La Nueva Generacion - Symphony of Light1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 epílogo
Sabe Dios que Rick y yo hemos tenido nuestra cuota de dificultades, Max, especialmente durante las semanas siguientes a su decisión de unirse a los Sentinels, como tú probablemente recuerdas. Pero esto es peor que eso, y está comenzando a agobiarme. Sue está con él día y noche últimamente, y a Rick no parece importarle ni un poco –el libertino. Él afirma que Sue lo ve como algún tipo de figura paterna, ¿pero a quién cree él que engaña? Ella está locamente enamorada de él, y estoy preocupada de que él caiga una noche –la soledad del comando y toda esa corrupción. ¿Max, no podemos ver que sea transferida? ¿Quién se enterará de ello? Lisa Hayes-Hunter en una carta a Max Sterling
“Me siento tan extraña, tan sola, Scott...” Él se extendió para acariciar su cabello lujuriante. “Es porque estamos muy cerca de Punto Reflex, Marlene. Yo temí que esto iba a suceder; es por eso que quería que te quedaras con Simón...” Él repentinamente se dio cuenta que ella no lo estaba escuchando sino mirando fijamente el relicario holográfico que se había escabullido de la camisa de él. “Nunca la olvidarás, la mujer en tu medallón... Ella fue muy especial, ¿no es así?” Scott sostuvo el relicario en forma de corazón en la palma de su mano y lo contempló por un momento. “Ella era especial, pero también lo eres tú, Marlene.” Él colocó su mano contra la mejilla de ella. “Llevo esto para recordarme... A veces es la única cosa que me da la fortaleza para seguir.” “Lamento haberlo mencionado,” ella dijo soñolientamente, y rodó en su bolsa. Scott oyó el rugido de propulsores y fue a la puerta y miró hacia arriba. A través de los árboles él pudo ver tres naves patrulla Invid moverse muy velozmente a través del cielo nocturno. Lancer estaba al lado de él ahora; él tenía la guardia y había regresado a la choza por el sonido de los gritos de Marlene. “¿Está todo bien?” él preguntó. Scott lo llevó lejos de la entrada. “A nadie le queda suficiente fortaleza para seguir, Lancer. Si no terminamos esta cosa pronto...” Scott lo dejó pasar y pronunció una suave maldición dirigida a las estrellas. “¿Qué lo demora Hunter? No se da cuenta–” “No, Scott,” Lancer dijo, interrumpiéndolo. “Tenemos que continuar dando un paso a la vez.” “Supongo que tienes razón.” Scott se volvió hacia atrás para mirar a sus amigos y compañeros de equipo durmientes. “Tenemos que llegar a –¡¿Lancer, dónde está Rand?!” Lancer giró y vio el paquete cama vacío –luego otro. “Annie tampoco está.” Scott se adentró en el bosque para susurrar sus nombres a la oscuridad. “Están con Graham, estoy seguro de ello,” Scott dijo a Lancer airadamente. “Despierta a todos. Tenemos problemas.”
“No puedo creer que Rand fuese lo bastante tonto para escuchar a esa mujer,” dijo Lancer. “Y para llevar a Annie con él...” Rook bufó. “No me sorprende ni un poco. Creo que él está excitado por esa fotógrafa.” Ella pasó por alto el hecho que Rand había tratado de sacarle la cabeza a Graham más temprano en el día. “Yo sé por qué lo hizo,” Marlene ofreció, alejando la vista de ellos. “Porque hice tal escena sobre que Scott fuera.” Lancer le envió una mirada comprensiva. “Sin embargo, ¿por qué llevaría a Annie?” “Esa probablemente fue idea de Graham,” Scott le respondió. “¿No pueden entender lo que está buscando?” él continuó, viendo sus miradas de confusión. “La idea entera es tratar de filmar algo de acción extraordinaria para sí. Piénsenlo: Annie y Rand, dos luchadores de la libertad lejos de casa.”
