Los Maestros de la Robotecnia - The Final Nightmare

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Capitulo 16

Pequeña Hoja de Protocultura,
Esperando por nuestros paladares,
¿Dónde nos llevarás?
¡Flor de la Vida!
¡Trátanos bien!

Antigua canción de los autóctonos de Optera


Los Hovertanks no eran el tipo de transportación apropiada para cazar a fugitivos en la selva, así que el 15to tomó dos jeep y se alistó para ir al campo.

Había algo así como un aire de picnic en ello; cualquier receso del combate y del alerta de combate debía ser disfrutado, y nadie pensaba realmente que Dana iba a entregar a Bowie y a Musica a la PMG, aunque nadie estaba seguro de lo que ella haría. Así que cargaron los jeep con armas, aparejo de campo, raciones, equipos de detección, aparatos de comunicaciones, y el resto.

A la pregunta tentativa de Louie Nichols en cuanto a si ella tenía o no alguna idea de dónde Bowie iría, Dana habló evasivamente. Pero declaró, “Haremos esto según las reglas. ¿No es eso lo que siempre hemos hecho?”

Bueno, no, no fue así –sus palabras no los tranquilizó, pero su guiño travieso sí lo hizo. Los ATACs estuvieron mucho más contentos –excepto Angelo– cuando emprendieron el viaje, justo cuando el sol salió sobre el horizonte.

Sobre ellos, Zor observaba su partida desde la sala de alistamiento. Por una orden del alto mando del ECS, él no acompañaría a los cazadores. Él pensó sobre la fraseología de la orden, mientras los jeep desaparecían.

Desde su lugar ventajoso cercano, Nova Satori estudiaba la ruta que el 15to tomaba, y aceleró a fondo su Hovercycle.


La Protocultura era accesible a los Maestros sólo a través de las Matrices y las cantidades de suministro de poder que las Matrices producían. La fase germinal de la Flor de la Vida era contenida en un equilibrio algo así como aquel entre la fusión y la gravedad en el corazón de una estrella.

Pero a la larga, el impulso de la Flor de la Vida de florecer superaría cualesquiera medios de prevención alguna vez ideados, y eso estaba sucediendo ahora. Para empeorar las cosas aún más estaba el desastre de la pérdida de la nave insignia y su masa de Protocultura.

Todas las opciones de los Maestros Robotech ya habían sido agotadas; tendrían que atacar, con toda energía, inmediatamente, o perder los medios para hacerlo.


“Y esa es mi decisión, aprobaba por el consejo,” El Comandante Supremo Leonard estaba diciendo. “Lanzaremos una ofensiva final sin cuartel contra la flota alienígena comenzando a las mil trescientas horas hoy.”

Todas las preparaciones habían sido hechas en secreto. Nadie señaló ninguna de las cientos de insuficiencias estratégicas en el plan; en la Base Lunar ALUCE, Emerson oía las noticias por un enlace de comunicaciones directo al centro de comando, pero no hizo ningún comentario.

“Los echaremos de nuestros cielos para siempre o moriremos en el intento,” Leonard terminó.


Rayos de luz solar largos e inclinados despertaron a Musica. Ella tembló un poco, yaciendo sobre la chaqueta de Bowie con su propio abrigo sobre ella, pero el día ya estaba calentándose.

Ella oyó un sonido melodioso y abrió sus ojos. En una gran área abierta de agua cercana –un lago pequeñito, pero mucho más grande que cualquier cosa que ella hubiera visto alguna vez antes– un airón hacía un barrido a baja altura para aterrizar. Pájaros más pequeños se trinaban mutuamente en una sinfonía natural que la deleitaban y la asombraban.

Bowie no estaba junto a ella. Frotando sus ojos soñolientamente, ella miró a su alrededor en su búsqueda y vio el árbol debajo del cual ellos se habían refugiado la noche anterior. Un tremor corrió por ella cuando recordó lo que había sucedido entre ellos entonces, la más bella música de todas.

