La Nueva Generacion - Symphony of Light1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 epílogo
El así llamado punto de disparo era aquel punto en el cual la producción de la Flor habría provisto a la Regis con provisiones adecuadas de nutriente líquido para la conversión de sus zánganos que invernaban en la colmena a la forma cuasi Humana. Una vez que esto fuera realizado, sus soldados con sus naves abastecidas de combustible de Protocultura –los Troopers, Pincers, y Enforcers, habrían sido liberados para erradicar la población Humana restante, incluyendo aquellos que habían comprendido la fuerza laboral en las granjas de Protocultura, las que (con más que suficiente Protocultura a mano para mantener un ejército permanente) habrían sido cerradas. Probablemente... ¿Pero esta raza entonces reformada habría reanudado donde habían dejado en Optera? ¿Continuarían empleando la Flor que había sido parte central en su sociedad allí? ¿Se habrían en cierto modo Humanizado por la Reforma?... Estamos abiertos a sugerencias. Zeus Bellow, El Camino a Punto Reflex
Aunque los Guerreros Sombra habían tenido inicialmente éxito en diezmar las filas enemigas, la desigualdad había cambiado ahora. Las hordas alienígenas estaban ahora penetrando las líneas de avanzada de Reinhardt y lanzando ataques contra las mismísimas naves de guerra de la flota. Por lo tanto, los contingentes de Guerreros Sombra habían regresado para proteger sus naves madres, dejando vastas regiones del espacio desprotegidas y vulnerables a la infiltración. Y aunque el escudo barrera de la colmena había sido quebrantado, la tropas terrestres Terrícolas aún tenían que conseguir entrar al mismísimo Punto Reflex. Reinhardt, por supuesto, no tenía modo de saber que seis Humanos no sólo habían estado dentro de la colmena sino que habían confrontado a la Invid Regis cara a cara. “¡Tres cruceros destruidos!” Sparks reportó desde su estación de trabajo mientras la nave insignia era mecida por otra descarga cerrada de fuego enemigo. “Nos están sobrepasando, Comandante. ¡Hasta los Guerreros Sombra no pueden detenerlos!” Reinhardt giró en la silla de comando para estudiar una de las pantallas delanteras de amenaza. “¡Vuélenla! ¡¿Qué en el nombre del cielo impide a los hombres de Harrington penetrar esa colmena?!” “Señor, las Divisiones Segunda, Tercera, y Quinta están reportando bajas extremadamente graves. No puedo contactar al Decimocuarto en modo alguno.” Reinhardt maldijo. Si el decimocuarto fue eliminado, significaba que la responsabilidad por el asalto entero había caído sobre los escuadrones de Cyclones. Y ellos tendrían que realizarlo sin apoyo aéreo. “A este paso no seremos capaces de resistir por más de unas cuantas horas,” Reinhardt murmuró. “Ordene a uno de los escuadrones de Guerreros Sombra prepararse para un asalto directo contra la colmena. No me importa cómo lo logren –aún si tenemos que hacer retroceder a todos para una maniobra de distracción. Diga al comandante de la escuadra aérea que estoy instruyendo a los cruceros en la flota que concentren su poder de fuego en el sector seis. Les garantizaremos un agujero, pero el resto depende de ellos.” Sparks giró hacia sus tareas. Reinhardt contuvo su aliento y esperó.