Rand y Graham descendieron a gatas la pendiente mientras que Annie les deseaba buena suerte desde el reborde elevado. La fotógrafa apuntó su cámara hacia la muchacha, luego giró para atrapar a Rand mientras éste se sentaba a los controles del cañón. “Pensándolo mejor, esta cosa luce imponente;” él dijo, sonriendo falsamente para la lente. “Pero estoy seguro de que podré manejarlo. Porque, cuando recuerdo algunos de los lugares que hemos–” “¡Comencemos!” Graham gritó desde el terreno. “Quiero una toma de ti saliendo de la cueva.” La cara de Rand reflejaba su desilusión, pero un momento más tarde él estaba presionando botones y moviendo interruptores, el propulsor del cañón se enciende rugiendo a la vida debajo de él. Él había tenido experiencia limitada con Aerodeslizadores de cualquiera clase, pero lo que sabía era suficiente para liberar al arma de su rocoso encerramiento y colocarla en ventaja estratégica en un reborde elevado que dominaba el fondo del valle, el río una cinta tortuosa y oscura debajo de él. Los escáneres infrarrojos le dijeron donde las naves patrulla Invid estaban más aglomeradas, y sin pensarlo mucho en cuanto a las consecuencias, Rand se puso rápidamente un par de gafas de objetivo y comenzó a armar el arma. De regreso al lado de Annie ahora, Sue Graham apuntaba su cámara y se preparaba para la toma. El sincrocañón hizo erupción, vomitando un destello de fuego azul en la noche. La primer descarga rasgó a través de cuatro naves Enforcer Invid, un misil trazador a través de objetivos de papel. No más búsqueda de lugares vulnerables ahora, Rand dijo para sus adentros. Él sonrió y apretó el gatillo tres veces más para eliminar a los sobrevivientes que estaban dirigiéndose a los cielos. Repentinamente naves patrulla y Troopers estaban despegando a través de todo el valle. Era como si alguien hubiera arrojado una bomba de humo en un nido de abejas. Y Rand siguió disparando, chamuscando tierra y aire por igual con las salvas devastadoras del cañón. Entonces, por el rabillo del ojo, él vio a Graham, en su armadura ahora y a horcajadas en un Cyclone negro. “Hey, ¿qué estás tramando?” él le preguntó por la red táctica. Él vio a Graham hacer un ademán hacia su cámara. “Tengo trabajo que hacer.” “¡Pero vamos a necesitarte ahora que hemos agitado todo!” Rand gritó, pero ella ya se había ido.
Los tres Veritechs la pasaron mal; que ellos sobrevivieran fue en modo no despreciable resultado del pandemonio que los disparos de Rand estaban causando. Aunque eran numerosas, las naves Pincer y los Troopers parecían estar zumbando de un lado a otro en una rabia ciega, desesperados en contraatacar pero con pérdida en cuanto al rumbo; en algunos casos se estaban aniquilando unos a otros. En consecuencia, Scott, Rook, y Lancer fueron capaces de infligir mucho daño secundario mientras el sincrocañón continuaba enviando franjas de muerte azul al campo. Pero los Invid finalmente localizaron el cañón, y sus fuerzas probaron ser más de lo que Rand podía manejar. Recordando lo que Scott había dicho más temprano –que él preferiría ver al cañón destruido antes que en las manos del enemigo– Rand se encargó de que ese fuera el caso, armando el mecanismo de auto destrucción del sincrocañón aún mientras Naves Pincer se movían hacía allí para abatirlo. Él se había vuelto a reunir con Annie y la estaba escudando con su propio cuerpo cuando la cosa finalmente explotó, llevándose a veinte o más naves Invid con ella. “No quería volar en pedazos la maldita cosa,” Rand explicaba a Annie mientras tierra y rocas llovían sobre ellos. “¡Pero era mejor que dejarles poner sus aceradas garras encima!” En breve, el Beta estuvo sobrevolando sobre ellos, una cuerda de rescate colgando bienaventuradamente desde su chasis. Rand se sobresaltó al encontrar a Marlene en el compartimento de atrás, pero Scott le dijo que no podían arriesgarse a dejar a nadie atrás. Lunk estaba lejos en algún lugar en el APC. Rand envió a Annie atrás a sentarse con Marlene y subió al asiento de la cabina posterior del Beta. “Prepárate para separación de los mechas,” Scott le dijo por la red. Él no dijo nada sobre Graham y nada sobre la acción de Rand, esperando hacer sentir a Rand tanto peor sobre ello. “Estoy listo, Comandante,” Rand dijo a modo de disculpa. Él luego se volvió hacia las mujeres y les dijo que se preparasen.
