La Nueva Generacion - Symphony of Light1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 epílogo
¡Échenle agua! ¡Échenle agua! Reparo atribuido a Rand (no confirmado) al ver a la Invid Regis por primera vez
Entretanto, en una pequeña sección de esos cielos del norte formados en orden de batalla, una nave comando Invid verde y anaranjada estaba en un mano a mano con un Veritech, cada uno ensimismado en la feroz lucha sucediendo alrededor de ellos, como si estos dos hubiesen sido escogidos como combatientes representativos. Y en cierta manera lo habían sido... Para Corg, el príncipe alienígena, no existía pensamiento de derrota, sólo la gloria de la victoria. Mostrando una sonrisa maliciosa, él levantó el brazo cañón derecho de su nave y soltó un rayo de muerte color rojo al Guerrero que se aproximaba. Pero Scott estaba bien preparado para ello y ya pensando al Beta a través de un tonel de prevención; él regresó dos disparos al uno de Corg, reconfigurando a modo Battloid cuando el VT cumplía un ciclo completo. Corg se lanzó a izquierda y derecha, casi de modo juguetón, luego arrojó a su nave en un asalto frontal, aún cuando el rifle/cañón del Battloid continuaba vertiendo energía en su dirección. Las dos naves chocaron y se asieron en el medio del aire, los propulsores manteniéndolos arriba mientras ellos se golpeaban mutuamente con puños blindados. Scott trató de bajar el cañón sobre la coronilla de la nave, pero Corg atajó el golpe y castigó al VT con golpes de cuerpo. Scott torció y lanzó a su contrario lejos; una vez más él puso el cañón en juego, y una vez más Corg pareció librarse de los intentos riéndose. La voz del alienígena bulló por la red táctica: “¡Tus lastimeros intentos hacen tu derrota por mis manos mucho más agradable!” Scott bufó. “¡Estaré satisfecho con aburrirte hasta la muerte, entonces!” El Battloid tenía el cañón en ambas manos ahora; la primera descarga cerrada erró, y la segunda impactó inocuamente contra la coronilla de la nave comando. En respuesta Corg soltó una multitud de misiles de los compartimentos montados en los hombros de su nave, y Scott respondió con un número igual de los suyos. Los misiles se destruyeron unos a otros en el medio del aire entre las dos naves, pero Corg había seguido a sus misiles hacia Scott, emergiendo del humo y llevando el pie metálico de su nave contra los módulos de control del VT antes de que Scott tuviera la oportunidad de tomar acción evasiva. Descargas eléctricas chasquearon por el interior de la cabina del Beta como rayos de verano cuando los circuitos se frieron y los sistemas hicieron cortocircuito. Scott estaba sentado indefenso en el asiento mientras sacudidas fluían por su armadura y las pantallas pregonaban las últimas advertencias. La nave de Corg estaba detrás de él ahora, el cañón levantado. Scott pensó que él sentiría el golpe final contra la espalda del Battloid, pero en cambio Corg jugó su mano para insultarlo. Él fijó en la mira y liquidó los propulsores del Beta, incapacitando a la nave. El Battloid comenzó un lento descenso boca abajo, emanando humo espeso de su pierna y cuello... Corg lo observó por un momento, riendo en voz alta en su cabina, luego volteó para enfrentar a la media docena de Guerreros que repentinamente había aparecido para vengar a su comandante. “Qué peculiar,” él rió disimuladamente para sí. Él se situó en el centro de su asalto y les dejó dar sus mejores disparos, los que él evitó fácilmente. Luego, cuando ellos venían hacia él, él mostró sus dientes y contraatacó, eliminando al primero mientras éste lo pasaba velozmente, luego a un segundo, tercero, y cuarto cuando se esforzaban para entramparlo.
Cientos de naves Invid eran aniquiladas por mechas que ellas ni siquiera podían ver, mucho menos combatir. Escuadrones de Enforcers y naves Pincer eran borrados del mapa; Transportes Molusco explotaban antes que siquiera pudieran soltar su camada. Y sin embargo ellos continuaban viniendo, más y más de ellos.
