La Nueva Generacion - Symphony of Light1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 epílogo
¿Por qué el cambio repentino de Lancer a Scott? muchos han preguntado. Pero la respuesta es inmediatamente evidente una vez que recordamos la programación original de Ariel/Marlene como Simulagente. Entonces parece totalmente natural para ella seleccionar al líder, y, por decirlo así, la línea de defensa más débil del equipo. Bloom Nesterfig, La Organización Social del Invid
“¡Maldita Khyron!” Rand maldijo, pegando a la máquina con sus manos. Al lado de él, Rook hizo un sonido de aburrimiento en su propia máquina y se marchó a uno de los asientos plásticos de la galería. “¿No me digas que vas a renunciar ahora?” él preguntó sobre su hombro. “Es demasiado aburrido.” Ella bostezó. “Bueno, ¿cómo esperas mejorar en algo si te das por vencida constantemente?” Él aún estaba enojado con ella por el codazo que ella le había dado más temprano mientras estaban lavando sus ropas en la lavandería pública. Annie se había ido a vagar, y Rand había divisado a Scott y a Marlene paseándose del brazo. Él se estaba levantando de un salto para dar al Intrépido Líder una tanda de aplausos cuando el tiro apremiante había sido liberado sin aviso. Por supuesto, ese no era realmente el caso –que Rook tenía el hábito de darse por vencida– pero eso no venía al caso. En todo caso, ella ignoró su comentario, así que él regresó a la máquina, encolerizándose por la falta de rapidez después de que otra pelota se precipitase a la base. “Inútil pedazo de–” “Este lugar me hace sentir tan... sola,” Rook interrumpió. Perfecto, Rand dijo para sus adentros. Finalmente logramos pasar unos momentos pacíficos juntos y ella se siente sola. “¿Y que soy yo –parte del mobiliario?” él dijo sin darse vuelta. Él oyó su risa. “Vamos, tú no quieres que responda eso, ¿verdad?” Rand comprimió sus labios a una línea delgada. Él iba a poner el siguiente disparo precisamente entre los ojos de ella...
“Por ahora logramos terminar nuestro trabajo,” Lunk estaba diciendo. “Estas nuevas naves que ellos mantienen tras nosotros son mucho más maniobrables que los Troopers.” “Tienes razón sobre eso,” Lancer dijo abstraídamente. “Quiero decir, fuimos afortunados la última vez que nos sorprendieron en las montañas. Si ese reborde no hubiese cedido...” Lancer recordó la caída de la nave de color rosado y púrpura. Y a su piloto femenino. Él se encontró preguntándose si la volvería a ver de nuevo –preguntándose con una mezcla de miedo y anticipación. Pero la voz de Annie lo sacó de sus meditaciones antes de que tuviera que abordar las emociones detrás de ellos. Ella llegó corriendo al techo desde el cubículo de la escalera vestida como una novia. “¡Miren lo que encontré!” El vestido era de un color rosado suave, con un cuello blanco plegado y una toca haciendo juego. Pero era al menos cuatro tallas más grande, así que ella tenía la mayor parte de la cola recogida en sus brazos. “¿Qué se supone que eres?” Lunk le preguntó. Lancer rió y se puso de pie, limpiándose sus manos en sus pantalones. “Es una novia –y una muy bonita.” Él formó con sus manos una cámara de fotografía imaginaria y la colocó en su ojo. “Lo que daría por tener mi vieja Pentax.” Annie levantó sus manos para detenerlo. “¡Espera! ¡Quiero a mi novio en esta foto!” Y con eso ella saltó bruscamente, arrojó sus brazos alrededor del cuello de Lunk, y se colgó allí, el dobladillo del vestido tocando el piso ahora. Lunk se puso rígido por un momento, luego la levantó y la acunó en sus brazos, su consternada expresión inalterada. Lancer tiró su cabeza hacia atrás y rió. “¡Perfecto!” él se entusiasmó.