Ella sabía que el Teniente Bernard la había divisado una o dos veces durante el caos y estaba bien consciente de lo que él pensaba de ella. Pero ella lo encontró fácil removerlo de sus intereses. Podría ser un poco incómodo luego, Sue se dijo a sí misma, pero con la flota principal ya retrasada, ella no tendría que tolerar la artillería antiaérea del teniente por mucho tiempo. Ella tuvo que admitir, sin embargo, que él ciertamente le había proveído a ella de algunas de las mejores secuencias de acción del día –especialmente ahora que su Beta había experimentado separación mecha y toda su banda heterogénea había reconfigurado sus Guerreros a modo Battloid. Había pasado mucho tiempo desde que ella había visto tecno-caballeros infligiendo castigo. Ella mantuvo su cámara apuntada hacia los cielos por un tiempo, escogiendo al Alpha rojo y a su atractiva piloto. Pero repentinamente su lente encontró un sujeto aún más interesante: el Humano rubio que había salido de la nave comando Invid el día anterior. Ella había visto a esta nave de vez en cuando durante la batalla, pero ahora lo tenía enteramente en su mira. Así como, aparentemente, lo tenía el piloto del componente posterior del Beta –ese temerario de Rand. Las dos naves, el Battloid y el comandante Invid, intercambiaron guiones de fuego rayo láser y multitud de misiles buscadores de calor; ellos corrieron a través del valle como dos insectos en un tipo de ritual de muerte. Pero al final fue el habitante de la tierra el que prevaleció; sus misiles penetraron en la tal vez agotada nave revoloteante y la agujerearon de arriba abajo, volando en pedazos uno de sus brazos cañón y enviándola en una picada letal. Sue reconfiguró su Cyclone a modo Armadura de Combate e hizo zoom para encontrarlo, una figura destellante de negro en vuelo rasante a través del terreno de batalla destruido. La mayor parte de las naves zángano también habían tomado nota del fallecimiento de su comandante y estaban huyendo de la arena con rumbo a la colmena central. Sue levantó su cámara y dio unos cuantos pasos hacia la nave caída, su piloto sobre el suelo inmóvil al lado de ella. Él se había escapado de la cabina en ruinas y colapsado, pero Sue estaba segura de que él no estaba muerto. Cuando ella se acercó, el hombre rubio se levantó, jadeando. Ella lo centró en la lente y preguntó: “¿Quién eres? ¿Cuánto tiempo has estado combatiendo para ellos? ¿Cómo es realmente la Regis?” El piloto cayó sobre sus rodillas, las manos apretadas contra su abdomen y la miró con fijeza no comprendiéndole. Luego se puso de pie nuevamente, dando pesados pasos. Sue oyó el sonido estridente y furioso de propulsores detrás de ella y se volvió para mirar a la fuente del sonido. Era una de las pocas Naves Pincer restantes, perversa en su propósito. Ella echó a correr desenfrenadamente, pero los primeros discos ya estaban en camino. Por un breve instante sus ojos encontraron aquellos del piloto rubio, antes de que una luz blanca borrara el mundo...
“¿Oigan, es este sujeto realmente un Invid o qué?” Lunk dijo, parado cerca del cuerpo del hombre rubio como si temeroso de tocarlo. Scott fue hacia la fotógrafa y suavemente le quitó su casco. Viva pero fatalmente herida, Sue dejó salir un gemido largo y profundo. Scott trató de acunar su cabeza en su regazo, pero la armadura voluminosa del Cyclone lo impidió. Él le quitó el cabello del rostro. “Parece que tengo fotos de un Invid con el cuerpo de un Humano,” ella alcanzó a decir, mirando a Scott a través de ojos vidriados. “¿Valió la pena morir por ellas, Graham?” Detrás de él, Annie estaba haciendo sonidos de hastío. Ella y Lunk y Marlene observaban mientras sangre verde pulsaba de las heridas del piloto. “Cualquiera que sangre de color verde debe ser un Invid,” ella anunció. “¿Pero cómo llegaron a parecerse a nosotros de repente? Quiero decir, él luce casi humano, ¿no es así, Marlene?” “Como ese otro piloto rubio,” dijo Lancer. “Esa mujer.” Annie giró para descubrir por qué Marlene no le respondía; ella vio que Marlene estaba mirando fijamente con los ojos muy abiertos una herida que ella había recibido en su hombro izquierdo. Alarmada, Annie extendió su mano. Entonces notó la sangre. Era verde. Annie colapsó sobre sus rodillas con incredulidad. ¿Era posible que durante todos los meses que estuvieron juntas ella nunca había visto a Marlene sangrar? Tenía que ser algún tipo de equivocación –¡una alucinación! Las acciones de Annie habían atraído la atención de todos, y todos los ojos estaban ahora fijos en Marlene. Nadie sabía cómo reaccionar: alguien podría haberles dicho que Marlene estaba sufriendo de una enfermedad fatal. La pálida mujer miró de cara en cara, luego puso sus manos en su cabeza en un gesto de completo sobresalto. “¡No! ¡No!” ella gritó, moviendo de un lado a otro su cabeza. Scott se apartó del lado de Sue para calmar a Marlene, dubitativo y negando la evidencia con cada paso. Él extendió su mano para tocar la herida, para ver por sí mismo si esto no era algún truco de la noche... Los dos intercambiaron miradas de consternación mientras observaban la sangre en las puntas de los dedos de él. “Marlene...” él tartamudeó. “Yo...” Ella lo miró con fijeza, lágrimas cayendo por su mejilla, giró, y salió corriendo. Sólo Rand hizo un movimiento para detenerla, pero Scott lo refrenó. “¡Pero sólo no podemos dejarla irse!” Los labios de Scott eran una línea delgada cuando se volvió
hacia su amigo. “Ella regresará,” él hizo
una promesa. “No sé qué está sucediendo aquí...
este piloto, ahora Marlene... pero sé que ella nunca será
capaz de vivir entre los Invid de nuevo. Somos su familia, Rand. ¡Somos
su familia!”
Traducido por Luis N. Migliore (Córdoba, Argentina) |