Los Maestros de la Robotecnia - The Final Nightmare1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26
Y las montañas en respuesta Himno Terrestre de la preguerra
La flota de Emerson estaba llegando a velocidad de flanco, para lanzarse sobre la retaguardia de los invasores. Con una orden que hizo engullir a su personal, Emerson ordenó que su nave insignia Tristar liderase el ataque. El equipo que le había dejado ejecutar su maniobra de la singularidad estaba fundido e inútil; esta batalla sería un mano a mano. Mientras que los fatigados elementos de batalla de Emerson se arrojaban en un ataque último, casi espasmódico, el avance de los Maestros vacilaba. Virtualmente todo lo capaz en la Cruz del Sur de dejar el suelo se elevó de la Base Fokker y una docena de otras bases, preparados para el Crepúsculo de los Dioses Robotech. Marie Crystal y Dennis Brown guiaron sus A-JACs hacia delante, y los Triumviroids se movieron en tropel para encontrarlos. Los mechas de la Tierra hicieron lo que pudieron para usar las tácticas que fueron exitosas contra los invasores para el 15to. Los grandes acorazados iluminaban la noche eterna con salvas de cañón. Los misiles dejaban sus rastros.
“Yo ya no soy parte de los militares,” Bowie dijo obstinadamente, apretando la mano de Musica. “El General Emerson lo es,” Nova invocó el nombre. “Y él está luchando con todo lo que tiene para salvar este planeta.” “¡No me importa!” Bowie prorrumpió. “Musica es mi amiga –no mi prisionera o mi enemiga, y tampoco la tuya, ¿me oyes? ¿Por qué no puedes dejarnos en paz?” Nova vio que todos los ATACs en silencio convinieron –incluso el normalmente moralmente obligado de Dante. “¿Es el amor tan difícil de entender para ti, Nova?” Dana preguntó airadamente. “¿Por qué siempre tienes que ser tan sangre fría?” La pregunta meció a Nova un poco, casi como si Dana la hubiera golpeado. Ella se había sentido como de otro planeta toda su vida, más aún cuando se había unido a la PMG. La confusa atracción que ella había sentido por Zor, y luego la ausencia repentina de ella; la lenta simpatía hacia Dennis Brown; la lástima que ella guardaba por el Capitán Komodo, porque ella sabía cómo se sentía ser rechazada –esas eran cosas que ella no osaba inspeccionar demasiado de cerca. Ella desenfundó su arma, sosteniéndola cerca de su cintura y apuntándola hacia ellos. “Es mi deber, ese es el por qué,” ella dijo a Dana. “Y para mi, la Tierra está primero. Y la raza Humana. Voy a llevar de regreso a Musica, sea que algunos de ustedes salga herido o no.” Era todo demasiado melodramático, Dana pensó, al mismo tiempo que ella consiguió poner en juego su papel. Bowie se había colocado en la línea de tiro, escudando a Musica, y Musica estaba insistiendo tímida pero determinadamente que él se apartara, para evitar derramamiento de sangre. El resto del 15to reaccionó a la aparición de la pistola con reflejos de predadores, cambiando el peso, alejándose paso a paso por aquí y por allá ligeramente, apenas pareciendo mover sus pies. Ellos pusieron sus cuerpos de costado hacia Nova para minimizar sus siluetas objetivo, preparándose para tomarla. “¿Qué le sucedió a toda esa palabrería en la sede de la PMG, Nova?” Bowie desafió, manteniendo a Musica atrás. “Honor. Libertad. Defender los ideales Humanos y nuestro modo de vida. Tú dijiste que podías ser un amigo de cualquiera que valorase esas cosas.” “Bueno, esta es mi vida.” Él colocó su brazo alrededor de la cintura de Musica. “¿Realmente quieres ser una amiga?” “Yo–” Nova había olvidado esas conversaciones, un intento para conquistar la amistad de un amigo en el campo enemigo del 15to. Había comenzado como una operación de moldeamiento, bajo la dirección del Coronel Fredericks. Pero en realidad ello terminó con ella sintiendo algo por el soldado rebelde, si bien sólo una simpatía muda para la confusión de él, su enajenación. Y luego él era también el sobrino de Claudia Grant. Nova tuvo el recuerdo repentino de nuevo, no claro pero fuerte.
