The Sentinels Libro II - Dark Powers1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25
Por supuesto yo oí todas esos sarcasmos sobre ‘alienígenas,’
y par su gran crédito, mi esposa los dejó pasar, sabiendo
como era para las personas luchar una guerra. Max Sterling, de Compañeros de Escuadra: La historia de Max y Miriya Sterling por Theresa Duvall
Max encontró un momento en el cual preocuparse por Rick. Al menos Rick no esta aquí afuera tratando de volar en combate en un VT; él era un buen piloto, uno natural, y otrora él había clasificado sólo detrás de Max en pericia. Pero Rick estaba años fuera de práctica, y eso había sido obvio la última vez que él había ido a combate espacial con el Skull. Si Rick y su pandilla sólo mantuvieran sus cabezas abajo, estarían bien –tal vez mucho mejor que lo que la fuerza principal de los Sentinels iba a estar, a menos que el Skull tomase el control y se hiciese cargo del asunto. Afortunadamente, este nuevo contingente enemigo no era tan numeroso como las fuerzas especiales que los Sentinels habían manejado cuando arribaron: dos naves transportes en forma de platillos, y ninguna nave comando en absoluto. Por otra parte, los Sentinels no iban a tener ningún golpe de gracia sorpresa hoy. Aún ahora, las naves de transporte de tropas semejantes a almejas estaban abiertas completamente y naves Pincer salían a borbotones, entremezcladas con algunos Shock Troopers y hasta unos cuantos de los terribles y blindados Shock Troopers. Los Veritechs se lanzaron a interceptarlos en un duelo masivo. Era una locura, un combate remolineante donde amigos y enemigos estaban tan entremezclados que era a menudo peligroso arriesgar un disparo. Pero aquellos Invid quienes lograron pasar encontraron que la nave insignia de los Sentinels estaba arrojando una red casi impenetrable de fuego, aumentada por los tanques del Wolff y el poder de fuego de la GMU. Novas iluminaban la noche cuando los mecha hacían erupción en bolas de fuego; corrientes tremendas de energía destructiva eran regadas por aquí y por allá, y nubes de misiles volaban. La interferencia y la contra interferencia volvían a los sistemas de guía erráticos y ponían a ambos lados en casi tanto peligro de su propia artillería como de la del oponente”. Un grupo pequeño de Pincers, guiado por un mecha Oficial Blindado, llegó al casco superior de la nave de los Sentinels después de sufrir bajas considerables. Pero cuando estaban a punto de atacar la nave a corto alcance –y conseguir abordar para causar estragos si fuera posible– fueron interceptados por Wolff y una escuadra de sus Battloids. La mayor parte de la lucha estaba demasiado cerca aún para armas manuales, y el conflicto se redujo a puño de aleación de la REF contra garra Invid metálica –pies y codos y rodillas de mecha entraron en juego. Un miembro del Pack torció violentamente el brazo de un Pincer y lo arrojó lejos; los sistemas de poder del Pincer se sobrecargaron y volaron en pedazos desde adentro. La unidad Oficial Blindada enemiga y dos Pincers asieron un Battloid por detrás y lo comenzaron a despedazar. Pero los Invid eran excedidos en número, siendo golpeados o pateados o desgarrados en pedacitos. Justo entonces más Hovertanks aparecieron, en modo Gladiador: piezas de artillería bípedas, pequeñas y fornidas, del tamaño de una casa. Sus ráfagas enormemente poderosas golpearon al último de los intrusos; luego todos los tanques pasaron a Gladiador para repeler cualquier intento adicional de descender en la nave estelar. El arma principal masiva de la GMU despachó sus disparos infernales una y otra vez, pero todos los mecha enemigos se habían dispersado, las naves almeja poco importantes por el momento. Vince Grant cesó el fuego y desvió la potencia hacia las cañoneras secundarias, para conservar energía para la batalla. Un ataque suicida Invid pasó a través de la red de fuego AA de los Sentinels hacia la popa, y Vince envió máquinas de guerra Destroid a través de la cubierta exterior para unírseles a un par de Hovertanks en procura de mantener respaldo allí. Él envió a su segundo comandante con el doble chequeo con Jean para asegurarse que la bahía de enfermería estaría lista para las bajas, y obtuvo una respuesta que lo consternó. “La bahía de enfermería está preparada, señor, pero la Teniente Comandante Grant no está allí y no se ha reportado allí todavía. Su paradero es desconocido en este momento.”