Los dos estaban explorando un almacén grande. Scott había localizado el sistema de sonido y un disco original de Lynn-Minmei –probablemente el primero que ella había gravado. Él la conocía bien de Tirol, pero cuán diferente aquella Minmei parecía de la niña inocente cuyos ojos brillantes brillaban desde la envoltura del CD. Parecía de eras atrás, Scott se dio cuenta, antes de todos los problemas con Edwards, antes del encuentro devastador de Minmei con Wolff... “Stagefright,” uno de los números más populares de la cantante, estaba explotando por los altavoces del amplificador de potencia. Marlene, aún vestida con en ese vestido sin tirantes que la entallaba como un guante, se estaba probando joyas. Scott la miraba maravillado. Ellos escogieron un collar de plata y latón y un brazalete de oro. Él le encontró un bolso de cuero de hombro y un sombrero azul flexible. Ellos intercambiaron miradas significativas. Y Scott le preguntó sobre el amor. “¿Hubo alguien, Marlene? ¿Alguna vez estuviste enamorada?” “¿Amor?” ella le preguntó. Él pudo ver que ella no tenía comprensión de la emoción. ¡Cuán traumatizada debe haber estado para que se le haya borrado incluso eso de su pasado! Él empezó a envidiarla.
Marlene pronunció un grito de susto y retrocedió, dejando caer la pequeña figurilla al piso. Por supuesto que sólo era Scott con una máscara, ¿pero cómo iba a saberlo ella? Ella corrió hacia él después de que él se la había quitado, buscando refugio en sus brazos. “Abrásame, Scott,” ella susurró. Pero él se cohibió y suavemente la alejó hasta la longitud de un brazo, sus manos en los hombros de ella. “Marlene, yo... yo deseo saber todo sobre ti.” Ella le dio una mirada indefensa. “Desearía poder decírtelo,” ella se disculpó. “Desearía saber las palabras...” Pero lo que él vio en los ojos de ella fue suficiente. “Nosotros no necesitamos palabras,” él le dijo, acercándola. Ellos se besaron ligeramente, vacilantemente, explorándose mutuamente. Entonces repentinamente ella se tira hacia atrás, superada primero por el temor, luego por el dolor. “¡Ya vienen!” ella logró decir. “¡Es inútil, inútil!” Su larga cabellera roja estaba sacudiéndose de un lado a otro. “¡No se puede escapar de ellos!” Scott hizo lo que pudo para confortarla y empezó a mirar a izquierda y a derecha con desesperación. “¡Estamos atrapados aquí abajo!” él se regañó. “¡Atrapados!” ¡No había escape!
Su nave comando era como el de ella: algo acefálica, más pesada arriba que abajo, y de apariencia rolliza con sus pods de torso pesadamente armados y barquillas de poder. Lo acompañaban dos naves Enforcers que representaban los más recientes ejemplos de innovación tecnológica de las fábricas de armas de la Regis. No eran diferentes de sus prototipos semejantes a cangrejos pero de algún modo parecían casi desnudos al lado de ellos. Eran bípedos y aparentemente de cuatro brazos, sus escáneres ópticos eran más ciclópeos en colocación, y había una flexibilidad muscular fálica en los cañones montados en la parte superior que estaba ausente en los Shock Troopers y en las Naves Pincer de apariencia más difícil de manejar. Corg escogió abrir su propia abertura en el domo de la ciudad y lo hizo así con una carga masiva del cañón de hombro de su nave. Luego comenzó su descenso infernal, su dos dependientes siguiéndolo abajo por la brecha.
En modo Armadura de Batalla, Scott, Lancer, Rand, y Rook estaban reunidos en la calle cuando las dos primeras descargas Invid sacudieron la ciudad, impactando contra los pisos altos de una de las torres altas y regándolos con trozos de concreto y fragmentos de vidrio cilindrado. “No tendremos oportunidad en un mano a mano con estos sujetos,” Scott dijo por la red táctica. “¡Tenemos que aprovechar su torpeza!” “¡Entendido!” Rook replicó cuando todos despegaban. Rand se demoró y casi fue convertido en escoria debido a ello. “Los haremos picadillos a todos,” él estaba diciendo cuando una descarga de energía explotó en la calle. Él alcanzó a Rook un momento más tarde en una callejuela, pero el Enforcer novedoso los había perseguido y soltó un disparo que casi los frió a ambos en donde estaban parados. Ellos se lanzaron y tomaron posiciones a nivel del suelo a ambos lados de la salida del callejón y retornaron el fuego contra la nave Invid cuando daba vuelta la esquina. El Enforcer encontró a Rand primero y giró hacia él, los nudos triples de su cañón preparados para abrir fuego. Rand saltó alejándose justo