La Nueva Generacion - Symphony of Light

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 epílogo

Capitulo 15

¡Capitán, hay algo mal con los motores! ¡No responden!

Observación atribuida a alguien en la sección de ingeniería de la SDF-3


Al otro lado de la luna, las naves de guerra de la flota principal se desmaterializan del hiperespacio –destructores bruñidos y semejantes a cisnes con largos cuellos ahusados y alas en flecha. Eran enormes cruceros de guerra en forma de palos de guerra de la edad de piedra con barrigas carmesíes; tripropulsores de planos de deriva dorsales y transportes de Veritechs semejantes a racimos de calderas anticuadas; y por supuesto los escuadrones de mechas de asalto de la nueva generación, los así llamados Guerreros Sombra.

En el puente de la nave insignia, el General Reinhardt esperaba la noticia de la llegada del Almirante Hunter, mientras el resto de la flota se formaba tras su liderazgo. Llenando los puertos de observación frontales estaba la Tierra que ellos habían venido a reclamar. Reinhardt observó al mundo como alguien lo haría con una gema preciosa colocada contra terciopelo negro. Casi dieciséis años, él pensó para sí. ¿Es este un sueño?

Él sacudió su cabeza, como para aclarar pensamientos del pasado de su mente, y volvió su atención a los monitores sobre la silla de comando. Aquí estaban desplegadas vistas del espacio local, del satélite plateado de la Tierra, y el destello de mil cascos tocados por la luz solar. Pero aún no había señal del Almirante. Reinhardt golpeó con estrépito su delgada mano contra el botón comunicador de la silla. “¿Nada aún?”

“Ninguna señal,” el oficial de navegación espacial respondió.

“Esa maldiga nave aojada,” Reinhardt murmuró para sí. “Le dije a Hunter que algo como esto sucedería...”

El controlador de puente le envió una mirada a través del puente. “Recomiendo que iniciemos secuencia de ataque, señor. No podemos permitirnos esperar mucho más por la SDF-3. Todos los vectores de acercamiento han sido delineados y fijados, y las condiciones ahora indican estado óptimo.”

Reinhardt pasó su mano a través de su cara. “Muy bien,” él dijo después de un momento. “Impartan los códigos.”

El controlador giró hacia su consola y tipeó una serie de comandos, hablando en los micrófonos mientras sus dedos volaban a través del teclado.

“Todas las unidades deben proceder a reunirse en las coordenadas Tomás-Victor-Delta. El grupo de ataque tres se quedará y esperará instrucciones del comando de la SDF-3. El grupo de ataque dos continuará hacia el objetivo Punto Reflex, activando dispositivo de cubierta en T menos cinco minutos y contando... Buena suerte, a todos, y que Dios esté con nosotros para variar...”


Unidades de fuerza terrestres y sus acompañantes grupos de asalto de VTs ya habían aterrizado. Scott y el equipo habían estado a mano para darles la bienvenida, y en la excitación resultante todos se olvidaron de Marlene por unos momentos. Ella no había sido vista desde el amanecer, cuando la dolorosa comprensión de su identidad había llevado a su huida.

Sue Graham estaba muerta.

Los Invid no se habían mostrado tampoco, lo cual en sí mismo era una señal positiva. Scott aún no sabía qué pensar de los pilotos Humanos o humanoides que ellos aparentemente estaban usando. Él deseaba desesperadamente creer que Marlene era de hecho la prisionera amnésica que él había llegado a amar –que esa sangre verde era algo que el Invid le había hecho– y que ellos se reunirían cuando todo esto estuviese terminado de una vez por todas. Pero había demasiadas razones para pensar de otra manera, y por primera vez en un año él se encontró recordando las teorías del Dr. Lang relacionadas a la Invid Regis y su habilidad para transmutar la materia genética de sus niños en cualquiera forma que escogiese. Éstos eran pensamientos efímeros, sin embargo, acotados mientras las preparaciones estaban en marcha para una invasión a escala completa de la colmena central.