Todas las nubes se habían ido, dejando el espacio a un claro cielo azul; la humedad goteaba de las hojas y el aire estaba lleno del aroma de la renovación. ¿Cómo pude haber considerado a este planeta tan terrible? Es hermoso, es mágico –¡oh, tengo tanto que aprender!

Entonces ella lo divisó y lo oyó. Bowie estaba trabajando en el Hovercycle con herramientas de su pequeño kit. “Falta poco para irnos,” él dijo cuando ella lo llamó, luego se detuvo, dándole una mirada más larga. “Eres aún más bella al verte por la mañana que en la noche.”

“Tú también, Bowie.”

En otros pocos minutos estaban en el Hocercycle y yendo camino abajo. Musica nunca se había sentido tan libre, tan delirantemente feliz.


Bowie se orientó, y cambió su curso hacia su objetivo. Pronto, el montículo que era el montón de piedras en señal del entierro de la SDF-1 apareció en la vista.


Los Veritechs eran lanzados de la Base Fokker mientras los A-JACs eran introducidos en los transportes para el asalto. Las escotillas eran cerradas de los silos de misiles mientras blindados terrestres y unidades de artillería se desplegaban a posiciones defensivas contra el contraataque enemigo.

“¿General Emerson, usted está consciente de que el enemigo está en marcha con toda su flota, preparándose para atacar la Tierra?”

Emerson miró la cara llena de transpiración de Leonard en la pantalla. “Sí, señor.” Estaba consciente de ello, lo había esperado, y había ordenado a todas las fuerzas de la luna tratar de ayudar a salir adelante con ello.

“Usted se moverá al instante con todas las unidades bajo su comando y enfrentará al enemigo, mitigando su ataque y de otra manera dirigiendo toda su fuerza contra él,” Leonard ordenó. “Bajo ninguna circunstancia romperá contacto o se retirará; usted y su contingente están totalmente comprometidos, ¿me comprende?”

Una sentencia de muerte no era demasiado difícil de leer. “Sí, señor.”

Cuando Leonard cortó, Emerson giró hacia el Coronel Green. “Encuentra a Rochelle, por favor –oh, y a los Tenientes Crystal y Brown– y véanme en mi oficina. De la orden de estar listos; lanzaremos en diez minutos.”


Sean estaba al volante, Dana en el 90% del asiento, absorta en pensamientos.

Louie iba cabeza a cabeza con ellos de modo que Angelo pudo gritar, “¡Puede dejar de preocuparse acerca de qué va a hacer con ellos cuando los encuentre!”

Él estaba sosteniendo un par de binóculos computarizados y sacudió un pulgar hacia el camino detrás. “Tenemos una pequeña escolta con placas de la PMG en ella. Hovercycle.”

“¡Nova!”

Sean no pareció inquietarse. “¿Quieres perderla? Ajústese el cinturón, señora.” Él presionó el acelerador, y Louie hizo lo mismo.


En la base del montículo, Musica dijo, “¿Estás seguro de que éste es el correcto? ¿Dónde viste las Flores de la Vida?”

Había otros dos. Bajo uno descansaba la SDF-2, y bajo el otro los restos del crucero de batalla de Khyron el Traicionero.

“Éste es el correcto, estoy seguro,” Bowie dijo. En alguna parte en lo profundo de él estaban los restos del Almirante Henry Gloval, las técnicos de clase Kim Young, Sammie Porter, y Vanessa Leeds, y la tía de Bowie, la Comandante Claudia Grant –cinco nombres que sonaban en la historia de la Tierra y la Cruz del Sur.

“Bowie, este lugar me asusta.” El montículo era un alto otero hecho por el hombre arañado del campo circundante para cubrir los restos radioactivos del otrora defensor de la Tierra. La poca radiación de vida media era más segura de lo que lo había sido quince años antes, pero aún era un lugar en el que no se debía permanecer mucho tiempo. Sin embargo, ellos tenían que hacer lo que debían hacer.

“Confía en mí,” él dijo, tomando su mano de nuevo. Ellos entraron al túnel-cueva que él y Dana habían encontrado varias semanas antes.

