La Nueva Generacion - Symphony of Light1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 epílogo
Las opiniones varían: están aquellos que le dan Annie LaBelle la edad de trece años y otros que le dan como diecisiete; y existen suficientes datos esenciales contradictorios para dar solidez a uno u otro argumento. Investigaciones subsecuentes tienen aún que revelar bastante para persuadir o disuadir a uno u otro grupo. Rand, en su voluminosa Notas en el Viaje, manifiesta que “Annie tenía entre trece y diecisiete,” mientras que en otra parte él opina que “ella puede tener diecisiete, pero actúa como si tuviera trece.” Es una controversia menor, sin duda, pero una sobre la que aún se argumenta. La Srta. LaBelle no ha sido útil al enterrar este asunto. Nota al pie de página en Below, El Camino a Punto Reflex
Scott, Rook, y Lancer habían hecho la mayor parte del vuelo; el APC de Lunk estaba de vuelta sobre el terreno adonde pertenecía, con el Cyclone de Rand para mantenerlo acompañado. Annie iba en el asiento trasero del mecha, apresurando a Rand por las curvas de la vieja autopista. Era un día cálido y de cielo azul, y ella se sentía gloriosamente viva y extraordinariamente optimista. En realidad, ella tenía una buena razón para sentirse así. “¡Es mi cumpleaños!” ella gritó en el oído de Rand cuando habían salido de uno de los muchos túneles del camino. “Si no dejas de gritar en mi oído, será el último cumpleaños que celebres,” Rand le advirtió por sobre su hombro. Ellos habían perdido de vista a los VTs al otro lado del túnel, así que él tomó la curva rápidamente, esperando divisarlos antes de entrar al camino en zigzag en forma de ocho que llevaba al valle. De repente, el Alpha rojo de Rook apareció de repente alrededor de la saliente, apenas a tres metros sobre el lecho del camino. Rand dijo a Annie que se sujetase fuertemente y bloqueó los frenos del Cyclone, estabilizando el mecha a través de un largo resbalón mientras Rook aterrizaba al Guerrero. Lunk tenía una vista más clara de las cosas y logró traer al APC a una detención más controlado detrás del Cyclone. “¡¿Por qué no te fijas por donde vas?!” Rand gritó aún antes de que Rook hubiese abierto la cubierta corrediza de la cabina. “¡¿Tratas de matarnos?!” Annie añadió. “Todo lo contrario,” Rook dijo quisquillosamente por los altoparlantes externos del Alpha. “Hay una colmena Invid al otro lado de la colina, y a la velocidad que ustedes dos iban, habrían estado encima de ella en un dos por tres.” Los ojos de Rand se abrieron de par en par, pero en lugar de agradecerle o disculparse, él simplemente dijo: “¿Por qué aquí abajo? Hay mejores lugares en los alrededores.”
“Escuadrón Shock Trooper, prepárese para relevar a los drones patrulla entrantes,” ella anunció. “El curso proyectado de los rebeldes Robotech desde el último punto de encuentro los debería traer a nuestra zona de control en las próximas ocho horas. La evidencia de actividad de Protocultura en los límites distantes del perímetro de exploración indica la posible presencia de mechas Robotech dentro de la zona de control aún ahora. Todos los sistemas de exploración en alerta máxima.”
“No me gusta como luce toda esta actividad,” Lancer estaba diciendo a Scott cuando el resto del equipo se acercó. Él tenía un par de binoculares de exploración muy poderoso apuntados hacia el domo de la colmena. Shock Troopers y Scouts estaban volando muy cerca del hemisferio yendo y viniendo, y varias unidades Pincer estaban en asamblea sobre el terreno, como si recibiendo órdenes de algún comandante invisible. “Creo que nos están esperando.” “Pero no esperaban que los viéramos primero,” Scott dijo ásperamente. “¿Cómo luce?” Rand preguntó detrás de ellos. Lancer bajó los binóculos y se marchó del afloramiento. “En una palabra –mal.” “Tenemos que volver atrás,” Scott les dijo. “Existe una carretera que se mantiene por la línea de montaña sobre este valle. Quizá logremos pasar antes de que sus sensores nos detecten. Será una marcha lenta, pero no veo que tengamos otra alternativa.” El estribillo, Rand dijo para sí mientras caminaba cansadamente de regreso a su mecha.