“Este planeta retiene el espíritu maligno de los Maestros Robotech,” ella dijo en voz alta a Sera y a los tres Humanos. “Si una rasa o la otra emerge victoriosa es de poca importancia ahora, porque tal odio tan persistente sólo engendrará un odio mayor en la raza que sobreviva. Este mundo está contaminado, y acabo de comenzar a comprender...” “El conflicto rabiará de generación en generación a menos que hasta el último Humano sea eliminado, y eso todavía no será suficiente. Porque hemos heredado esa tendencia maligna. Nuestro estanque genético está contaminado por ella.” Encapullada dentro de su columna de fuego blanco y frío, la Regis giró lentamente para mirar haca abajo a Sera. “Mi niña, esto no es lo que buscábamos. Esto no es por lo que hemos viajado tanto para alcanzar. Pero comienzo a ver un camino libre de la traición que nos ha entrampado... la verdad que me negué a asir en Haydon IV. Es casi como si él me hubiera estado hablando a través de las mismas extensiones del espacio y el tiempo... como si él tuviera cierto vislumbre de las injusticias que él desató aún entonces, cuando sus Maestros dirigieron en primer lugar su codicia contra nosotros...” Ella pudo ver la imagen de Zor en el ojo de su mente, y le vino a ella ahora que la Flor había sido la causa de que todo ello estuviese a punto de cerrar el círculo completo de su largo viaje. Que la Protocultura que él había invocado de sus semillas iba a proveerle de la energía que ella necesitaba para completar el Gran Trabajo y ascender con sus niños a un plano superior, al no corporal finalmente, esa dimensión eterna. Ninguna cadena terrestre que los amarrase... ninguna emoción, ninguna lujuria, sólo las alegrías y los éxtasis continuos que pueden ser encontrados en ese reino de puro pensamiento. ¿Pero pudo él haber visto realmente esto desde el principio, pudo haber sido tan omnisciente? ella se preguntó. Tal visión precisa, tal increíble realteración y reforma de los eventos... Enviando su nave lejos a este mundo, luego atrayendo a los Maestros y a sus enormes ejércitos aquí, sólo a fin de que la Flor pudiera echar raíces y florecer, de modo que los Invid pudiesen seguir. Y ahora estas naves que regresaban con sus depósitos no utilizados de Protocultura –destinado desde el principio a ser su compañero en el nuevo orden. Ella había estado tan mal descarriada al asumir la forma de él; al hacerlo así ella había sido capturada por la rabia y los miedos y las emociones que la cegaron al propósito verdadero de la Protocultura. No era simplemente suministrar a los mechas con la habilidad para transformarse e interactuar con sus pilotos conscientes; su propósito era combinarse con la raza que había pasado eones cultivando su fuente. Ellos habían usado las Flores para nutrimento y sustento y ayuda espiritual, y durante todos estos milenios la Flor había estado tratando de ofrecerles algo más. Y Zor había actuado como el catalizador. “Mi niña,” la Regis continuó, “Veo ahora el nuevo mundo que nos llama. Y debemos consumirnos y unirnos con esa vida bendita que provee nuestro pasaje.” “¿Entiendes lo que está diciendo?” Lancer preguntó a Sera cuando la Regis pareció unirse con la esfera de la cámara. Sera asintió con la cabeza, su atención aún fijada en las escenas de la batalla mostradas allí. Lunk y Annie quedaron boquiabiertos cuando la última vista fue mostrada en la cámara interior: Guerreros Sombra, visibles ahora, perforando la envoltura protectora de la colmena. Y Punto Reflex estaba comenzando a reaccionar a su ingreso. Luces de colores empezaron a destellar estroboscópicamente dentro de la cámara desde fuentes invisibles, disolviendo los arreglos nerviosos semejantes a una telaraña que la soportaban y sacando una marea amenazadora de despojos orgánicos de aquellas celdas que se desintegraban. “Bien, la partida puede estar decidida, pero se le acabó el tiempo,” dijo Lunk. Sera partió en dirección a su nave comando, pero Lancer extendió su brazo para detenerla. “Déjame ir,” ella le suplicó. “Debo proteger a la Regis y a la colmena hasta que ella haya asegurado nuestra partida.” “Deseo ayudarte,” Lancer le dijo. Ella dejó de luchar y giró hacia él. “Estarás luchando contra tu propia gente.” Con los labios firmes, él asintió con la cabeza. “Si ellos supieran lo que sé ahora... comprenderían.” “Nosotros comprendemos,” Annie lo alentó. Ella agarró el brazo de Lunk y lo guió hacia el APC. “Ahora salgamos de aquí antes de que todo este lugar sea destruido.”
“¿Señor?” Sparks dijo desde su puesto de servicio. Reinhardt lo miró cansadamente. “No tengo alternativa... quiero a todos los misiles neutrón armados y listos para un lanzamiento inmediato contra Punto Reflex.” Sparks giró hacia su consola. Reinhardt escuchaba mientras sus órdenes eran radio transmitidas al resto de la flota. Él se preguntaba qué estarían pensando los otros comandantes de él. Pero no había alternativa; ellos tenían que comprender que... “T menos cincuenta y contando,” él oyó a Sparks decir. Al borde del espacio Terrestre, los propulsores de dos docenas de naves radiocontroladas en forma de hongos llamearon brevemente, propulsando sus ojivas de combate armadas hacia la zona objetivo.