Los irregulares habían sido anexados a las fuerzas terrestres al mando del Capitán Harrington, un joven hombre de cabellera oscura y bien afeitado quien agradeció a Scott por la información de reconocimiento que él había recogido y rápidamente rompió filas. Todos ellos estaban en un grupo ahora, encima de una elevación densamente arbolada que dominaba el centro mismo y la colmena más grande de Punto Reflex, un hemisferio enorme de lo que parecía lava resplandeciente rodeado por cinco altísimos postes sensores y un verdadero bosque de árboles de Optera –aquellos curiosos tallos y esferas de nueve metros de altura que eran la fase final de la Flor de la Vida. No había ninguna actividad Invid, actividad visible, excepto por destellos casuales de relámpagos iracundos, los que en sus breves exhibiciones sugerían un escudo de barrera en forma de domo que abarcaba la propia colmena.

“Finalmente... lo logramos,” Scott estaba diciendo. Él estaba en armadura de batalla de Cyclone, al igual que Lancer, Rook, Rand, Lunk, y la mayor parte de las tropas de Harrington. Veritechs habían tomado posiciones en el bosque todo alrededor de la colmena, y las pendientes cubiertas de hierbas en la retaguardia estaban cubiertas con escuadras de Cycloneros.

“No quiero desilusionarlo,” dijo Harrington, “pero aún tenemos una barrera de energía de Protoplex y un par de miles de Shock Troopers Invid que atravesar.”

Scott tenía guardada una réplica defensiva para el capitán pero lo dejó pasar. ¿Cómo podía hacérselo entender al hombre lo que Punto Reflex significaba para el equipo de Scott? Ciertamente, la Fuerza Expedicionaria había recorrido un buen trecho para esta confrontación decisiva, pero Scott consideraba a la distancia del viaje por tierra hasta este momento como incalculable.

“Quiero asegurarme que la fuerza principal Alpha permanezca fuera de esto hasta que logremos abrir un agujero en la barrera,” Harrington estaba aconsejando a sus subordinados. “No queremos repetir la equivocación de ayer y agitarlos demasiado. Les dejaremos creer que no somos de importancia.” Harrington giró hacia Scott. “Teniente, cuento con que usted estará listo con sus pilotos tan pronto como reciba mi orden, ¿entendido?”

“¡Señor!” dijo Scott. Lancer y Lunk se le unieron en un saludo.

“¡Estoy tan excitada que podría gritar!” Annie se entusiasmó sin tomar parte.

“Será imponente,” Rand dijo a su lado.

Scott arrojó a Rand, Rook, y Annie una mirada severa. “Olvídenlo, ustedes no vendrán. Esto es estrictamente una operación militar.”

“Son afortunados de estar fuera de esto,” Lancer añadió al instante y casi alegremente, esperando mitigar el pronunciamiento de Scott un poco.

Rook pasó de tristeza a cólera en un instante. “Bueno, seguro que nosotros no queremos interferir ahora que los chicos grandes han llegado, ¿o sí? Quiero decir, toda esa acción que hemos visto juntos –eso sólo fue combate de entretenimiento, ¿correcto?”

Rand, también, estaba hirviendo pero estaba determinado a no mostrarlo. “Personalmente, no tengo ninguna prisa en lograr que me maten, Teniente, así que está bien para mí.”

Annie miró a sus dos amigos, luego a Scott, Lancer, y Lunk. “Pero no es justo que nos separemos de esta manera sólo porque ustedes muchachos eran soldados. ¡Aún somos un equipo –una familia! ¡No pueden decirnos que sólo nos separemos!”

Rook trató de calmar a Annie mientras lloraba. “Supongo que esto es el adiós, entonces.” Ella había guardado todo sus comentarios deshonrosos. “Buena suerte, Scott.”