“Vaya cumpleaños,” ella se asió a Rand. “Sin fiesta, sin regalos, y sin diversión.” Él había estado oyendo esto por casi tres horas y estaba comenzando a cansarse de ello. “Agradece Annie,” él le dijo. “Tenemos suerte de estar vivos. ¿No es así, Marlene?” él añadió, esperando ganar algo de apoyo. Pero Marlene no tenía mucho para decir más que un suave “Uh-huh” suave desde el asiento delantero del APC. Su cabeza se sentía como si se estuviese abriendo a la mitad, pero ella estaba determinada a no dejar a los otros ver cuánto dolor estaba sufriendo. Los tres pilotos se volvieron más descarados en los tramos pendiente abajo y pronto estuvieron volando los Guerreros a un buen paso rápido. Estimulado (y viendo la oportunidad de elevar el nivel de ruido del mecha sobre el de la queja interminable de Annie), Rand comenzó a alimentar al Cyclone con más velocidad. “Menta, que dices si aceleramos esta cosa un poco. ¿Suena bien para ti?” Annie martilló su puño contra su hombro. “¡No me llames Menta –Whoa!” Con un giro de su muñeca, Rand se encargó de que sus palabras quedasen atrás. Los tres Veritechs habían desaparecido en la curva, pero con un poco de pendiente bajo los propulsores de los pies, Rand pensó que él no sólo podía alcanzarlos sino ponerse a la cabeza. Tan pronto como él hizo su primer movimiento, sin embargo, la primera nave Invid apareció en escena. Ésta se elevó en la vista desde los árboles en la base de la pendiente y arrojó dos corrientes de discos de aniquilación directamente en el camino de Rand. Por lo tanto, él tuvo que poner esa fina maniobra en juego antes de lo planeado, pero tuvo éxito en esquivar los Frisbees de energía de la primera descarga cerrada del enemigo. Por supuesto, ello significaba dejar enteramente la ruta para hacerlo. ¡Pero al menos estamos vivos! él gritó para sus adentros mientras el Cyclone brincaba hacia abajo la pendiente empinada hacia los árboles, Annie sujetándose como para salvar la vida misma, yendo y viniendo del asiento trasero de la motocicleta media docena de veces antes de que golpeasen el suelo llano en la base del acantilado. Rand se arriesgó a dar un vistazo por sobre su hombro y vio que el APC también había dejado el camino saliente. Lo que él no vio, sin embargo, fue que el aterrizaje de Lunk estuvo lejos de ser suave. Una segunda descarga de fuego de discos había forzado a Lunk a desviarse en el último momento; la nariz del vehículo conectó con algunas rocas grandes y volcó, arrojando a Marlene del vehículo mientras que Lunk soportó el vuelco. La misma nave Invid se abalanzó sobre ellos para hacer un pase al ras sobre los huyentes Cycloneros, soltando una andanada de disparos mientras caía, pero el Alpha de Lancer estaba sobre la cosa ahora y la agujereó antes de que pudiera soltar una ráfaga consecutiva. Rand, entretanto, se estaba acercando a los árboles a toda velocidad, animado cuando oyó a la unidad Pincer explotar detrás de él, pero aterrado cuando vio a dos más elevarse inesperadamente del bosque. “¡Están en todas partes!” él gritó. “¡Rand! ¡Ponte tu armadura de batalla!” él oyó a Scott decir por la red táctica del mecha. “Te mantendré cubierto.” Rand detuvo el Cyclone y comenzó a arrebatar secciones de la armadura de uno de los compartimentos de almacenamiento. Lejos hacia su derecha él vio a Lunk llevando a una aturdida Marlene a refugiarse entre las rocas en la base de la pendiente y dijo a Annie que se les uniese allí. Ella salió corriendo, sosteniendo su gorra cobre su cabeza con una mano. Rand se esforzó por colocarse el “casco pensante” y se lanzó a la reconfiguración. Un momento más tarde estaba de vuelta sobre el suelo en modo Armadura de Batalla, alistándose para luchar con una de las naves. La cosa intentó un manotazo de pinza de arriba abajo que erró, luego un rápido rocío de disparos de disco después de que Rand la había exasperado con dos Scorpions de los lanzadores del antebrazo del Cyclone. Los discos rompieron en la tierra a los pies de Rand y lo tiraron de espaldas contra el suelo, pero él se desquitó con tres misiles que encontraron su camino dentro de costuras en la aleación de la nave. Al Invid le quedaba suficiente vida en él para intentar una segunda apretadura violenta de pinza, pero Rand rodó alejándose de debajo de ella y observó como la nave colapsaba sobre su cara y explotaba. En otra parte, Rook estaba a la caza del segundo recién llegado; Scott estaba a varios tramos detrás de ella mientras ella perseguía a la nave a través de valles arbolados y salientes secas de pies de montaña. La cara del teniente apareció en la pantalla de comunicaciones de la cabina del VT rojo. “Es suficiente, Rook –déjalo ir.” “Pero no podemos dejar que reporte que nos encontró,” ella señaló. “Tenemos que liquidarlo.” “Olvídalo,” Scott le dijo más enérgicamente. “Ellos ya están al tanto de nosotros, o no hubiéramos tenido esa pequeña escaramuza allí atrás. Regresemos.” Rook miró con ira la imagen en pantalla de Scott, luego comenzó a reducir la velocidad del VT de su rumbo de persecución. Ella no pudo sino notar cuán bella era la tierra debajo de ella –colinas y praderas verdes, en asombroso contraste con la esterilidad de las tierras altas. Ella vio un pueblo y alertó a Scott de su hallazgo. “Parece que no hay nadie en casa,” ella comentó mientras los dos Guerreros completaban un vuelo de inspección rápido. Scott estuvo en silencio por un momento, luego dijo: “Será perfecto.” “¿Perfecto para qué?” ella le preguntó. Pero él no tuvo más para decir.