A unos cuantos metros dentro, ellos se abrieron camino por sobre una roca y hacia dentro de un pasillo subterráneo. Era un pasillo de estructura prefabricada que había sido arrojada allí junto con tantas toneladas de ripio y escombros de edificios en el esfuerzo frenético para sellar herméticamente la radiación.

Le tomó varias afirmaciones repetidas a Bowie hacerle creer a ella que los murciélagos, las arañas, y otras criaturas susurrando alrededor de ella o escurriéndose sobre su cabeza no le harían daño.

El material de entierro que había sido apilado aquí hace tanto tiempo había sido originalmente nominado para su instalación en un nuevo edificio del gobierno. Caras redondeadas, siempre jóvenes y parecidas a un Buda miraban a los exploradores desde cada bloque formado por el vertido. Setas, musgos, y hongos había en abundancia. El agua se filtraba del techo y las paredes, para formar estanques salinos y de olor repugnante.

Bowie sentía su camino a lo largo de una pared, las puntas de los dedos cepillando por el légamo, mientras Musica iba agarrada a su codo. Con el tiempo, divisaron una luz más adelante y rápidamente fueron hacia ella.

Era una salida al espacio en el centro del montículo. Al momento que estaban a punto de entrar, una ventolera de polvo dorado, fino como la niebla, los golpeó.

“¿Qué?” la cabeza de Bowie dio vueltas y cayó sobre una rodilla.

“¡Bowie! ¿Qué sucede?” Ella se arrodilló a su lado.

Él sacudió su cabeza, despejándola. “Me sentí mareado por un segundo.”

“¡Las Flores! ¡Deben ser las Flores de la Vida!” Ella miró al espacio abierto en el centro del montículo. “¡Bowie, hemos llegado demasiado tarde!”

Algo estaba brillando estroboscópicamente y destellando sobre sus cabezas; ella corrió hacia eso, dejando que él la alcanzase. Él se tambaleó a través de la entrada y se mantuvo bamboleándose como si hubiera recibido un puñetazo.

Sobre ellos resplandecía algo que le recordó a él del diagrama de un átomo de un niño –una asamblea compleja de órbitas anulares que relucían con los colores del arco iris. Era de unos sesenta metros de ancho, suspendido sin sostén cerca del techo del lugar; parecía estar tocando notas como un carillón delicado.

Pero él sólo tuvo un momento para boquear; Musica dio un grito afligido. “¡Es justo como me lo temía! ¡Legamos demasiado tarde!”

Ellos estaban mirando hacia abajo en un vasto foso circular como un bosque tropical lluvioso trasplantado, en una sopa poco profunda de fluidos nutrientes. Allí las Flores de la Vida florecían en sus tríadas, algunas abriéndose para mostrar su estructura triple. La mayor parte de las yemas estaban aún cerradas con forma de una lágrima alargada y torcida, una forma que hizo a Bowie pensar al instante en la forma de los cañones de las naves madres. Entre ellas, también, soplaba el polen dorado.

Mientras miraban, más de las yemas se abrían violentamente, vomitando el humo dorado. Pero estructuras espóricas en las Flores también arrojaban semillas parecidas a sombrillas en miniatura, las que navegaban a la deriva hacia el techo, desafiando la gravedad y las corrientes de aire. Era como una lluvia moderada de semillas de diente de león destellantes en reversa.

Bowie trató de recordar sus clases de botánica y sacarle algo de sentido a ello. Las Flores se parecían a un tipo de angiosperma, produciendo el polen dorado, y sin embargo lanzaban esporas, como gametofitas. Él no pudo suponer cómo podría ser su ciclo vital alienígeno, o cómo ello calzaba con este asunto de la Protocultura.

Ella señaló hacia los pequeños y a la deriva parasoles, que para Bowie se parecían a semillas, pero las que ella insistía en llamarlas esporas. “Los Invid sentirán esto, dondequiera que estén. Probablemente están en camino hacia aquí incluso ahora.”