Pero cuando ella les habló, la hermana de Nova reconoció la voz de la dama, como todas las niñas mayores lo hicieron. En la SDF-1, la suya había sido la voz del altoparlante que a menudo restauraba la esperanza en el medio de la guerra; decía a la gente a dónde ir y qué hacer; daba la calma mundial; transmitía coraje. Ella era la Comandante Claudia Grant. El coro de niñas pequeñas se reunió cerca en un anillo alrededor de ella y cantó, lo mejor que alguna vez cantaron. No hubo dudas acerca de qué canción de Navidad sería. “¡Án-geles hemos oído en lo alto! ¡Dulcemente cantando sobre el llano!”
Ella había manejado sin ayuda situaciones contra desigualdades aún mayores, contra personas verdaderamente crueles y malas, y esa última parte era la incongruencia deslumbrante. Ella estaba desarmada de su mayor arma: la convicción de que ella estaba totalmente en lo cierto. Y todos sus otros recursos, poderosos como lo eran, empezaron a fallarle. Cuando la gran mano de Zor se cerró sobre el arma y la sacó de ella, Nova apenas lo registró por el entumecimiento repentino que sintió. “No necesitarás esto,” él dijo en un tono casi conversacional. Ella pudo haber recuperado la pistola al instante, usando un truco de boxeo cuerpo a cuerpo; no lo hizo. Nova se deshizo sacudiéndose de la parálisis, de la comprensión de que no podía disparar a estas personas, de que su juramento estaba en conflicto con los ideales que se suponía debía sostener. Ella miró a Zor. “Pero –¿no es ella uno de los clones? Zor, ellos te hicieron cosas tan terribles–” Zor estaba sacudiendo su cabeza, los zarcillos color lavanda oscilando. “Ella es una Musa, la mismísima alma de la armonía. Ella es vital para los Maestros Robotech, sin embargo. ¡Mira!” Nova y los otros siguieron el dedo señalador de Zor. Ellos estaban mirando la gran masa de las Flores de la Vida, oyendo las tonalidades de la Matriz que eran tan parecidas a las canciones de la Musa. “De la Protocultura toda la vida fluye. Una vez que los clones han sido animados, es el modo de tocar de Musica y sus hermanas lo que los mantiene dóciles y obedientes. Eso les dice, en efecto, quienes son.” “Y ahora, ella está aprendiendo a tocar las canciones de la humanidad,” Louie Nichols dijo quietamente, las palabras formando un núcleo de disputa allí en el mismísimo centro de la decisión de Nova. Estaban sucediendo muchas cosas para que ella considerase el hecho de que era una cosa asombrosamente profunda para que tal mechie –como siempre ella lo había considerado a él y a su familia– lo dijera. ¿Y si Fredericks y Leonard y el GTU ponían sus manos sobre Musica? Ellos tirarían de ella por todas partes como si el tirar del hueso del deseo fuera uno de sus primeros recursos. Musica personificaba la esperanza de la paz, pero Nova temía pensar cómo sonarían sus canciones una vez que fuera puesta dentro del molino del Gobierno de la Tierra Unida. “Tenemos que movernos rápidamente,” Nova dijo. “Solicité una escuadra aérea de oficiales de la PMG; estará aquí en cualquier momento.” “¡Tenemos que salir de aquí!” Dana dijo bruscamente. Emerson estaba en la batalla, y había unos pocos otros de los que ella podía fiarse. Pero el mundo era ancho, mayor que su falta de población, y un escuadrón de Hovertanks montaba bastante poder de fuego. Tendrían que esconderse temporalmente, tratar de llegar a alguien cuerdo. Tal vez tendrían que contactar a los Maestros Robotech además, y forzar algún tipo de cese al fuego. Luego una tregua; luego la paz. Ella dejó a un lado su juramento en ese momento; la otra parte –el GTU y, por extensión, el Ejército de la Cruz del Sur– no había mantenido su parte final del convenio. Ella sentía que sus ATACs la apoyaban, como lo hacían Nova y Musica. ¡Renegados de la paz! Sonaba tan raro, ella pensó. “Tus oficiales no harán ningún movimiento sin tus instrucciones,” Zor, quien sabía por experiencia, le recordó a Nova. “Debemos movernos calculadamente, pero muy rápidamente ahora.” Él no mostró ninguna emoción cuando Dana batió sus manos y comenzó a organizar el escape, de algún modo incluyendo a Nova en su pequeña banda como si la Teniente de la PMG siempre hubiera sido un aliado. Ese talento instintivo para comandar lealtad y cooperación debía ser algo que Dana había heredado de ambos, su madre guerrera Zentraedi y su padre as de ases Humano, Zor reflexionó de