Scott ordenó llevar a los Veritechs allí e instruyó a Rand que auxiliase a Lunk con cualesquiera reparaciones que el APC requiriese; después los dos hombres debían unirse a los otros en la ciudad, pero Marlene y Annie debían esperar hasta que recibiesen la señal de todo claro antes de bajar de las colinas. Una inspección de edificio en edificio del lugar reveló poco al modo de provisiones, pero Lancer encontró de casualidad un ítem que impulsó un plan para voltear posiciones sobre los Invid Troopers en la colmena cercana –así como también llevar a cabo la sorpresa más prosaica que Scott había pensado para Annie. Lo que él había encontrado –oculto en un granero en los alrededores del pueblo– era un dispositivo conocido como un bio-simulador, un instrumento potenciado a Protocultura que era capaz de imitar las emanaciones de energía de una reserva del tamaño de un aprovisionamiento de la sustancia pura. No había sido desarrollado por la resistencia sino por los estafadores del mercado negro al final de la Segunda Guerra Robotech, para atraer al personal de la Cruz del Sur a sus muertes. En primer lugar en el plan adaptado de Scott estaba un edificio inusual que dominaba el pueblo, una estructura circular con una cúpula con columnas adornando su techo en forma de domo que una vez sirvió como una armería. La instalación de la estructura del bio-simulador requería cierta cantidad de esfuerzo grupal para ocultar el tendido eléctrico y tales cosas, pero el plan original, el prosaico, requería poco más que instalar varios lanzacohetes estratégicamente ubicados y ceder algunas de las provisiones que el equipo había traído consigo del complejo subterráneo de las Montañas Rocallosas. Los luchadores de la libertad se dividieron en dos grupos, con Rook y Rand manejando las tareas internas mientras que Lunk y Lancer trabajaban juntos armando el edificio armería con cargas. Scott hizo lo que hacía mejor: supervisaba. Luego Rand fue enviado a traer a las dos mujeres.
“Supongo que los cumpleaños son días muy especiales,” Marlene estaba diciendo consolablemente. “Desearía poder recordar si alguna vez tuve uno.” “Oh, has tenido uno,” dijo Annie. “No hay posibilidad de lo contrario.” “¿Siempre te hacen infeliz?” Annie trajo sus rodillas a su pecho y colocó su cabeza en sus manos. “Sólo digamos que es difícil estar feliz cuando cada uno de tus cumpleaños ha sido un desastre.” “¿Pero Annie, fueron todos ellos malos?” La joven muchacha estaba resollando fuerte y repetidamente ahora, sus ojos cerrados. Hubo un tiempo, ella recordó, cuando las cosas pudieron haber sido placenteras pero no lo fueron. Un tiempo antes de la invasión Invid, cuando sus padres y el Sr. Widget aún estaban vivos, cuando las Tierras del Norte estaban embrolladas en la guerra con los Maestros Robotech, y las Tierras del Sur prosperaban. Antes de las bombas... cuando ella aún tenía un hogar. Ella pudo verse en esa simple casa entejada, vestida con sus pantalones amarillos y su blusa, leyendo la tarjeta que ellos le habían dado y mirando al pastel que su mamá había comprado en el mercado, dejada sola para resolver el por qué ellos no podían quedarse para disfrutarlo con ella, porque ellos siempre parecían tener cosas más importantes que hacer. Ella aún podía oír la voz de su madre: Tu padre y yo no regresaremos hasta tarde, Annie, así que cuando hayas terminado tu pequeña fiesta, asegúrate de dejar completamente limpios todos los platos y vete a la cama a una hora razonable, ¿está bien? Bueno, adiós, cariño, y, oh sí, feliz cumpleaños... “No recuerdo cuántas veces rogué que pudiera tener una sola vez una fiesta de cumpleaños real con amigos y familia como todos los demás en el mundo entero.” “No pienso que haya algo peor que estar sola en tu cumpleaños. Bueno, supongo que no estaba completamente sola... al menos mi amigo el Sr. Widget estaba allí para ayudarme a comer mi pastel de cumpleaños.” “¿Quién?” “Era mi gato... Está muerto ahora...” “Oh,” Marlene dijo suavemente, tratando de comprender. Annie levantó la vista hacia un cielo amarillo