“¿Los Invid? ¿Quiénes son ellos?”

“¡Los enemigos de tu gente y la mía!” Eso era bastante cierto, sin embargo no decía la verdad, pero era todo lo que a ella se le había enseñado.

Hubo un susurro y una serie de pequeños sonidos bajos, como si algo vivo se estuviera moviendo por ahí en alguna parte en el conjunto de Flores. Bowie se esforzó por ver lo que era, u oírlo de nuevo, pero no pudo detectar nada.

Musica bajó acercándose más al vasto lugar en crecimiento, los tacos de las sandalias taconeando. Él la siguió, diciéndole que tenga cuidado.

Él nunca había estado seguro de exactamente a qué parte de la SDF-1 correspondía este espacio abierto –¿la cubierta de hangares, o el compartimento de Ciudad Macross?– pero estaba comenzando a sospechar que lo sabía.

Las plantas estaban creciendo tan densamente que sus tallos estaban comprimidos en una masa que parecía moverse y retorcerse por su propia voluntad. Él levantó la vista y vio que, mientras que las esporas lanzadas se elevaban a la deriva buscando liberarse por una abertura parecida a una chimenea en la cima del montículo, algo parecía estar confinándolas a la caverna. Tal vez aún había esperanza.

Él miró de nuevo a los brillantes y repiqueteantes rayos de energía, escuchando su canción. Había algo, algo que él parecía recordar...

Él trató de orientarse de nuevo, habiéndosele dicho desde que era un pequeño cómo la última batalla de la SDF-1 había sido luchada, cómo ella se había estrellado, y en qué configuración de mechamorfosis. Y entonces lo golpeó.

“Yo, yo sé donde estamos, Musica. Esta es la sección de máquinas, donde los motores Robotech sellados estaban, los motores que ni siquiera el Doctor Lang se atrevió a abrir.”

Él la agarró agitadamente, señalando hacia las órbitas brillantes. “¡Esta es la Matriz de la Protocultura! ¡Por la que los Zentraedi vinieron y atacaron la Tierra en primer lugar!”

La que Lang y Exedore y Gloval y los otros pensaron había desaparecido junto con el equipo de transposición espacial, después del salto catastrófico a la órbita de Plutón; la última Matriz de la Protocultura creada por Zor. La única en existencia.

Él conocía la historia de esa guerra mejor que casi nadie, porque él había visto copias de extractos del diario de su tía que aún circulaban en la familia, aunque los originales eran clasificados. Él sabía que una vez, una tregua había sido declarada entre los habitantes de la SDF-1 y los Zentraedi, la nave había sido registrada en busca de cualquier señal de la Matriz, y nada se encontró.

Pero él ya había aprendido de Musica que la Protocultura tenía sus propios Formadores, sus propios destinos que tejer. Seguramente, el ocultarse en los enormes motores sellados y desviar las emisiones de sensores o equipo de sensores pasivos de engaño sería una pequeña maravilla comparada con las otras cosas que había hecho. Y allí, suspendida sobre Bowie, cantando para sí, estaba la colección de anillos entrelazados que era la manifestación, en este plano de existencia, de la Matriz de la Protocultura.

Y sin embargo él no lo comprendía, él y Musica estaban siendo observados. El triunvirato de los espíritus que protegía los montículos estaba atento a lo que estaba aconteciendo, aunque el soldado y la Musa no tenían idea de que estuvieran allí. La hora de la largamente esperada liberación de los espíritus estaba cerca.

Bowie agarró los hombros de Musica. “¡Esta es la Matriz de la Protocultura! ¡Hemos hallado lo que ellos han estado buscando, por lo que han estado luchando por más de veinte años!”

Ella se movió para colocar sus brazos alrededor de él, para apoyar su cabeza contra su hombro. “Sí, pero la encontramos demasiado tarde.”

“¡No puede ser! ¡Tenemos que pensar en algo!”