De acuerdo con los reglamentos vigentes, algunas unidades especializadas fueron movilizadas y enviadas en masa, armas preparadas. Los Karbarrianos en la calle, inmovilizados por pavor y de ojos huecos por el miedo, los vieron partir. Pero los enormes ursinoides sólo pudieron quedarse de pie arraigados al lugar, y rezar.
Lron, sin embargo, no parecía tener dudas. En lo profundo de pozos de extracción abandonados, a lo largo de conexiones que habían sido hechas para desaguar cursos de agua subterráneos, y a través de sistemas de cavernas, ellos se abrían paso, los proyectores orientables traspasando la oscuridad total. Rick los había tenido moviéndose en estilo de combate al principio, cauteloso de ser atacado a pesar de las repetidas afirmaciones de Lron de que el Invid no estaba consciente de este sistema de viaje subterráneo. Pero la táctica de infantería disminuía el paso de la cuadrilla de reconocimiento considerablemente, especialmente ya que los Sentinels alienígenas no estaban familiarizados con los procedimientos de la REF. Así que al tiempo Rick decidió modificar los procedimientos, con Lron a la punta y Jack y Karen tomando turnos en la retaguardia, el resto del grupo juntos o dispersos un poco cuando las circunstancias lo requerían. El equipo se movió más rápidamente que las precauciones de zona de combate habrían dictado ordinariamente. En un punto ellos pasaron por un espacio agotado y apuntalado donde una veta de mineral había estado, un lugar no más de un metro y veinte centímetros de alto, sin embargo tenía cuarenta y cinco metros de anchura y se extendía por más de tres kilómetros. Fue un viaje agobiador, especialmente duro con Lron. Su progreso lerdo levantó un polvo fino que les ennegreció la cara en un dos por tres. Kami, con su máscara de respiración Garudiana, estaba relativamente cómodo y después de un tiempo los miembros de la REF cerraron sus cascos de vuelo. Lron improvisó una máscara de tiras de tela. En otro punto, sin embargo, el grupo se subió a dos vehículos de minería que ellos potenciaron con baterías de energía que Lron había traído. Fue una ayuda bien venida, aún con el peso de un planeta colgando sobre sus cabezas, e hicieron buen tiempo por el ferrocarril. Lron y Crysta habían explicado que el sistema de túneles aparentemente interminable se había creado a través de los años antes de la venida del Invid y de los Maestros Robotech, cuando Karbarra, un centro de industria y comercio, había tenido a sus variados rivales y enemigos. La producción de armamento en el interior del planeta fue raramente disminuida a causa de ataques desde el espacio, pero hoy en día gran parte del sistema había caído en desuso y mal estado. Más tarde, después de una breve pausa para comer y descansar, Lron los guió por un sistema de cavernas de una belleza fosforescente inexpresable, y ellos caminaron a lo largo del borde de un lago subterráneo en el cual cosas extrañas, resplandecientes, semejantes a a sombrillas y ciegas podían ser vistas nadar y flotar. El techo de la caverna se parecía a un domo en mosaico con joyas de cada color concebible. Había plantas que se parecían a las formaciones coralinas hechas de pequeñas agujas cristalinas. Durante el viaje, los exploradores mantuvieron contacto con Rem y Gnea, tomando turnos para poner en pie a los guardias del transbordador a intervalos de treinta minutos para una verificación de comunicaciones. Poco más de once horas después de que ellos habían iniciado el viaje, Rick los formó en un perímetro de seguridad tan bueno como lo podía realizar en los confines de la cueva, y separó a Lron. “Muy bien; usted dijo que habíamos alcanzado el primer punto de control hace dos horas, pero aún no lo veo por aquí. Y no me dé ni una más de esas cosas de ‘está justo adelante’, se lo estoy advirtiendo.” Cada músculo dolía, y la fatiga lo estaba poniendo nervioso y paranoico, temiendo una trampa o una terrible confusión que el enorme XT tenía miedo de admitir. Lron dijo en voz grave, “Si nos hubiésemos movido tan rápidamente como los Karbarrianos estamos acostumbrados, ya habríamos estado allí hace mucho tiempo, Almirante. Pero no importa; cien pasos más o menos –¡mis pasos!– por ese camino de allí nos llevarán al comienzo de nuestra ascensión. Si usted puede mantener mi paso por otra hora –dos a lo sumo, si vamos lentamente– dormiremos esta noche en una cueva teniendo a la vista a una de las avanzadas Invid en la Grieta de Hardargh.” “Y entre tanto, ¿se da cuenta por debajo de lo que hemos pasado? Inorgánicos; patrullas aéreas de Scouts; pandillas merodeadoras de esos Hellcats asesinos; formaciones de Enforcers en sus naves de escaramuza; Armas Terroríficas yendo y viniendo por sus rutas de vigilancia; ¡y más! Guarde su aliento en este ascenso final, pequeño humano; lo necesitará para hacer algún jadeo cuando se de cuenta cuán lejos hemos llegado.” Ahora era el turno de Rick para gruñir. Hablar no cuesta nada; ¡veremos si lo prueba! Pero él mantuvo la observación para sí, tratando de evitar más fricción. En su lugar, él se dio vuelta y silbó; luego, con señales de voz y de mano, formó su pequeño comando para moverse de nuevo. Ellos apenas habían alcanzado el comienzo de la larga ascensión cuando Rem los contactó con noticias de la nueva batalla.