pálido, recinto de nubes color lavanda. “Cielos, ¿cómo es que oscureció tan oscuro? Me pregunto dónde estarán los otros.” El sol ya estaba abajo ahora. “Gracias a Dios no será mi cumpleaños por mucho tiempo más,” ella suspiró. De repente las dos mujeres oyeron gruñidos viniendo de los árboles detrás de ellas. Ellas se abrazaron mutuamente y esperaron lo peor. Los refunfuños se volvieron más fuertes, y Annie empezó a gritar, agarrando a su amiga; entonces Rand apareció de la oscuridad con un gran hola y una sonrisa en su cara. “¡Rand, pelmazo!” Annie gritó. Él bufó y caminó hacia ellas. “Está bien, está bien, cálmate. Debí haber sabido que ustedes serían un manojo de nervios para ahora. Pero pongámonos en marcha; tenemos que reunirnos con los otros.” “¿Pero dónde está el Cyclone?” Marlene quiso saber, su brazo aún alrededor de los hombros de Annie. Rand sacudió su cabeza. “Me temo que no les puedo ofrecer un paseo. Es demasiado arriesgado usar cualquiera de nuestros mechas. Toda esta área está atestada de Invids.” Marlene jadeó. Extrañada de no sentir su presencia. “Scott y los otros están escondidos en la aldea,” Rand agregó después de un momento. “No hay manera de que podamos cruzar.” “No puede ser...” dijo Annie. Marlene le dio un abrazo tranquilizador. “Me temo que será otro cumpleaños sin una fiesta, Annie. Los sentimos.” Rand hizo un sonido de burla. “Odio decirles esto, pero tenemos cosas mucho más importantes en que preocuparnos que el cumpleaños de Annie. Ahora, vámonos.” Él las guió por el bosque hacia el borde de la colina que descollaba sobre el pueblo, tratando de mantener aquella misma mirada penetrante que no revelaría la sorpresa. Pero él sabía que la actuación debía estar matándola y comenzó a preguntarse sobre el lado más siniestro de las sorpresas. “Es aquella casa grande allí abajo a la izquierda,” él gesticuló. “Tenemos que correr hasta allá.” “Que sitio más tenebroso,” Annie dijo, enterrando su cara en el pecho de Marlene. “Me da miedo.” “¿Estás seguro de que Scott está allí abajo?” “Todos están allí abajo,” Rand le dijo. “Al menos, lo estaban cuando me fui. Espero que nada haya sucedido.” Él se puso en marcha colina abajo. “Síganme.” Era una simple cosa de ladrillo con una chimenea larga, ventanas y puertas con las partes superiores curvas, y dos buhardillas pequeñas. Ellos estaban ocultos juntos detrás de un árbol al borde de la acera. Rand corrió a la puerta y les hizo un gesto para que se le unieran en silencio pero rápidamente. Annie estaba haciendo sonidos de susto. “Está oscuro aquí dentro, así que tengan cuidado,” él les advirtió al abrir la puerta. “Scott, estoy de vuelta,” él susurró en la oscuridad. “¿Dónde estás?” Annie fue la última en cruzar la puerta, y para entonces Marlene y Rand habían desaparecido. Ella los llamó, silenciosamente al principio pero con pánico creciente en su voz. “¿Qué les sucedió a todos?” ella preguntó implorando mientras se movía por el piso, incapaz de ver su mano delante de su cara. “¿Por qué siempre todos me abandonan?” “Annie, por acá,” alguien la llamó de alguna parte. “¿Rook, eres tú?” ella respondió, su voz un trémolo. Repentinamente hubo destellos de luz en la negrura, luego una brillantez de la que ella tuvo que ocultar sus ojos. Pero de nuevo alguien la llamó: “Abre tus ojos, Annie.” Y cuando miró, ella vio a todos sus amigos, reunidos alrededor de una mesa redonda que había sido puesta para siete, con platos y copas de vino y bandejas de alimento y una torta de cumpleaños grande decorada con diecisiete velas. Y todos le estaban deseando feliz cumpleaños. Lunk estaba parado sobre ella con el pastel en sus manos. “¿Me están tomando el pelo?” ella les preguntó. “Es tu favorito,” él le dijo. “Chocolate de menta.” “Y mira lo que hice para ti,” Rook dijo, mostrándole una bufanda de punto. “Feliz cumpleaños, Annie,” dijo Marlene. “Por fin.” Annie miró con fijeza a todos por un momento, encontrando que
no lo podía aguantar, y corrió afuera para llorar; allí
ella agradeció a las estrellas.
Traducido por Luis N. Migliore (Córdoba, Argentina) |