“Quiero un reporte de estado completo sobre la entrada de la fuerza de asalto en Punto Reflex,” él exigió. “Continúan encontrando resistencia pesada, señor.” Reinhardt estudió los monitores y pantallas. “Si la ofensiva fracasa nos veremos forzados a usar los misiles neutrón S.” “Pero nuestras tropas...” dijo Sparks, alarmado. “Estoy consciente de las consecuencias,” Reinhardt le respondió severamente. “¿Pero hay elección? O los eliminamos y reclamamos el planeta o lo entregamos todo. Podemos tratar con la ética luego.” “Comprendo,” Sparks dijo suavemente. “El lanzamiento de los Guerreros Sombra está completo,” una técnica dijo por el enlace de comunicaciones. “Así sea, entonces,” dijo Reinhardt. “Deséeles buena suerte de mi parte, Teniente.”
“Todas las unidades reagrúpense,” ella decía a sus tropas. “¡Repelan a los invasores a toda costa!” Cuando ella giró para enfrentar su pequeña audiencia, sus ojos encontraron a Sera. “Tu deserción nos ha costado mucho, mi niña.” Nadie realmente entendió lo que ella quiso decir, menos que todos Sera. Era verdad que ella había frenado su mano cuando había llegado el momento de matar a Lancer, pero estaba fuera de su comprensión cómo su presencia en la batalla actual pudo haber afectado las cosas o alterado el resultado de algún modo. “No puede ser,” ella respondió a su Reina-Madre, sabiéndose culpable por primera vez. Lancer estuvo a punto de añadir algo, cuando vio a una de las celdas de la esfera de comunicación oscurecerse. Era la tercera vez que él lo había visto suceder, y repentinamente se le ocurrió que la esfera estaba ligada no solo a la Regis de cierto modo directo sino a su descendencia también. Él volvió su atención a las imágenes de la batalla de nuevo: Un escuadrón de Enforcers estaba siendo diezmado por el fuego láser arrojado desde lo que parecía ser espacio vacío; y cuando las últimas de las naves fueron destruidas, otra celda palideció y desapareció. Annie lo notó, también. “¡Hey, miren eso!” ella dijo, señalando al pedazo oscuro en el lado de debajo de la esfera. “Pierde poder con cada pérdida Invid,” Lancer explicó. “¿No es así, Regis?” La alienígena lo miró hacia abajo imperiosamente. “Eres perceptivo, Humano... Y como has observado, nuestra raza entera siente la pérdida cuando incluso uno de nuestros hijos deja de existir.” El dolor que ella debe haber conocido, Lancer se encontró pensando. Aún durante el curso del año pasado, para no decir nada de lo que había sucedido antes, con los Maestros Tirolianos, luego Hunter y los así llamados Sentinels... “¡Esos Guerreros Sombra los están masticando!” Lunk se entusiasmó cuando más y más naves Invid desaparecían en explosiones ardientes y fuegos cruzados aparentemente sin origen. Lancer dio un paso hacia el pilar de llama que era la Reina-Madre Invid. “Sus fuerzas no pueden detectar a esos Guerreros,” él le dijo. “Sus hijos están indefensos, ¿no lo comprende? Ahora usted es la única que puede poner fin a esta destrucción.” Inalterada, la reina lo observó. “Dos veces en nuestra historia registrada fuimos forzados a abandonar nuestro hogar y viajar a través de la galaxia... ¡Pero esta vez no nos iremos!” “¡¿No sabe cuando aceptar un no por respuesta?!” Lunk le gritó. “¡Sus hijos están muriendo!” Sera miró a Lunk, luego levantó la vista hacia la Regis. “Madre, tal vez debemos escucharlo...” “Usted tiene el poder para transformar cualquier mundo que escoja,” Lancer argumentó. “¡Algún planeta por el que no tendrá que luchar!” “Ustedes no pueden comprender,” la Regis dijo, casi tristemente. “Las Flores de la Vida existen en este mundo y sólo en este mundo. Son nuestra fortaleza; son nuestra vida. Sin ellas, pereceríamos.”
