La Nueva Generacion - Symphony of Light1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 epílogo
Una de las preguntas intrigantes (y por contestar) de [la Tercera Guerra Robotech] es cómo Ariel/Marlene realizó su milagro menor en los cielos sobre Punto Reflex. Nesterfig (en su polémico estudio de la organización social del Invid) promueve la teoría de que Ariel de algún modo “tomó prestada” la energía de Protocultura que escapaba del escudo barrera –la misma que afectó tanto el campo circundante. Pero esto no responde realmente la pregunta. Ni Corg ni Sera estaban dotados de habilidades similares, y la mayor parte de los expertos acuerdan que ellos eran los más altamente evolucionados de las creaciones de la Regis. La Señorita Ariel misma nunca fue capaz de echar luz sobre este curioso incidente. Zeus Bellow, El Camino a Punto Reflex
Las palabras de Ariel habían regresado a ella ahora: ¡No hemos aprendido nada Sera, nada! Y ella replicó con impertinencia: “Estás equivocada, Ariel. He aprendido a amar al menos a uno de nuestros enemigos, suficiente para traicionar a mi propia gente.” Lancer avistó el rápido acercamiento de la nave comando Invid y supuso que estaba acercándose para terminarlo. Él había estado luchando con los interruptores de liberación de la cubierta corrediza pero desde entonces había abandonado cualquier idea de liberar los mecanismos atorados. Sus dientes estaban rechinando ahora, y estaba resignado a morir. Pero de repente el Invid estaba en realidad levantando su nave herida en sus brazos blindados, y lejos de aniquilarlo, el enemigo lo estaba sacando de su caída. Él levantó la vista y vio a través de su cubierta corrediza y de la cubierta en forma de burbuja de la nave enemiga que era la mujer piloto rubia. Si ella era XT o Humana aún tenía que ser averiguado; pero quienquiera que sea, ella le estaba salvando su vida. “¿Por qué?” él gritó. “¡¿Por qué?!” Y de algún modo la voz de ella encontró su camino a través de la red de comando del VT para responderle: “No me pidas que lo explique,” ella le dijo. “¡Pero al salvar tu vida he perdido la mía!” Al mismo tiempo la nave de ella soltó la de él, pero los sistemas del Alpha estaban reactivados ahora, y los propulsores de los pies eran capaces de mantenerlo a nivel de la copa de los árboles. Lancer tenía el rifle/cañón del Battloid levantado, y habría sido un simple trámite destruir la nave comando, pero en cambio él la dejó escapar ilesa, confundido por estos últimos cambios de los eventos.
“Marlene... ¿eres tú?” Scott preguntó a la cosa con vacilación. “¿Eres realmente tú?” En respuesta, la llama saltó hacia la colmena. Encapullada dentro de su radiación, Marlene, como un filamento viviente, extendió sus brazos, y oleadas onduladas de relámpagos escaparon hacia el cielo. Scott encendió los propulsores de refuerzo del VT y se lanzó tras ella. Lancer estaba justo detrás de él. La nave de Corg no estaba muy lejos; mientras él observaba a los dos mechas Terrícolas alejarse muy velozmente en persecución de la imagen proyectada de Ariel, la voz de la Regis entró a su nave, informándole de la traición de Sera. “¿Ella hizo qué?” Corg dijo con incredulidad. “Es cierto, Corg,” la Regis repitió. “Ella ha salvado la vida de uno de los rebeldes Robotech.” “Entonces ella está tan corrompida como Ariel.” ¿Cómo era que esta especie Humana podía hacer abandonar a sus hermanas sus deberes? él se preguntó. Él ventiló su rabia contra dos Battloids y tres Alphas, destruyéndolos a todos con ráfagas de los cañones de los antebrazos de su nave; luego él se remontó tras Ariel y sus amigos rebeldes.