“Lo considero un honor estar luchando codo a codo contigo,” Sera le dijo por el enlace de comunicación. Sí, ambos estamos luchando del mismo lado ahora, él pensó. Y en cierto sentido ellos eran una fuerza de contraataque no aliada, separada de la causa Humana así como de la del Invid. “Sabes, he estado pensando en cómo nos conocimos...” él dijo sugerentemente. “¿Lancer, sería posible para ti amar a alguno de mi raza?” Él recordó a Marlene. Y Scott. “Creo que podría. ¿Y qué de ti?” Ella suspiró por la red. “Sólo espero que tengamos tiempo para averiguarlo.” Dos Battloids Sombra se les estaban acercando rápidamente desde el confín del pasillo.
Reinhardt estaba de pie en el centro de control ahora, los bello mares y las nubes de la Tierra llenando los puertos de observación del puente. Explosiones de breve vida destellaban a través del campo, y lejos hacia proa un crucero agujereado flotaba abandonado en el espacio. Él ya había insertado la llave de anulación en la cerradura de la consola; él le dio un cuarto de vuelta y comenzó a armar los interruptores principales mientras el conteo regresivo continuaba. “Siete, seis, cinco, cuatro...” Reinhardt golpeó los circuitos secundarios y bajó de golpe el cruce final; ahora los misiles S estaban más allá del control de cualquiera, no importa qué siguiera. “Tres, dos, uno, ¡cero!” Reinhardt pudo discernir estallidos de luz blanca debajo de él contra la faz aparentemente tranquila del planeta. “Dios me perdone,” él dijo en voz baja.
“El ataque final ha empezado. Y un terrible error se ha cometido. Pero en la búsqueda de alcanzar nuestra propia meta veremos que estas criaturas tengan la oportunidad de alcanzar la suya también. La sombra de los Maestros Robotech ha gobernado este mundo por demasiado tiempo... ¡Ahora será dispersada!”
Repentinamente dos Guerreros Sombra más aparecieron velozmente en la vista. “¡Nunca seremos capaces de detenerlos a todos!” él voceó a Sera. Ella estaba a punto de contestar cuando disparos inesperados desde detrás de ellos devastaron a los intrusos. Lancer giró para encontrar al VT de Scott detrás de ellos en el pasillo. “Imaginé que podrían necesitar algo de ayuda,” el teniente dijo de plano. “Eres una vista bienvenida, Humano” Sera le dijo. “Sí, bueno me encantaría quedarme y charlar sobre ello,” Scott dijo después de un momento, “pero sugiero que salgamos de aquí inmediatamente.”
En el asiento de la escopeta del APC, Annie engullía y encontraba su voz. “¡Lunk,” ella dijo, señalando, “dime qué está sucediendo!” Como si él pudiera explicarlo. La colmena había pasado de un color carmesí, casi un color rojo sangre a un azul acerado. También era más transparente ahora, y ciertos tipos de enormes nudos esféricos se habían hecho visibles en las cavidades profundas del domo –tal vez aquellos mismos dispositivos de comunicaciones redondos debajo de los que Lunk y Annie habían estado sólo minutos antes. Con la envoltura barrera desaparecida, los Guerreros Sombra tenían acceso directo a la guarida de la Regis, pero no podían acercarse debido a las descargas eléctricas intensas que estaban surgiendo a lo largo del área. Y de algún modo la voz de la reina Invid los estaba alcanzando a todos ellos en donde luchaban, morían, o esperaban. “Escúchenme, mis niños,” ella salmodió. “Cuando sentimos los primeros indicios tenues de los recursos de la Flor de la Vida en este mundo, pensamos que finalmente habíamos encontrado el hogar que buscábamos.” La colmena era apenas visible ahora. Fue sumida en un tipo de vendaval turbulento de luz amarilla cegadora de la que rayos de energía en bruto se vertían al cielo, mientras que una red loca de relámpagos y descargas eléctricas a tierra danzaban sobre ella. Era más como una explosión contenida que otra coas, como si la colmena se hubiera convertido en un epicentro para la energía aleatoria de todo el mundo, como si los mismísimos procesos de la creación universal estuviesen reuniéndose y pasando a un ritmo extraordinario. La colmena se había convertido en la nave para el Gran Trabajo, la fusión de los opuestos –el pleroma. Aquí era el lugar de la reunión de los dragones alquímicos rojo y blanco: el punto de trascendencia. El aire crujía, vendavales locales desatados y nubes