Habían habido pérdidas en todos los elementos de combate Sentinels y la nave había sufrido daños. El Skull había perdido dos Betas, un Alpha, y un Logan, y varios otros VTs estaban muy dañados. El grupo de Rick se estaba manteniendo firme en una posición relativamente segura, aparentemente, pero una recogida era imposible, y parecía que el reconocimiento entero sería un fracaso. Lisa se rehusó a considerar lo que sucedería si la guarnición Invid hubiese aumentado el estado de alerta en Karbarra, lo que significaría que el transbordador estaría permanentemente anclado en su localización actual. Y tal vez el mayor golpe de todos, Jean Grant había estado ausente en su puesto en tiempo de combate. Lisa aún no tenía todos los detalles, pero ello comprometía a Crysta y al científico Invid, Tesla. Cualquier cosa que fuera, tenía al viejo Cabell a punto de rabiar. “Reporte,” Lisa dijo bruscamente. Los subordinados le reaseguraron que esas cosas se estaban viendo. Cuadrillas de control de daños ya estaban trabajando, las bajas estaban siendo atendidas por varios sanadores Sentinels y el personal médico. El Skull estaba reabasteciéndose de combustible y rearmándose en caso de otra acalorada riña, pero eso no parecía probable por el momento; aparentemente la guarnición Karbarriana había sido despojada de su astronave, o de otro modo no lo le interesaba lanzar un contra ataque todavía. No después del modo en que nosotros les hemos ensangrentado sus hocicos dos veces, ella pensó con un pequeño vislumbre de satisfacción. Lisa impartió órdenes de que la nave insignia sea mantenida en órbita, y añadió, “Estaré abajo, en enfermería.” Su primer pensamiento sobre entrar al enorme compartimento donde los laboratorios médicos de Jean Grant lindaban con el agujero dejado para el equipo y la investigación de Cabell fue, ¡Esto debe ser una violación del Acuerdo de Ginebra! Aunque los Zentraedi no habían mostrado ningún impulso en obedecer las Reglas de Guerra, y los Maestros Robotech y el Invid no eran mejores, el género humano había hecho un punto de honor en no hundirse en la crueldad innecesaria. Y eso era más claramente lo que esto parecía ser. ¿De qué otro modo puede uno explicar el que Tesla haya sido suspendiendo dentro de una cubeta de cristal enorme de fluido verdoso, sólo el extremo de su hocico asomando al aire, y todo tipo de electrodos y almohadillas sensoras conectadas a varias regiones de él, particularmente su cabeza? “Almirante, por favor no saque conclusiones,” Cabell se apresuró. “El Invid no está siendo herido, y lo que estamos averiguando aquí puede cambiar el curso de la guerra.” Veidt y Sarna, contemplando, asintieron con la cabeza. Tesla objetó ruidosamente, “¿No herido? ¡Me atormentan con sus sondeos! ¡Me despojan de mi dignidad y se toman privilegios soeces con mi persona! Buscan matarme de miedo, de modo que me puedan disecar. ¡Sálveme!” Él azotó un poco el cilindro. Jean Grant levantó su mirada de la lectura de sus instrumentos y lo reprendió, “Quédese quieto. ¿O quiere que lo entregue a los Karbarrianos? Apuesto a que ellos le podrían sacar cierta información, ¡si se los hubiera dicho usted habría estado en sus manos todo este tiempo!” La idea de aquello repentinamente hizo aquietarse a Tesla y flotar, temblando. Jean se dio vuelta hacia Lisa. “Estoy dando alcance a un tipo de detector de mentiras para Invid. Al menos pienso que lo estoy. Sobre todo puedo decir hasta ahora que él tiene altas concentraciones de substancias de Protocultura activa en varias partes de su cuerpo, especialmente en su cráneo. Y sus composiciones y firmas varían bastante profundamente. Se parece a alguna variación sobrenatural