“Marlene,” Rand gritó por la red, esperando que ella pudiera oírlo. “¡¿Qué significa todo esto?! ¿Qué sucede?” Si ellos tenían alguna duda de que lo que estaban viendo era verdaderamente Marlene, la voz que oyeron puso fin a ella. “¿No pueden comprenderlo?” la llama pareció preguntar, oscilando mientras se movía, su filamento desnudo observándolos por sobre su hombro, el largo cabello rojo ondeando detrás como si fuera parte de la propia luz. “Sólo tratamos de encontrar un lugar donde podremos vivir en paz y seguridad.” “Sí, pero olvidas algo,” Rand le recordó airadamente. “Este planeta es nuestro hogar, no una comunidad de retiro para los Invid.” “Debes creerme, nunca fue nuestro plan destruir a la Humanidad.” La llama de Marlene se proyectó delante de ellos, un disturbio eléctrico libremente flotante contra la superficie carmesí y amarilla de la colmena. “¿Entonces cuál era su plano?” “No soy ni Humana ni completamente Invid. Soy una nueva forma de vida que es una mezcla de los dos. Ahora lo veo, aunque mi Regis no. Puedo ver que nunca fue nuestro destino permanecer en esta forma Humana. Pero de alguna forma debo hacerla comprender.” Aunque ellos estaban esparcidos, el resto del equipo –Scott y Lancer, Lunk y Annie– estaban monitoreando la conversación. “Y esta nueva forma de vida planea reemplazar a la vieja, supongo,” dijo Lancer, todavía pensando en el piloto humanoide que había salvado su vida. “Mis amigos, síganme dentro del núcleo central, el corazón de la civilización Invid. Allí todas sus preguntas serán respondidas.” Con eso la llama se zambulló dentro de la colmena, abriendo un portal radiante en el lado del domo. “Ella entró,” Annie dijo con una voz asombrada desde el asiento de la escopeta del APC. “No irás a seguirla, ¿o sí?” ella añadió, tirando del brazo de Lunk. “Será mejor que lo creas,” él le dijo firmemente. “Escuche, Menta, si estás asustada, puedes bajarte. Regresaré por ti.” “No estoy asustada,” ella se alocó, volviendo su espalda a él. “No creo...” Ellos se estaban acercando a un agujero blanco cegador en el lado de la colmena ahora, conduciendo totalmente hacia fuera de su propio mundo, destinados tal vez a nunca regresar.
Y la forma de Marlene aún los estaba guiando adentro. “No lo puedo creer,” Rand dijo a Rook por la red. “Estamos dentro de Punto Reflex. Yo pensaba que debíamos destruir este lugar, no tomar el gran recorrido.” “Creo que prefiero la vista desde el exterior. ¿Dónde supones que ella nos está llevando?” “Por el arco iris,” dijo Rand.
Todos se estremecieron al verse unos a otros, pero donde Annie estaba excitada, Scott estaba enfurecido; él se quitó su “casco pensante,” levantó la cubierta corrediza del Alpha, y salió, estallando de cólera sobre los dos Cycloneros. “Pensé que les había dicho que se quedasen en su sitio,” él empezó. “¡No son soldados!” Rand se maravilló de que el hombre pudiera estar abrigando tal pensamiento dadas las circunstancias. “Bueno, ya que no somos soldados, no tenemos que seguir tus órdenes, ¿no es así?” Rook le replicó, levantando el visor de su casco. “Marlene nos guió a este lugar,” Annie explicó, bajándose el APC. Scott miró a su alrededor incómodamente. “Supongo que ella nos guió a todos nosotros aquí.” Repentinamente Rand estaba señalando hacia arriba hacia la esfera; su interior estaba volviéndose más brillante en ese momento. El resplandor culminó en un destello de luz amenazante. “Humanos tontos,” una voz grave, omnipresente pero femenina empezó, “ustedes han venido aquí buscando el rostro de la Regis Invid... Así sea. La verán.” ¡Por el arco iris, en realidad! Rand dijo para sí. Lo siguiente que todos supieron fue que, alguien había apagado las luces, zambullendo el lugar sagrado interior de la Regis en oscuridad, a excepción del resplandor interior de esa esfera, dirigido hacia abajo sobre ellos ahora como luz de escenario. Luego una llama altísima se formó