“Scott,” Marlene estaba diciendo, dando toques a su cabeza con un trapo humedecido. “¿Está un poco mejor tu cabeza?” Scott vio sangre en el trapo y llevó sus dedos a la herida. Hasta este sutil movimiento trajo una oleada de dolor a lo largo de su lado izquierdo; al menos sus costillas estaban rotas bajo la placa de pecho de la armadura. “Agh... ¿qué sucedió?” él gimió. Marlene señaló con un ademán al VT, “Fuiste derribado. Yo te vi caer y–” “¿Dónde está el componente del Beta?” Él trató de levantarse y cayó; Marlene descansó su mano y mejilla contra el pecho de él. “No deberías moverte, Scott. ¡Quédate aquí conmigo!” “Tengo que regresar...” Él vio que ella lo estaba mirando fijamente de un modo peculiar y no pudo entenderlo. Las revelaciones del día anterior y la secuencia dentro de la cámara de la colmena se perdieron para él. “¿Marlene, qué sucede?” él le preguntó, casi cautelosamente. “Yo... yo no sé cómo explicarlo,” ella tartamudeó. “Me siento tan extraña, tan preocupada por ti... ¿Crees que podrías amarme, Scott? ¿Aún si sólo fuera por un ratito?” Algo de aquello estaba volviendo a él ahora, escenas de batalla, ¡recuerdos de Corg! Él la miró como si ella estuviera loca por estar diciendo estas cosas. “¡Marlene, sólo soy capaz de una cosa, y esa es combatir al Invid!” Rehusando sus labios ofrecidos, él logró abrirse paso a través del dolor y ponerse de pie. Marlene lo persiguió cuando él salió corriendo. “Pero, Scott,” ella gritó, “¡Yo te amo!”
“Creo que necesitas algunas lecciones sobre cómo maniobrar, muchachito. Mi abuela podría hacerlo mejor.” “Muy bien,” él le dijo con la misma voz bromista. “Pero la próxima vez que estés en problemas, no vengas a mí por ayuda.” “¿Quién irá a quién por ayuda?” Rand sonrió por la pantalla. “Yo también te amo.” “Lo mismo digo yo,” Rook comenzó a decir, pero el acercamiento de Corg puso un rápido final a la coquetería. Él los separó con fuego de su mano cañón. Ellos habían llegado a la escena demasiado tarde para ver lo que el alienígena había hecho a Scott, así que lo tomó a Rand por sorpresa cuando Corg se movió contra él mano a mano –algo raramente hecho en medio del aire– fácilmente quitando de un golpe el rifle/cañón del puño del Alpha. Rook miraba fijamente fuera de su cabina asombrada, observando a las dos naves empezar a pelear con los puños, yendo uno hacia el otro para intercambiar rápidas ráfagas de golpes, luego separándose sólo para propulsarse uno contra el otro de nuevo, tratando de golpearse fuertemente en las caras. Pero Rand estaba más que todo ingenioso, y de algún modo él logró meter a la nave Invid en un tipo de llave nelson, que dejó a Corg vulnerable a todos los disparos frontales. “¡Está bien, lo tengo!” Rook oyó a Rand gritar por la red. “¡Dispárale!” Rook trató de oprimir el botón del gatillo del HOTAS, pero sus dedos simplemente se negaron a obedecer la orden. Si ella no le daba al alienígena precisamente, Rand sería destruido junto con él. el rostro de ella estaba adornado con gotas de sudor y el HOTAS estaba temblando en su puño como si paralizado, pero ella no pudo resignarse a disparar con la seguridad de Rand implicada. Él le estaba gritando, diciéndole que no se preocupara... Corg estaba tan confundido como Rand: el Battloid rojo tenía un tiro limpio hacia él, pero en lugar de disparar el piloto se estaba precipitando contra él, tratando de golpearlo con el cañón del mecha. Era un disparate táctico y uno que le dio todo el tiempo que necesitaba para revertir el asimiento del Battloid. Corg sonrió falsamente para sí y disparó una carga en el brazo derecho de su contrario, cortándoselo a la altura del codo; luego abrió de par en par los brazos de la nave comando para propulsar al mecha humano hacia atrás. Encendiendo sus propulsores ahora, él se zambulló contra la nave roja, golpeándola con suficiente fuerza para aturdir a la piloto del mecha. Rook volvió en sí cuando la nave de Corg estaba emergiendo en su puerto de observación delantero, la mano cañón preparada y apuntada hacia ella. Pero justo entonces Rand golpeó con un ariete a la cosa por detrás, y aunque él había logrado interrumpir el disparo de Corg, él recibió la ráfaga que había sido dirigida a ella. Rook pudo oír el grito de él perforar la red cuando su Battloid lisiado comenzaba una lenta caída de