“Oh, Bowie... si tuvieras alguna idea de lo que son los Invids, cuán horribles son–”

Guijarros pateados cayeron desde un reborde más arriba en la caverna. Bowie miró hacia arriba para encontrar que el 15to lo había seguido y, que después de haberse perdido, terminó de algún modo allí. “Dana, te lo advierto. No regresaremos.”

“¡No estamos aquí para llevarte de regreso, tontito!” ella sonrió falsamente.

Cuando sus compañeros de escuadrón bajaron hasta él y él les explicó lo que había descubierto, Bowie tuvo la dudosa diversión de verlos a todos con la boca abierta en shock. Él estaba más que sumamente interesado en la respuesta de Dana, sin embargo; esto no era algún nuevo capricho en la guerra, para ella –era parte de su herencia, una parte de ella.

Ella respiró las nubes doradas, mirando las tríadas coralinas de las Flores de la Vida. Ella sintió una extrañeza –no un vértigo o desmayo, sino algo más cercano a lo opuesto: como si ella estuviera siendo galvanizada en un nivel subcelular.


Nova se introdujo a hurtadillas por la penumbra, en el camino que los ATACs habían tomado. Ella tenía desenfundada su arma y estaba alerta a cada sonido; algo detrás de ella la hizo voltearse.

Zor hizo a un lado el cañón de la pistola suave pero firmemente, como si él estuviera tratando con un niño y el juguete de un niño. Sus ojos relucían en la oscuridad. “No necesitarás eso. Ven.”

Él se encaminó hacia la luz de la caverna. “¿Tú, tú me seguiste?” ella dijo.

“Sí. Ahora eres tú quien debe seguirme.”


Musica y el 15to oyeron un gemido y levantaron la vista para ver a Zor, los músculos tensos con agonía, las manos aferradas al largo cabello color lavanda, mirando locamente a las esporas a la deriva. Junto a él estaba parada Nova Satori.

Nova logró dominarse un poco. “Estoy aquí para hacer regresar a Musica al cuartel general,” ella dijo temblorosamente, luego lanzó otra mirada aterrorizada a Zor.

“No, no lo harás,” Dana contestó.

Nova descendió los escalones que unían su nivel con el de abajo. Pero cuando estuvo a medio camino allí, Zor, permaneciendo donde estaba, dejó salir un aullido atormentado.

“¡Esta planta es responsable de que me haya convertido en el monstruo que soy!” él jadeó, tambaleando por equilibrio allí al borde del reborde.

Él estaba sólo débilmente consciente de todos los que lo miraban. El aroma de las esporas y la presencia de la Matriz forzaron a sus memorias a emerger y a abrirse a él con la misma compulsión que hacía a la Flor de la Vida florecer. Él miró fijamente a los anillos resplandecientes de la Matriz, su creación.

“Yo robé el secreto de la Protocultura del Invid, y los traicioné. Yo fui traicionado a su vez, y mis contemporáneos se convirtieron en los Maestros Robotech.” Él se puso a gatas en el mismísimo borde de la caída.

“¡Pero finalmente me liberé de su voluntad! ¡Los desbaraté! Y me han traído de regreso como un clon, una y otra vez, esperando que les entregara mi mayor secreto. ¡Pero no lo tendrán!”

“¡Yo no se sobre eso,” Bowie dijo a gritos en la cámara de resonancia, “pero esto es todo lo que el Invid quiere” –pasando su mano en abanico cerca de las Flores de la Vida– “y están en camino!”

Eso pareció sacudir a Zor de regreso a una medida de realidad. Nova continuaba su descenso de los escalones. Ella no podía comprender cómo se había sentido atraída a Zor alguna vez, sentido tal atracción hacia él; ¿algún truco alienígena tal vez? El pensamiento la hizo enfurecer más.

“Podemos arreglar todo eso más tarde. Musica es aún mi prisionera, y me la llevaré de regreso conmigo.” Nova llegó al escalón inferior.

Dana se adelantó para bloquear su camino. “Lo siento, Nova. No.”

Traducido por Luis N. Migliore (Córdoba, Argentina)
www.robotech.org.ar

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