debajo de la base de la esfera. Era similar a aquella que había abarcado a Marlene más temprano, sólo que ésta era más grande y más amenazante. Y dentro de ella ellos podían discernir una figura humanoide sin cabello, de nueve metros de alto y vestida con un manto rojo y largo y guantes extraños que suspendían un tipo de cola. “Contemplen, yo soy el Invid. Yo soy el alma y el espíritu. He guiado a los míos a través del inconmensurable cosmos, desde un mundo que fue perdido a un mundo que fue encontrado. He guiado a los míos en un vuelo desde la marea oscura de las sombras que sumían nuestro mundo, una que amenaza con sumirnos aún ahora. Soy el poder y la luz. Soy la personificación de la fuerza vital, el creador –el protector. En la terminología primitiva de su especie, Yo soy... ¡la Madre!” Mientras ella hablaba ellos tuvieron vistas de la nebulosa y sistemas estelares, el viaje que los Invid había tomado desde Optera hasta Tirol y a todos los mundos que finalmente los habían traído a la Tierra. La luz regresó a la cámara, y ellos tuvieron una vista completa de la criatura de ojos azules, la madre Invid. “Están sorprendidos... Y así nosotros lo estuvimos, cuando descubrimos que el planeta al que fuimos guiados por la Flor de la Vida estaba habitado por la misma especie que había destruido nuestro mundo.” “Yo diría ‘habitado,’” Rand comenzó a decir. “Eso es de poca importancia... Su especie no es nada cuando se la pesa contra la supervivencia de los míos... La fuerza vital del Invid no será negada... “ “¡No, eso no es verdad!” una pequeña voz resonó para argumentar con ella. Todos se volvieron y vieron a Marlene entrar a la cámara abovedada desde alguna parte, justamente como ellos la recordaban con su chaqueta amarilla y su mameluco azul. Scott la llamó. “Entonces, Ariel, es verdad: eres una traidora. ¿Fuiste tú quien guió a estos hijos de las sombras dentro de la colmena?” “Ellos no son hijos de las sombras,” Marlene la contradijo. “Ellos tienen una fuerza vital casi tan fuerte como la nuestra.” “Ellos son los enemigos de nuestra raza.” “¡Si ellos nos combaten, es porque estamos tratando de hacerles lo mismo que nos fue hecho a nosotros tantos años atrás!” Ella giró hacia sus amigos ahora. “Scott, escúchame: Tal vez si pudiéramos empezar de nuevo, podríamos ser capaces de encontrar la manera de que nuestras razas compartan este planeta juntos, en paz.” Scott le cerró sus ojos a ella y sacudió su cabeza. “Lo siento,” él le dijo. “Pero debes comprender que eso es imposible.” “¿Entonces tú preferirías dejar que continúen la muerte y la destrucción?” “Así es, Marlene,” Lunk interrumpió. “¡Hasta el final si tenemos que hacerlo!” Marlene hizo un sonido de aturdida; ella no había esperado esto. “Déjame decirte algo,” Lunk continuó. “Quizá tú hayas olvidado que tu especie invadió nuestro mundo –¡¿recuerdas?!” “Sí lo recuerdo,” ella dijo suavemente.
“Aún no hay señales de la SDF-3,” el controlador actualizó. “Todas las otras naves están presentes y en espera.” “¡Aojada!” Reinhardt murmuró. “Las fuerzas terrestres reportan penetración exitosa del escudo barrera de la colmena, con fuertes pérdidas sufridas por los escuadrones Veritech. El comando Invid no sabe de nuestra presencia o está despreocupado. Mi suposición es que el dispositivo de ocultamiento ha sido exitoso.” “Muy bien,” el comandante dijo, volviéndose hacia los puertos de observación delanteros. “Comunique a la flota que se forme para formación de ataque final y que se prepare para combatir.” Reinhardt exhaló lentamente, agotado por el peso de su responsabilidad. Su confianza había sido reforzada por el reporte del controlador, pero él no pudo sino dilatarse en las posibles consecuencias del fracaso. Hunter había solicitado el uso de las bombas neutrón, las que mientras que seguro aniquilarían al Invid también significarían la fatalidad para la mayor parte de la población de la Tierra.