espaldas, sangrando humo y fuego y soportando disparo tras disparo de las armas de Corg. Rook apareció por detrás para tratar de disminuir la velocidad de su descenso, pero Rand protestó ruidosamente: “Rook, es inútil... Él viene para otra vuelta. ¡Tienes que salvarte!” “¡Estás loco,” ella le dijo, “no te dejaré ir ahora!” Corg tenía los dos Battloids centrados en su mira y estaba preparándose para disparar el que aniquilaría a ambos, cuando un estallido de energía inesperadamente impactó contra la espalda de su nave. La voz de Scott apareció por la red táctica cuando Rook vio a la sección componente del Beta aparecer en la vista. “Saca a Rand de aquí. Me haré cargo de las cosas de ahora en adelante.” “Entendido,” ella exclamó, envolviendo los brazos de su mecha más estrechamente alrededor de los de su amigo lisiado. El Beta y el mecha alienígena acometieron de nuevo, sólo que esta vez ambos sabían que sería de veras. Bastante de la memoria de Scott había regresado para hacerlo consciente de lo que Corg le había hecho. Las dos naves giraron a través de una serie de trucos y vueltas, caídas y ascensos de impulsión, golpeándose mutuamente con misiles y descargas cerradas de sus cañones. De nuevo, multitudes de misiles se vertieron en los cielos y se encontraron en explosiones atronadoras, arrojando luz furiosa a través del campo. Pero entonces Scott vio un modo de rapiñar la técnica del piloto alienígena: Él hizo un movimiento como si fuera a combatir a Corg mano a mano, entonces soltó clandestinamente un compartimento completo de buscadores de calor mientras Corg revoloteaba con los brazos abiertos e indefenso. Incluso Corg no estaba consciente de cuánto daño los Bludgeons había hecho a su nave y descansó por un momento, cumplimentando al piloto Humano en lo que había sido una inteligente aunque solapada maniobra. Pero de repente los sistemas automáticos de su nave estaban destellando la verdad, mientras las primeras explosiones estaban envolviéndolo, chamuscando carne y hueso de la forma humanoide que había sido creada para su joven alma... Scott escudó sus ojos. Fuego y nutriente verde parecían salir a chorros de la nave al mismo instante que la explosión lo partía, brazos y piernas volando en direcciones diferentes. Pero tan importante como lo había sido para él personalmente, Scott la entendió por lo que era: una batalla menor en una guerra que aún estaba bramando a todo su alrededor.
“Sí,” añadió Rook, “no podemos sacarle ni una palabra.” “Preferiría no hablar sobre ella,” Scott comenzó a decir. Pero sin advertencia Rand estaba sobre él, la cabeza vendada o no, sus manos rasgando la armadura en el cuello de Scott. “¡Me lo dirás te guste o no! ¿Crees que puedes abandonar esta cosa así como así? Ella tiene cierta idea loca de que te ama –como si ella tuviese alguna idea de lo que eso significa. ¡Pero tú te encargarás de que ella lo entienda, amigo! Pienso que la habrías amado, también, si no hubieses descubierto que era una Invid.” Rook los separó. Luego ella tuvo unas cuantas cosas propias para decir a Scott. “Deja de torturarte por tu novia muerta y vuelve a la vida, ¿lo harás?” “¿Cómo podré olvidar alguna vez que ella fue muerta por el Invid –por la raza de Marlene?” “¿Así que vas a abrigar eso contra Marlene?” Rand bulló. “No fue como si ella hubiese tirado del gatillo, sabes. Además, ¿qué hay de todos los Invid que tú y el resto de las tropas de Hunter mataron? Esta guerra nos ha hecho víctimas a todos nosotros. ¿Cuándo te darás cuenta que el Invid es nuestra última excusa para la guerra?” “Rand, te has vuelto loco –tú te has obsesionado por la batalla. Ellos lo comenzaron; ellos atacaron nuestro planeta–” “Escucha, han habido guerras antes de que siquiera escuchásemos del Invid o de los Maestros Robotech o de los Zentraedi. Tú podrías haber perdido a tu Marlene luchando contra otros humanos.” Scott sacudió su cabeza en incredulidad, pero aún así sintió cierta rectitud en las palabras de Rand. No en la manera en que él lo estaba diciendo; más al modo de los sentimientos que él estaba tratando de expresar, las sensibilidades... Después de un momento, él dijo: “Si sólo hubiésemos podido evitar esto...” Scott Bernard podría haber pedido con igual razón negar
su propio nacimiento.
Traducido por Luis N. Migliore (Córdoba, Argentina) |