en un sistema linfático –y hormonas, glándulas endocrinas– pero raros órganos análogos alienígenas, por supuesto.” Lisa dejó de lado la lista de preguntas que ella desearía hacer a Tesla. “¿Pero por qué está haciendo esto ahora, Doctora?” Jean señaló con un ademán hacia un rincón, donde Crysta estaba desplomada contra un mamparo. “Finalmente conseguí que Crysta me dijera por qué los Karbarrianos han estado actuando tan extrañamente. Lisa, los Invid tienen a sus niños en un campo de concentración. Al primer movimiento equivocado de la población de abajo, o en el momento de que una derrota de la guarnición sea inminente, el Invid matará a cada cachorro en el planeta.” Lisa giró rápidamente hacia Crysta. “¿Por qué no nos lo había dicho antes?” Crysta estaba en realidad retorciendo sus manos tipo garras. “El Invid había sido una fuerza de ocupación, nos había hecho trabajar para ellos, pero nunca nos habían forzado a luchar por ellos, realmente nunca nos hicieron esclavos. Ellos sabían que nosotros no podíamos soportarlo.” “Pero no comprendíamos cuán verdaderamente malvados ellos eran. Habían estado preparando su plan durante mucho tiempo; en una simple tarde, se abalanzaron para llevarse a miles de nuestros jóvenes, y eso nos inmovilizó. ¡Ustedes no saben cuán preciados son nuestros cachorros para nosotros, ahora que nuestra población ha menguado tanto! “Y así estuvimos desvalidos, cuando los Hellcats y los Inorgánicos extirparon la mayoría del resto de nuestros niños –sólo unos pocos se las arreglaron para permanecer ocultos. Los míos celebraron una gran Convocación, cantando y buscando un vislumbre Unificado del Formador...” Lisa había sido informada de ello, un tipo de ceremonia religiosa que podía continuar durante días, cuando los Karbarrianos buscaban contactarse con el infinito. “¡La Visión nos dijo que no debemos desafiar al Invid, y que tampoco podíamos decir a los extranjeros de nuestro apuro! Esa parte de la Visión fue muy clara.” ¡No es de extrañarse que los Karbarrianos hubiesen estado en contra de que los Sentinels simplemente se lanzaren al ataque con ambos pies y un balance de gancho largo! Sus niños eran rehenes, y los enormes ursinoides simplemente habían dejado que la crisis los llevase consigo, con sólo un destacamento de asalto que las circunstancias cambiarían –o que ellos pudieran ser cambiados. “A eso se debe que Lron quisiera la cuadrilla de reconocimiento,” Lisa vio repentinamente. “De ese modo, ustedes no nos lo habrían dicho; lo hubiéramos visto por nosotros mismos.” Crysta asintió con la cabeza miserablemente. “Pero ahora he infringido la ley.” Jean disintió. “No, no lo ha hecho. Tengo una idea bastante justa de lo que estuvo mal –fue Vince quien me dio una pista– y yo sonsaqué el resto de usted, Crysta. Pero no se preocupe; los Sentinels no recorrieron todo este camino sólo para dejar morir a una generación de niños.” Ella regresó con Tesla. “Ahora, Pegajoso: Cabell y Veidt le harán una o dos preguntas. Si mis instrumentos dicen que usted está mintiendo, voy a enviar un par de miles de voltios por ese baño en el que usted se encuentra, ¿me entiende?” Ella giró un botón, y un generador cercano zumbó en voz alta. Tesla se sacudió un poco. “Yo –yo oigo y cumpliré.” Veidt se acercó a la cuba. “Debe haber una Computadora Viviente controlando a los Inorgánicos allí abajo –coordinándolos y animándolos. Eso sabemos. ¿Pero se parece al Gran Cerebro que fue enviado en la expedición a Tirol, o es uno de alguna clase inferior?” Tesla se sacudió por un momento, estudiando la mano de Jean Grant sobre el control. Ella lo miraba directamente. “Es uno de los primeros, uno de los más primitivos