Harrington dio órdenes de que comenzara el ataque antes de que Scott pudiera responderle. Veritechs configurados en modo Guardián despegaron del bosque para dirigir fuego preliminar contra la colmena, llenando el aire con truenos y derribando multitudes de los árboles de Optera. Y mientras explosiones ardientes hacían erupción alrededor de la colmena, despertados Shock Troopers Invid emergían del suelo para trabar combate con las fuerzas de la Tierra uno a uno. Scott corrió a su Guerrero, pero Lancer se detuvo para despedirse de sus amigos, al mismo tiempo que Veritechs pasaban rugiendo sobre sus cabezas.

“No puedo decir que siempre ha sido divertido, pero ciertamente ha sido extraordinario,” Lancer gritó sobre el tumulto. “Ustedes tres cuídense, ¿está bien?”

“Tú ten cuidado,” dijo Rand. “Recuerda, espero ver a Yellow Dancer actuar de nuevo.”

Lancer sonrió evasivamente. “No te preocupes, lo harás.”

“¿Lo prometes?” Rook preguntó.

Lancer se inclinó hacia delante para besarla ligeramente en la mejilla. “Hasta que nos volvamos a ver.”

Fue un poco demasiado dulce y paternal para su gusto, pero Rook no dijo nada. Lancer se comportó igual hacia Annie.

“Ahora, no te vayas a casar a mis espaldas.”

“No lo haré,” Annie dijo llorosamente.

Lunk se detuvo en el APC para decirles adiós cuando Lancer se dirigía hacia su Alpha. “Soy un soldado de nuevo,” él voceó, señalando con un ademán a su inmaculada armadura de batalla. “¡Los veré luego muchachos!”

Rand observó a su amigo alejarse. “¿Un soldado de nuevo? ¿Qué rayos piensan todos que hemos estado haciendo este último año?” Él miró con ceño a Rook. “Todos ellos corren hacia la batalla, ¿correcto? ¿Así que por qué siento que somos los únicos sin invitaciones a la fiesta?”

A una corta distancia, Scott deseó buena suerte a Lunk y envió un saludo hacia atrás a sus ex compañeros de equipo.

“¡Rayos!” Rand maldijo. “Debí haber imaginado que él se despediría de esa manera. Un soldadito, por completo.”

“¿Qué más querías?” Rook le preguntó, respondiendo el saludo de Scott y sonriendo.

Rand lo consideró por un momento, luego llevó el borde de su mano a su frente sagazmente.

Scott se volvió hacia su consola y pantallas, bajando la cubierta corrediza y activando los propulsores posteriores del VT.

Adiós, mis amigos, él dijo para sí. Pase lo que pase ahora, al menos sabré que ustedes tres saldrán de esto con vida.


Veritechs y Shock Troopers Invid estaban chocando por todo el campo ahora. Cientos de Naves Pincer se habían unido a la pelea y estaban zumbando alrededor de la colmena en racimos de cuatro y cinco. Sólo unos cuantos Cycloneros habían reconfigurado sus mechas a modo Armadura de Combate; la mayor parte de ellos estaba montando contra el hemisferio en un tipo de ataque de caballería, vertiendo todo su fuego contra el escudo barrera centelleante de la colmena.

Estallidos de luz cegadora destellaban estroboscópicamente a través de un cielo esparcido con naves y rayado por rondas trazadoras y guiones de fuego láser. Rand observaba desde el borde del bosque mientras Veritechs bajaban en picada en carreras de refuerzo y ascensos propulsados en la luz solar. Los sonidos de la batalla retumbaban por las colinas circundantes y sacudían el suelo debajo de sus pies. Él podía ver que el batallón se estaba encontrando con resistencia pesada, a pesar de lo que el Capitán Harrington había dicho sobre actuar reprimidamente. Los Invid sabían exactamente lo que estaba en juego, y no iban a caer en la trampa.

No lo puedo hacer, él pensó. ¡No puedo quedarme parado aquí y verlos irse!

Sin decir una palabra a Rook o a Annie, él se puso su casco y se dirigió hacia su Cyclone. Ellas lo llamaron.