“¿A qué te refieres, acaso no has cambiado tú?” La cara de Lunk estaba roja de rabia debajo del visor levantado de su casco. “¡Eres una alienígena! ¿Crees que te habríamos llevado con nosotros si hubiésemos sabido eso? ¡Eres una espía!” “Pero el hecho de que pude viajar entre ustedes como un amigo debería decirte algo, Lunk. ¿No es posible que no seamos tan diferentes, después de todo... tu gente y la mía?” La Regis había estado siguiendo estos intercambios con interés, y ella aprendió más sobre los Humanos en los pasados minutos de lo que había aprendido en los tres últimos años. Pero Ariel aún tenía mucho que aprender. “Mira a estos amigos tuyos,” ella le dijo a Ariel y directamente en las mentes de los Humanos. “Advierte cómo te miran con miedo y confusión –¡estados emocionales que en su especie inevitablemente conduce al odio... y la violencia!” “Sí, ellos están confundidos porque sienten que los he traicionado,” ella argumentó, “pero no están llenos de odio.” “Tu contacto con ellos te ha cegado de su verdadera naturaleza, mi niña. Es su disposición genética el destruir cualquier cosa que no puedan entender.” “¡Ahora espere sólo un maldito minuto, Mujer Dragón!” Rand la interrumpió, listo para arriesgar un paso hacia delante. “¡He tenido suficiente de esto! ¿Cómo sabe lo que estamos pensando? Estoy listo para aceptar a Marlene por lo que es –y creo que Lunk siente lo mismo debajo de toda esa armadura suya. Yo no la odio. Especialmente ahora, sabiendo lo que ella espera perder saliendo a nuestra defensa de esta manera. Pero usted es otra cosa. Por lo que–” Nadie vio los rayos paralizantes color carmesí hasta que fue demasiado tarde; ellos parecían bullir de sus ojos azules como tinte, y tiraron a Rand al piso –la mirada proverbial que podía matar– pero su armadura de batalla lo salvó. “Es natural en ellos,” ella explicó a Marlene/Ariel, apenas fallando un poco. “Tan natural como respirar. Toda su historia es un catálogo de asesinato, conquista, y esclavitud, todo dirigido contra otros de su propia especie.” “¡Eso no es verdad!” Sera ahora replicó, repentinamente materializándose en la cámara. “Ariel tiene razón, Regis. Perdóname, por favor, pero yo también he comenzado a dudar si en realidad somos mejores que ellos.” Ella miró brevemente a Lancer antes de continuar. “Tú dices que esta especie es culpable de asesinato y esclavitud, pero ¿cómo es eso diferente de lo que le estamos haciendo a este planeta?” “Entonces, Sera, tú y tu hermana se han vuelto contra nosotros.” Sera, Lancer pensó para sí, mirándola. Ariel estaba señalando con un ademán ahora hacia los Humanos. “Míralos, Regis. Ellos no son... animales o bárbaros. Son gente valiente y noble tratando de proteger lo que es legalmente suyo, al igual que nosotros tratamos de hacer.” Ella ofrecía a Scott una mirada suplicante, esperando que él la entendiera y la perdonara. Algo en los ojos de él le dijeron a ella que él lo haría. Corg se les había unido ahora también, no en persona como Sera sino a través de la esfera de instrumental, donde su imagen aparecía de cinco veces el tamaño natural. “¿Se han vuelto locos todos ustedes?” él gritó. “¡¿Cómo lograron entrar estos Humanos a la colmena?! ¡Sera, desaste de ellos al instante!” Sera sacó su barbilla. “No sabía que tenía que obedecer tus ordenes, Corg.” Él le frunció el entrecejo. “Tu contacto con los rebeldes te han vuelto débil y sumisa.” “Y ha hecho un monstruo de ti,” ella replicó. “Consumido por la venganza y las pasiones malignas. Tú eres un hijo de las sombras, Corg, no los Humanos.” “¿Qué dices?” él bramó. “A esta especie patética de la que tú te has encariñado no se le puede permitir atravesarse en el camino de nuestro futuro. ¿Has olvidado lo que se nos ha llamado a hacer?” “Si sigues luchando, no habrá un futuro para ninguno de nosotros,” Lancer dijo desde el piso de la cámara. Corg desechó la amenaza sin una palabra. “Suficiente. Me llaman a combatir –¡donde se encuentra mi deber!” “¡Tengo que detener a ese lunático!” Scott dijo a gritos, ignorando las súplicas de Marlene para que él esperase y corriendo hacia la cabina de su Guerrero.
Las vistas de la batalla eran mostradas dentro de la cámara, donde el resto de los luchadores de la libertad aún estaban reunidos, junto con Ariel y Sera. “No me gusta estar parado observando esto,” Rand dijo a Rook. “¿Qué dices, nos quedamos aquí o vamos a ayudarlo?” “Ya no lo sé, Rand. Estoy totalmente confundida...” De repente las imágenes de la esfera se deformaron, sólo para ser reemplazadas por las vistas espaciales de la flota Expedicionaria que se aproximaba. Los ojos de la Regis se estrecharon. “¡No! ¡Han venido! ¡Las oleadas oscuras de las sombras han venido a sumirnos de nuevo!” “¡Es el resto de la flota de Hunter!” “¡Wow! ¡Nunca esperé tantas naves!” “Bueno, eso es todo,” Lancer dijo suavemente, lleno de
una desesperación repentina. “Toda esperanza de una conciliación
pacífica acaba de irse por el desagüe.”
Traducido por Luis N. Migliore (Córdoba, Argentina) |