a tiempo, asombrado de ver dos corrientes continuas de fuego color carmesí en lugar de los discos de aniquilación que él esperaba ver. En otra parte, Scott y Lancer estaban enfrentándose al segundo Enforcer. Ellos tenían sus espaldas contra la pared mientras el Invid venía hacia ellos, sus propulsores posteriores manteniéndolo aerotransportado, una pesadilla de insecto volante en el crepúsculo de la ciudad. “Atraeré su fuego,” Scott dijo a Lancer. “¡Ataca por arriba y causa algún daño!” Las bocas de los cañones del Enforcer cobraron vida, vomitando dos rayos mortales, los que convergieron y golpearon la base del edificio, enviando ondas de choque por las calles. Cristal estaba lloviendo ahora desde todas partes, junto con nieve que estaba cayendo en avalancha por la piel rota del domo. Ambos luchadores de la libertad saltaron separándose hacia los costados, pero Lancer permaneció en el aire mientras Scott intentaba atraer al enemigo a un bulevar más ancho. Él se atrincheró en el final de la calle y esperó que se acerque el Enforcer; entonces, con la cosa a apenas doscientos metros de distancia, él lanzó dos Bludgeons con cargadas de tiempo de los tubos del antebrazo derecho de su armadura de batalla. Los misiles detonaron en el aire sobre la espalda del Invid, con una fuerza colectiva lo suficientemente grande para tirar primero la cara de la cosa contra la calle. Lancer estaba en posición ahora, y al comando de Scott él activó casi todos los tubos de lanzamiento de su traje; los misiles formaron un arco desde los compartimentos abiertos y cayeron como un granizo ardiente sobre la inmovilizada nave alienígena, destruyéndola aún mientras sus propios cañones estaban disparando continuamente. Para añadir ofensa al daño, Scott lanzó otro misil al domo encima de la cosa, desprendiendo una caída de trozos masivos de hielo, lo que selló el destino del Enforcer. Rand y Rook aún estaban siendo perseguidos por la primer nave, cuyo piloto era obviamente el más experimentado de los dos. “Vaya, la altitud está comenzando a afectarme,” Rand dijo a su compañera de equipo, jadeando. Ellos se habían detenido para enfrentar a la nave después de darse cuenta que Scott y Lancer estaban llegando para flanquearlo. Ahora los cuatro abrieron fuego al mismo tiempo, tirando todo lo que ellos tenían contra el Enforcer y lo que quedaba del devastado domo, quemándolo y enterrándolo como lo habían hecho con su nave compañera. Pero repentinamente había otra nave en la arena: una nave comando verde gris opaca con rasgos salientes de color anaranjado tostado. Ellos habían visto esta nave antes y habían esperado no volver a verla de nuevo. “¡Scott, detrás de ti!” Rook advirtió. El equipo se esparció, pero la nave comando se quedó tras Scott, persiguiéndolo por varias cuadras –literalmente a través de los edificios, aunque Scott usaba las entradas y el alienígena simplemente hacía las suyas. Finalmente ellos se alistaron para pelear, la gigantesca nave semejante a un insecto y el diminuto Cyclone, y Scott abrió sus parlantes exteriores para decir: “Tenía el mal presentimiento de que aparecerías de nuevo.” El Invid levantó su brazo cañón y lo habría convertido en escoria ahí mismo si no hubiera sido por Lancer y los otros, quienes lo distrajeron con fuego desde los tejados. Scott aprovechó el momento para saltar lejos, pero la nave comando continuó acechándolo –probablemente encolerizado por el comentario anterior, Scott tuvo la temeridad para decirse. Hasta Lunk, Annie, y Marlene se habían unido a la pelea ahora; ellos estaban apiñados en el APC, haciendo círculos alrededor de los pies del Invid mientras lo fumigaban ineficazmente con disparos de ametralladora. Caído sobre sus nalgas con el alienígena asomándose sobre él, Scott se preguntó cómo habían logrado bajar el vehículo hasta el nivel de calle, pero él no lo se dilató en ello por mucho tiempo, porque el Invid estaba ignorando al trío y levantando aquel brazo arma de nuevo. Precisamente entonces Annie de algún modo tuvo éxito en enojar a la cosa con cierto comentario tonto; el Invid conmutó objetivos, volvió a apuntar su brazo arma, y disparó una ráfaga rápida que pellizcó la cola del vehículo. El APC salió ileso, pero algo se había caído del asiento trasero –algo rosado y de apariencia ligera... Scott se dio cuenta de que era un vestido de algún tipo ¡pero no pudo creer en sus escáneres cuando vio que Marlene estaba corriendo de regreso para