“No me voy a quedar sentado después de llegar hasta aquí,” él les dijo. “Imagino que ha llegado el momento de una pequeña insubordinación bien intencionada.”

Rook intentó detenerlo de nuevo, de persuadirlo, pero sus palabras carecían de convicción –ni siquiera ella creía lo que estaba diciendo. “¡Ese idiota logrará que lo maten sin alguien que lo cuide!”

Annie vio lo que se venía pero no se molestó en tratar de detenerla aparte de vocear un indiferente, “¡Espérenme!” –y eso fue sólo porque ella no quería ser dejada atrás. Ella empezó a perseguirlos, dejando el bosque y arriesgando una loca carrera indefensa a través del campo de batalla, pero fue a Lunk a quien ella finalmente alcanzó.

Él había estado montando escolta a varias escuadras de Cyclones, añadiendo sus propios misiles al fuego de láseres de los Cycloneros, cuando una nave comando Invid que él había ultimado con buscadores de calor casi se le cayó encima, poniendo al APC fuera de control. Repentinamente él fue echado al asiento de la escopeta, y el vehículo estaba deslizándose a un alto en lo más denso de la lucha. Y lo siguiente que supo fue que Annie estaba en el asiento del conductor, prácticamente parada de pie para alcanzar los pedales y gritando: “¡Te mostraré cómo manejar esta cosa!”

“¿Qué diablos estás haciendo aquí?” él exigió, agradecido y preocupado al mismo tiempo.

Annie aceleró, sujetándolo al asiento.

“¡¿Qué parece que estoy haciendo?!”

“Vamos, Menta, dame el volante”

“¡Olvídalo!” ella le gritó en la cara cuando él se estiró para alcanzarlo. “¡No me dejarán atrás nunca más, Lunk!”

Lunk retrocedió y la miró. Ella era un soldado, él tuvo que admitir, una prueba regular.


En lo profundo de la colmena, la esfera de instrumental resplandecía con imágenes de la batalla –un ataque de Cyclones, un encuentro aéreo, muerte y devastación. Una llama viva de energía blanca ahora, la Regis contempló el espectáculo y comprendió.

“Las personas de la Tierra se han levantado en grandes números contra nosotros,” ella se dirigió a sus tropas, en posición en otra parte en la colmena. “Y ahora osan atacar nuestro centro mismo, para amenazar todo lo que nos hemos esforzado por lograr. Pero esta vez le pondremos fin. Corg, te convoco a defender la colmena. ¡Destrúyelos, como lo harían con nosotros, por la gloria de nuestra raza!”

“Será mi placer y mi privilegio,” Corg le respondió desde la cabina de su nave comando. Detrás de él, su escuadra élite de guerreros se alistaba mientras la colmena empezaba a abrirse, la materia subatómica del escudo de barrera llegando en abundancia para llenar las cámaras de los zánganos con un resplandor blanco.

Pero Corg repentinamente se percató de la silueta de una figura de tamaño Humano dibujada contra esa luz cegadora. “¡No, espera! ¡No debes hacerlo!” ella gritó.

Ariel, en su disfraz y vestimenta Humana, estaba debajo de él, buscando una vista de él en la cabina. “Así que, has regresado... ¿Qué quieres?”

“Quiero hablar con la Regis. ¡Déjame pasar –esta locura debe ser detenida!”

“¡¿Locura?!” él voceó, haciendo caminar su nave hacia delante amenazadoramente. “¿Qué dices?

Ariel gesticuló hacia el mundo exterior. “¡Ellos sólo están luchando para recobrar la tierra que es legítimamente suya... la tierra que hemos tomado!”

“Has vivido entre ellos demasiado tiempo, Ariel,” Corg le dijo. “¿O debería llamarte Marlene?... ¡Ahora apártate!”

Corg hizo saltar su nave por sobre la cabeza de ella, casi decapitándola, pero ella se había agachado en el último instante y estaba a gatas ahora, llorando, la nave púrpura y rosa de Sera alzándose sobre ella.