pasada. Repentinamente allí estaba ese sonido de nuevo, el que Bowie había oído antes, como si algo se estuviera moviendo entre la masa de Flores. Todos lo oyeron, como oyeron un sonido súbito, alto y juguetón, como una cruza entre el gañido de un pequeño can y los tonos que venían de la Matriz. “¡Polly!” Dana estaba arrodillada sobre una rodilla, llamándolo con señas, y Bowie gruño. “Debí haberlo sabido.” Nova y los otros estaban tratando de comprender su último asombro. La pequeña criatura parecía un perro blanco pequeño o cabeza de trapeador, algún tipo de mutación con una melena de perro ovejero, hasta que uno notó los cuernos terminados en botón y los pies algo así como panecillos no tostados. Él exhibió una muestra roja en miniatura de una lengua y gañó de nuevo, corriendo hacia ella. “¿Conoces a esta cosa?” Angelo exigió, rascándose su cabeza. Bowie respondió por Dana. “Toda su vida. Sus padrinos se lo presentaron. Sólo que nunca creí en Polly hasta ahora, nunca lo vi. Yo, uh, siempre pensé que era imaginario.” Dana estaba hocicando y riendo, abrazando a la pequeña bestia. Un Pollinator, sus tres padrinos improbables auto nombrados, los ex espías Zentraedi Konda, Bron, y Rico lo habían llamado así. De tres años de edad Dana le había dado su nombre acortado ahí mismo. Ella había aprendido rápidamente que Polly era una bestia mágica que iba y venía a su voluntad; ninguna pared o cerradura podían detenerlo. Él se aparecía muy raramente y se iba cuando deseaba, simplemente desapareciendo mientras ella estaba mirando hacia otro lado. En su vida entera, ella lo había visto tal vez siete u ocho veces. Él nunca cambiaba, o parecía envejecer. “Un Pollinator, sí,” Zor dijo, mirando hacia abajo. “Y ahora sabes lo que poliniza.” Ella había estado litigada a todo esto desde que era una niña –tal vez desde antes de su nacimiento. Dana, Dana: ¿quién eres? Dana no podía imaginarse a Polly zumbando como una abeja allí en la masa de Flores, pero obviamente algo había estado trabajando. Ella dejó a la pequeña criatura lamer su mejilla de nuevo, luego se puso de pie con él en sus brazos, besuqueándolo. “¿Qué están mirando? ¡Vámonos!” Zor miró a las Flores de la Vida que sin duda serían detectadas por el Invid. Él aún no podía recordar todo, pero una cosa, sabía. El poder de los Maestros debe ser terminado. El Zor original no fue en conjunto responsable por lo que había sucedido una vez que engañó a la Regis Invid. Tal vez yo no soy uno u otro, sin embargo yo soy él y él es yo. Pero está en mi poder hacer lo que debe hacerse. ¡Que esta sea la vida en la que finalmente lo realizo!
Pero esa no era la peor noticia. Relevos ópticos mostraban un invasor en el reino de sus masas de Protocultura, una cosa a la que temer más que a cualquier Invid o Battloid. Era pequeño y blanco, gañendo y persiguiendo su propia cola manchada entre las latas de almacenamiento. Un Pollinator. Los Maestros no eran tan tontos para perder el tiempo atacándolo. Tratar de apuñalar al viento; disparar al sol. Los Maestros aceptaron la noticia devastadora con la misma reserva sin emoción que siempre habían mostrado. Decir que era estoicismo habría sido inexacto. Ello hubiera implicado que ellos tenían algún otro modo de comportamiento. La disipación de la Protocultura se hizo sentir no sólo en el rendimiento declinante de la Robotecnología de los Maestros, sino en la falla de juicio, desaliento, y falta de coordinación de los clones mismos. Nunca el propio y primario casquete de Protocultura de los Maestros había estado tan debilitado. Aún ahora, todas las masas de Protocultura se estaban transformando, por toda la flota, en las Flores de la Vida, precisamente tal cual estaba sucediendo abajo. Su conferencia no hablada fue corta. Shaizan dio la orden. “Transfieran todos los clones funcionales y todas las reservas de Protocultura a nuestra nave insignia. Pongan controles automáticos en un número apropiado de naves de combate para aterrizarlas en la superficie de la Tierra, y abastézcanlas de combustible para un viaje de ida. Procesen tantos clones como sea factible para que sirvan como tropas de asalto de mentes en blanco.” El Científico inclinó su cabeza, tragándose su objeción. Los clones eran mero plasma, sujetos a los dictados de los Maestros. ¿Quién retaba declarar las cosas de otra manera? Aún si significaba genocidio...
