridad retractable incorporado en la parte trasera del fuste de la silla. Bela ya estaba asegurada con el cinturón de la silla de montar. Jack se las arregló para hacer ambas cosas, aferrarse al lanzacohetes y cerrar su casco de vuelo. Al activar su unidad de comunicaciones, él oyó a Rick Hunter despotricar. “-¿rayos están haciendo ustedes dos allí atrás? ¡Vengan aquí, ésa es una orden!” “Disculpe, Rick Hunter,” Bela dijo calmadamente. “Pero le daré sus saludos a Max Sterling. A propósito, Baker es más valiente de lo que parece.” O quizá más tonto, Jack pensó. Ella pulsó un botón en el casco interior y retiró
su mano rápidamente. La cubierta del puerto de expulsión
se desenrolló cerrándose y hubo un sentimiento parecido
a ser lanzado por un cañón. Jack vislumbró la tierra,
girando hacia él. Traducido por Luis N. Migliore (Córdoba, Argentina) |
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