ondulantes desgarrando velozmente a través de cielos oscurecidos como si fuese una secuencia de marco de tiempo. Y la tierra estaba cambiando y reconfigurándose. Los árboles rendían sus hojas mientras un frío intenso barría desde todos lados, pequeños tornados girando alrededor de los fuegos solares que relucían dentro de la colmena. Las naves Invid –Scouts, Troopers, y Pincers– corrían hacia ella como insectos atraídos a la llama que los aniquila. “Hemos convocado a todos nuestros niños esparcidos por la galaxia para comenzar la vida de nuevo en este planeta. Comenzamos a reconstruir un mundo que casi había sido destruido por el mal. Y construimos los Posos de Génesis a fin de perseguir el camino de la evolución iluminada. Pero no fue suficiente.” Repentinamente la luz y la sombra parecieron revertirse así mismas, y el mundo se desangró de color. Donde la colmena había estado había ahora sólo una torre imposible de luz ámbar radiante, lanzándose a través de nubes de huracán con determinación cegadora, un pilar de energía en bruto pero orientada. Era un pilar circular de dos kilómetros de ancho de poder horrendo que hacía erupción de la colmena, tomando forma de hongo arriba con una cabeza redondeada casi peneal dentro de ese vacío femenino de encima, un millón de altos hornos en concierto.
Reinhardt y su personal del puente lo vieron venir y no habrían podido alejarse de ello aunque hubiesen tenido el poder de hacerlo; ellos estaban paralizados, de miedo, en cierto tipo de ensueño espléndido, casi santo. Delante de sus ojos la luz estaba cambiando de forma mientras perforaba la atmósfera de la Tierra y entraba al vacío del que había nacido. Era antropomórfico aquí, demudada en la cara de un dragón allí, con su boca con colmillos abierta ampliamente, su lengua una lengua de fuego solar, lista a engullir todo aquello que se atreviera a ponerse en su camino. Ella atacó como una serpiente, torciéndose y azotando como si encantada por su propia existencia; encantada por su inminente y última propia obra. Reinhardt vio a la criatura –a ella él llamó, una luz viva: energía y vida combinadas en una nueva e inimaginable escala– toparse con las ojivas de combate que él había lanzado contra ella, y vio a esas máquinas de la muerte aleadas fundirse y desaparecer en la estela de la criatura. Y él comprendió que éste iba a ser su propio destino también...
Algunas personas, en naves en el perímetro de la flota, vieron a esa torre crecer rápidamente desde la superficie de la Tierra como una lanza de luz pura, sólo para ser aunados mientras ella perforaba la noche con espirales de brillo inigualado entregadas por el planeta mismo, circundándolo por un breve momento como las capas que circundan un núcleo atómico. Puesto que esto realmente era un tipo de fusión orgástica cósmica. “¡Vengan conmigo!” la voz de la Regis resonó, como la música de las esferas celestes. “Abandonen este mundo y sigan al espíritu de luz mientras nos llama con señas hacia delante. Y dejen que nuestro adiós cure a este mundo lisiado y moldee de nuevo su destino.” Luego esa luz contactó a las naves de guerra de la flota principal y digirió y asimiló sus fortalezas y debilidades como lo había hecho con las bombas enviadas contra ella, incorporando dentro de sí misma todas las contradicciones e ironías y, sobre todo, la habilidad de la especie humana para hacer la guerra. El dragón pareció bostezar y bramar su triunfo mientras la luz se movía muy velozmente hacia el vacío. “Nuestro desarrollo evolutivo está completo,” la voz racial continuó. “A todos mis niños esparcidos por el cosmos... Síganme a un nuevo mundo, a un nuevo plano. Abandonen esta torturada vida y sigan al espíritu de luz mientras extiende sus alas y nos lleva a una nueva dimensión...” Y esos pocos que sobrevivieron hablaron de la transmutación
completa y total del rayo. A una cara felina con ojos azules brillantes,
a través de una que era seguramente Humana en forma. Y luego
se había reunido en una masa única... como un ave fénix
en vuelo, un pájaro radiante con alas extendidas más anchas
que el mundo que estaba dejando atrás, remontándose lejos
más rápido que el pensamiento a otro plano de existencia.
Traducido por Luis N. Migliore (Córdoba, Argentina) |