Pero una nueva racha de actividad los animó un poco. Los más ambulatorios de los clones en mal funcionamiento estaban siendo inyectados por los guardias, desviados en una línea tórpida, al final de la cual había una puerta. Ninguno de los que pasaban por esa puerta retornaba. Suero antidolor, la noticia se corrió quietamente entre los prisioneros desanimados cerca de ellos; Allegra miró a Octavia. Ambas sabían lo que eso significaba: clones que serían casi inmunes a la sensación normal una vez que la droga hiciera efecto –que serían antagonistas agresivos y terribles. Sus mentes quedarían en blanco para cualquier cosa excepto luchar, hasta que fueran volados en pedazos o hasta que la droga destruyera por completo su fisiología. “Tropas de asalto de mentes en blanco,” una voz dijo. Octavia se volvió para ver quien era, y jadeó. En las fases adelantadas de privación de la Protocultura, la clon se había vuelto una vieja fea, parecida a una bruja, cabeceando los últimos momentos de su vida. Ella miró, con ojos vítreos, a otros clones siendo inyectados. “Sacrificios en aras de la guerra. Ese el modo Robotech.”
Pero es mejor que recibamos ayuda pronto, ella pensó, o será todo lo que él escribió.
El comandante supremo mantuvo su cara neutral. “Las tendencias tácticas actuales excluyen eso en este momento.” Tanto más fácil que decir “embrómese,” Emerson pensó, mientras su nave insignia temblaba por un asalto de Bioroids y las armas golpeaban. “¡No habrá otra oportunidad!” él le rugió a Leonard. “¡Muévase ahora, estúpido!” Las carnosidades de Leonard se sacudieron con su ira. “¿Se atreve a darme órdenes? ¡Lleve a cabo su misión!” Él apenas había roto la conexión, y estaba imaginándose el encarcelamiento de Emerson por insubordinación bajo fuego, cuando un ayudante se inclinó cerca para decir, “Nave enemiga de asalto desciende para aterrizar, señor, alrededor de ocho kilómetros fuera de los límites de la ciudad.” Leonard giró para conectarse con Emerson de nuevo. No debía haber ninguna penetración más de las fuerzas defensivas de la Tierra, sea lo que fuera que requiriese. Predeciblemente, Emerson sostuvo que la orden era impracticable, que era simplemente contradictoria a la realidad. Leonard lo dejó continuar, y luego lo golpeó con lo que había estado guardando hasta que la batalla hubiera terminado. “¡Continúe! Oh, y quizá le interese saber que su pupilo, el Soldado Grant, ha desertado en la compañía de un agente enemigo. La PMG lo está cazando aún ahora.” Emerson quiso gritar en aflicción, para insistir en que tenía que ser un error o que a Bowie le habían lavado el cerebro. Pero vio que Leonard lo estaba disfrutando demasiado para ser persuadido de cualquier cosa que Emerson reclamase. Emerson cortó la comunicación y comenzó a redesplegar sus fuerzas restantes para un asalto directo a la única nave madre restante.
Pero él no tuvo mucho tiempo para disfrutarlo. Un pasmoso nuevo enemigo hirvió de las naves de asalto que estaban escabulléndose, para descargar estrago en Ciudad Monumento. Las escotillas de las naves de asalto se abrieron, mientras Leonard
observaba desde su torre, y los clones soldados de mentes en blanco
iban a la carga como demonios enajenados. Traducido por Luis N. Migliore (Córdoba, Argentina) |
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