“Sera, debes escucharme,” Marlene suplicó, poniéndose de pie. “¿Acaso hemos olvidado nuestro pasado? Tú misma abriste mi mente a estas cosas. ¿Hemos olvidado que nuestro propio planeta nos fue robado? ¿Qué nos da el derecho de infligir el mismo mal a estas personas?”

Una risa sardónica se emitió por los altavoces exteriores de la nave. “Así que repentinamente nuestra Ariel recuerda,” dijo despectivamente Sera. “Y tú quieres que nos rindamos... Bien, hemos viajado muy lejos para interesarnos en las necesidades de esta barbárica forma de vida. Pronto este será nuestro mundo, y sólo nuestro mundo.”

“Hemos viajado lejos, y sin embargo no hemos aprendido nada.”

Sera empleó los sistemas de poder de su nave y saltó hacia la luz, el rugir de los propulsores ahogando las súplicas angustiados de Marlene.


Afuera, la barrera había sido quebrantada por torpedos de antimateria lanzados contra ella por dos Veritechs y por ráfagas subsecuentes de los cañones desestabilizadores del batallón. Cycloneros y Battloids estaban ahora penetrando por la brecha y combatiendo a Naves Pincer en el terreno más próximos a la pared de la colmena.

La efusión de energía de Protocultura liberada del escudo estaba produciendo un tipo de magia estacional a través del paisaje, reconfigurando no sólo el patrón del clima local sino los procesos de vida de la propia flora. Rand y Rook, montando a la cabeza de un contingente de Cycloneros, pasaron de invierno a primavera en cuestión de segundos. Racimos de esporas y polen del tamaño de copos de nieve gigantescos flotaban por el aire recientemente calentado; hierba joven se estaba extendiendo como una marea verde a través del valle, y árboles y flores florecían en colores vibrantes.

“¡Esto seguro no estaba en el pronóstico!” Rand comentó por la red.

“¡Mira todas estas flores silvestres! Amapolas, caléndulas–”

“Sí, pero no me gusta la apariencia de esa gran neguilla de allí adelante.”

Rook vio una nave Enforcer saliendo a la superficie delante de ellos, las puntas de sus cañones ya radiantes de las cargas de cebadura. “Despliéguense,” Rand ordenó al resto del grupo de Cyclones cuando descargas de energía fueron arrojadas hacia ellos. Los dos luchadores de la libertad lanzaron su Cyclones y cambiaron arriba a modo Armadura de Combate.

“¡Atrae su fuego!” dijo Rook, propulsándose hacia arriba y lejos hacia la izquierda.

Rand permaneció a nivel del suelo, mofando al diablo amoratado con disparos de truco, mientras Rook llegaba por detrás para dejar derribar la cosa. Pero un segundo Invid repentinamente apareció de ninguna parte y le dio un golpe repentino en el aire con un giro de cañón que destrozó un lado del aparejo mochila de la armadura, cizallando uno de los neumáticos del mecha. Ella entró en una caída descontrolada con su espalda hacia la nave más grande, pero Rand se abalanzó rápidamente para colocarse entre ambos.

“Está bien, te tengo cubierta.”

“¡Déjamelo a mí!” ella le dijo, la voz llena de ira, mientras Rand liberaba una serie de disparos fútiles.

“¡Si te lo hubiese dejado, serías una pila de chatarra humeante ahora, y estoy demasiado encariñado contigo para dejar que eso suceda!”

“¡¿Tú estás qué?!”

Rand arriesgó una mirada por sobre su hombro hacia ella. “Ya me oíste –¡estoy enamorado de ti, maldita sea!”

Era un pésimo momento para estar confesando sus sentimientos, ella pensó, pero estaba resultando ser uno de esos días. “Yo –yo no sé qué decir...”

Rand giró hacia atrás hacia su contrario y vio que los cañones de la nave Invid estaban a punto de disparar. “¡No digas nada,” él dijo a gritos apresuradamente, “sólo muééévete!”