y pequeños,” Tesla dijo, “ubicado allí cuando una de las primeras guarniciones de Inorgánicos fue asignada al servicio en Karbarra.” Jean miró sus instrumentos y giró más el botón de mando, de modo que un zumbido llenó el compartimento. Tesla agitó el fluido verde alrededor de él y gritó, “¡Alto, aii! ¡Me hieren!” Jean apagó el aparato. “Parece que está diciendo la verdad.” Hacia Tesla ella añadió, “¡Oh, cállese! Eso sólo fue un sonido de baja frecuencia y uno o dos voltios.” Veidt dijo a Lisa, “Siendo así, mi esposa y yo tenemos un plan que puede servir idealmente.” Lisa estaba dando instrucciones al instante. “Reúna al esto del liderazgo para una instrucción, ASAP. Y que la gente de Inteligencia obtengan toda la información que puedan de los Karbarrianos a bordo de la nave; ahora que no hay gato encerrado, deben estar dispuestos a hablar. ¡Y que alguien ponga a la cuadrilla de reconocimiento en el cuerno y les diga lo que tenemos que enfrentar!”
“No se le pide que comprenda, soldado,” un oficial de comunicaciones le ladró. “Sólo retransmita el mensaje, palabra por palabra, exactamente como se lo di. Al instante, ¿entiende?” “Comprendo,” Rem contestó con malhumor. “Base de relevo terrestre, fuera.” Él terminó la transmisión, refunfuñando para sus adentros sobre el tono arbitrario que estos sujetos militares humanos empleaban entre ellos y con todos a su alrededor. Como pupilo de Cabell y compañero y a veces su protector, él no estaba acostumbrado a ser tratado como un intelecto inferior o una pieza insignificante. Él se estaba conectando a la frecuencia de la cuadrilla de reconocimiento cuando se dio cuenta que sintió un ligero movimiento del aire, y se le vino a la mente que Gnea no había hablado o hecho un sonido en algunos minutos. La escotilla dl transbordador estaba abierta. Estén callados, había sido la orden del Almirante Hunter, ¡y no vaguen por los alrededores! El confinamiento y la inactividad habían irritado el espíritu libre de la amazona más de lo que lo había hecho en Rem, quien había sido forzado a resistir hasta el fin la mayor parte del terrible asalto Invid en Tirol en un bunker. Él se dirigió hacia la escotilla y miró curiosamente en los alrededores, luego dejo salir un alarido. Sobre su cabeza, Gnea guiaba a Hiladarre a través de lentas inclinaciones y giros, acostumbrándose a guiarla. “¿No es ella hermosa?” Gnea gritó hacia abajo, visiblemente encantada consigo misma. “¡Baje!” Rem gritó. “¡Usted conoce nuestras ordenes! ¡Debemos estar ocultos, y no atraer la atención!” Ella aspiró por la nariz, “¡Simples hombres no dan ordenes a las guerreras de Praxis! Además, estoy cansada de estar sentada en esa maloliente nave. ¿Y quién nos verá, tan lejos de cualquier poblado o avanzada? Vuelva adentro, si tiene miedo.” Rem tuvo ánimos de cerrar la escotilla y dejarla afuera, también. Y estaba la necesidad urgente de retransmitir el terrible y confuso mensaje sobre los niños Karbarrianos. Pero él sabía que Hunter tenía experiencia en la guerra, y esa cautela extrema era siempre aconsejable cuando uno estaba tratando con el Invid. Él dio unos cuantos pasos hacia delante hacia el claro, levantando su cuello para mirarla. “Si ha terminado con sus pequeños juegos, puede actuar como un soldado, y–” Él fue detenido por el gruñido de una voz procesada,
un grito de caza felino como pronunciado por una máquina aterrorizante.
Un Hellcat había llegado por la proa del transbordador, moviéndose
para sacarlo de la escotilla. Un segundo apareció en la popa,
y dejo salir un grito de pura ira felina. Traducido por Luis N. Migliore (Córdoba, Argentina) |
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