recuperarlo! Lunk había detenido el APC y le estaba gritando que lo olvidara. La nave Invid giró y dio un paso gigantesco, apuntando amenazadoramente a su presa indefensa. En la cabina, Corg miraba fijamente hacia abajo a la hermana que su raza había perdido por los Humanos y no pudo disparar. Scott, entretanto, se había lanzado directamente hacia arriba, gritando el nombre de Marlene y lanzando media docena de Scorpions directamente a la espalda del Invid. Vertiendo fuego de sus costuras, el alienígena giró rápidamente hacia él y levantó su cañón, pero Scott fue de nuevo más rápido al lanzar dos misiles más que lograron separar el brazo derecho de la nave. El cañón golpeó el suelo con un choque atronador, pero Corg no iba a retirarse aún. Él giró y trató de pisar a Scott, empellando la nave por las paredes del edificio y hacia la calle. Allí, el equipo de rebeldes reunido atacó en pandilla a la nave comando, paralizándola con fuego de misiles y abriendo el resto del domo. Era como si un dique hubiera colapsado: cientos de toneladas de nieve y hielo estaban vertiéndose dentro de la ciudad. El Invid luchó contra los resbalones pero finalmente sucumbió al peso de la caída. Cayó sobre una rodilla, los sistemas chisporroteando y haciendo cortocircuito, luego se inclinó hacia ese lado. “¡A los Alphas, todos!” Scott ordenó. “Bueno, allí se van las vacaciones más cortas del mundo,” Rand dijo en respuesta. Lunk, Annie, y Marlene los estaban esperando en el techo. Otra vez, Scott no pudo deducir cómo el APC lo había logrado, pero él no se detuvo a preguntar. Él reconfiguró su mecha a su modo de dos ruedas y dijo a Lunk que estibara los cuatro Cyclones en los compartimentos de sus Veritechs. Marlene estaba asustada pero ilesa. Scott no quería nada más que abrazarla, su armadura de batalla no obstante, pero él se contentó con simplemente tocar su hombro. En breve ellos tuvieron a los Veritechs en el aire, el APC llevado con eslinga del chasis del Beta. “Disculpa la incomodidad,” Scott se disculpó con Lunk, Annie, y Marlene, “pero el aire fresco les hará bien.” Lunk giró en el asiento del conductor del APC para mirar atrás a los agujeros masivos en el domo de hielo que había mantenido a la ciudad un secreto de sus alrededores por los pasados veinte años. En su mano él sostenía un detonador electrónico que él había aparejado al sistema de control de la computadora de los reactores termales de la ciudad. “Es ahora o nunca,” él dijo en voz alta, y presionó el botón del gatillo. Cinco minutos después la ciudad explotó con fuerza casi volcánica; un pilar turbulento de fuego salió disparado hacia los cielos invernales, vaporizando nieve y hielo y capturando el deshielo resultante y las nubes de vapor. El sonido de las explosiones secundarias hizo eco en las montañas, alcanzando a los Veritechs en su rugido. Ellos lucharon para estabilizarse en las ondas de choque y termales recién nacidas, el jeep meciéndose de aquí para allá como un péndulo debajo del Guerrero de Scott. “¡¿Qué rayos sucedió?!” la voz en pánico de Rand retumbó por la red. Lunk abrió el micrófono del APC. “Arreglé el generador principal para que se retroalimentara,” él explicó. “¡¿Pe-pero por qué?!” “Porque esa ciudad no tenía lugar en este mundo.” Hubo un tipo de ira en la voz de Lunk. “Bueno, de seguro ya no lo tiene,” Rand dijo. “Vaya fuegos artificiales, sin embargo,” Rook comentó. “Bueno, caramba, Srta. Rook, me alegra que pudiéramos darle algo de emoción a su día. Por lo menos ya no tendrá que estar aburrida.” “¡¿Quién te preguntó?!” Rook replicó. Scott los escuchó desenfrenarse, luego extendió su brazo para bajar el volumen en su cabina. Él estiró su cuello para ver si podía dar un vistazo a Marlene, debajo de él en el transporte de personal. Ella supo que ellos venían, él se dijo. ¿Pero cuál era el extraño enlace que ellos compartían? ¿Qué canal los Invid habían abierto en su mente shockeada que le permitía sentir su venida? ¿Y podría el equipo de algún modo aprovechar esa frecuencia aterradora? Él recordó la parálisis momentánea de la nave comando cuando Marlene había aparecido para recobrar el vestido perdido de Annie. ¿Por qué el piloto alienígena no disparó? él se preguntó, recordando la renuencia similar de la piloto rubia. El Invid la tenía directamente en su mira, y sin embargo fue casi como si la cosa la hubiera reconocido. Casi como si Marlene fuese... uno de ellos.
Traducido por Luis N. Migliore (Córdoba, Argentina) |