Los cañones se movieron de un lado a otro y siguieron a los Cycloneros arriba, pero el objetivo del piloto se había ido, y Rand logró moverse majestuosamente y acertó a la nave por detrás.

“Buen tiro, vaquero,” Rook dijo, viniendo a su lado más tarde. “Apuesto que tratas de impresionar a todas las niñas de esa manera.”

Había una dulzura en su voz que él nunca había oído antes y una sonrisa detrás del visor de su casco que achispó su corazón. “No, sólo a las que pueden dispara mejor que yo,” él rió.

Ambos estaban a unos quince metros sobre el terreno, casi pausados en vuelo, como si la batalla hubiese terminado. Entonces, sin advertencia, allí arriba había algo con ellos: un tipo de llama altísima de energía blanca en forma de diamante dentro de la cual, desnuda y trascendental, había una mujer Humana con cabello largo, rojo y ondeante...

La visión, si eso en realidad era lo que era, también se le apareció a Lunk y a Annie, quienes estaban abajo en otra parte de la arena.

“¡¿Qué diablos es esa cosa?!” Lunk dijo, de regreso detrás del volante del APC ahora.

Así la llama parecía campanear a través del cielo, como si llamándolos. Annie se juró que estaba viendo a Marlene allí arriba pero desechó el pensamiento como una ilusión. La llama, sin embargo, parecía estar haciéndole señas.

“¿No tienes la sensación de que quiere que la sigamos?”

“Esa parece ser la idea,” dijo Lunk, poniendo el vehículo en velocidad. “Y he aprendido a nunca decir no a una alucinación.”


Al mismo tiempo, casi directamente sobre la colmena, donde la lucha había sido rápida y furiosa, Scott y Lancer estaban reconfigurando sus Guerreros a modo Battloid con la esperanza que algunos de los pilotos de la Fuerza Expedicionaria siguieran su guía. Las unidades de combate aéreo habían estado soportando fuertes pérdidas, y Scott razonó que los muchachos habían estado piloteando demasiado tiempo en escenarios de gravedad cero. Él recordó el miedo que él había sentido cuando Lunk lo sorprendió por primera vez con el Alpha –y en aquel entonces él sólo estaba yendo contra dos o tres naves Trooper, ni con mucho los enjambres de aeronaves Invid que había en los cielos hoy.

Reconfigurados, los dos compañeros de equipo demostraron lo que un año de lucha de guerrillas les había enseñado, ellos bajaron cerca de la colmena, los rifle/cañones llameando, y fulminaron naves Invid una tras otra –aun los más recientes ingresos al aprovisionamiento de los alienígenas: las naves Retaliator semejantes a un Battloid, versiones de mayor escala que las máquinas de calle Enforcers Urbanos Invid. Lancer llegó tan lejos como a batear a un par de ellos con el rifle/cañón, mostrando cómo hacer trabajar a la gravedad para la ventaja de uno.

Entonces repentinamente había un tipo de llama escurriéndose rápidamente al lado de ellos, inclinada en su lateral e incandescente.

Lancer dijo: “Creo que es algún tipo de nube de vapor. Pero no puedo conseguir una posición decente de ella. Ve si puedes acercarte a ella.”

Scott ladeó su Guerrero hacia la aparición y apuntó sus escáneres en ella. Pero fueron sus ojos los que le dieron la respuesta: Dentro de la nube llama una figura desnuda nadaba, más grande que la vida y reconocible.

¡No, no puede ser! Scott pensó.

De repente la voz de Lancer perforó la cacofonía de sonidos que venían por la red táctica.

“¡Me dieron, Scott! ¡Le dieron a los estabilizadores giroscópicos! ¡No puedo conseguir darme vuelta! No puedo subir la cubierta de la cabina, tampoco. ¡Estoy fuera de combate–, camarada!... ¡Un recuerdo!”

 

Traducido por Luis N. Migliore (Córdoba, Argentina)
www.robotech.org.ar

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 epílogo

VOLVER A LA PAGINA PRINCIPAL | VOLVER AL INDICE DE NOVELAS