Los Maestros de la Robotecnia - The Final Nightmare

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Capitulo 7

Los generales que nos dejaron morir
De modo de poder sacudir un puño-
Ninguno de ellos será extrañado,
¡Ninguno de ellos será extrañado!

Bowie Grant, “Disculpas a Gilbert y Sullivan”


Bowie estaba tocando chambonamente las teclas de nuevo, tratando de no pensar en la expedición de la fuerza de ataque. “¿No se pone eso aburrido?” Sean preguntó, inclinándose sobre el piano.

“No realmente.”

“No me refiero a ti, Bowie; me refiero a esos dos.”

Él señaló hacia Dana y Louie, quienes estaban trabajando asiduamente sobre un simulador que parecía como si hubiese sido desmantelado, los componentes yaciendo por todas partes. Por qué ellos habían escogido la sala de alistamiento para trabajar en lugar de una de las bahías de reparaciones o uno de los talleres de mantenimiento aún no estaba claro, exceptúe tal vez el hecho de que Dana seguía intentando atraer a las personas a ofrecerse como voluntarios para ayudar.

Dana había requisado el simulador de la cantina con autoridad de IyD, y ni ella ni Louie habían dormido esa noche. Por otra parte, hasta ahora ningún soldado de apoyo de IyD había aparecido.

“Estoy comenzando a preguntarme si ese Cromwell realmente quiere el artilugio de Louie para entrenamiento por simulación,” Sean murmuró.

“Me encantan las máquinas,” Louie estaba exponiendo a Dana, mientras reensamblaba las cosas. “Expanden el potencial Humano y nunca te desilusionan, si las construyes bien. Alguien con la pericia adecuada podría crear la sociedad ideal. ¡Intelecto No Obstruido! ¡Lógica de Máquina!”

“No sabía que eras un romántico,” ella dijo secamente. ¿Sociedad ideal? ¡Muchacho, que mechie!

Louie quiso ejecutar la prueba final, pero Dana sacó lo del rango y él cedió afablemente. Ella se puso un visor, saltó dentro del simulador, y la matanza modelada por computadora empezó. Era un salto cuántico del viejo casco pensante; su puntuación subió desmesuradamente.


En otra parte, el Tristar, la nave insignia de Emerson, estaba combatiendo una acción de distracción desesperada, atrayendo al grueso de las fuerzas enemigas de modo que las naves de la expedición más dañadas pudieran tratar de cojear hacia ALUCE.

“¡No podemos soportar mucho más de este aporreo!” Green gruñó, cuando el Tristar era sacudido de nuevo por el fuego enemigo.

“Lo sé,” Emerson dijo calmadamente. “Denme un punto de posición preciso y digan a la sección de poder que necesitaremos potencia máxima de emergencia en dos minutos.”

“Señor,” Rochelle dijo y se puso manos a la obra. Green volvió una mirada silenciosa e inquisidora hacia el hombre que él había servido por tanto tiempo.

“Vamos a generar un efecto de singularidad,” Emerson dijo. Todos sabían que él se refería a usar el misterioso “aparato especial” dado a él por IyD en una transferencia misteriosa que, según el rumor, podía ser rastreado hasta el mismo Zand.

La idea era crear un pequeño agujero negro donde la nave estaba, la misma nave sería utilizada como un yo-yo momentáneamente en otra dimensión. La singularidad entonces jalaría y destruiría todo en proximidad cercana a ella. La teoría no probada y algunos de los aparatos provenían de la investigación del Dr. Emil Lang en la ahora destruida SDF-1.

“Y entonces el enemigo se convierte en un breve disco de acrecentamiento, es chupado dentro de la singularidad, y desaparece para siempre,” Green murmuró. “Tal vez.”

“Lo intentamos o morimos de cualquier modo,” Emerson indicó. Para subrayar eso, otra salva enemiga sacudió al Tristar.

Las lecturas de poder parecían insanas, violando todos los coeficientes de seguridad y tolerancias de carga. Emerson tomó un micrófono en su mano.

“Teniente Crystal, ustedes y los otros TASCs atraerán a todas las fuerzas del enemigo tan cerca del Tristar como sea posible, y estén listos para despejar al aviso del momento, en aproximadamente seis minutos, ¿me recibe?”


“Ya oyeron al hombre,” Marie dijo a los Leones.

Era la misión más sobrenatural en la que ella alguna vez había estado: picar y correr, conseguir que las naves de asalto enemigas y las naves de batalla y los Bioroids te persiguieran. Correr y esquivar para evitar que te vuelen la cola; de algún modo evitar que ellos te atrapen en combate y te desvíen o te demoren. Proteger a tus compañeros de equipo pero manteniéndote en movimiento; hacer lo más que se pueda para ignorar las fuertes bajas sufridas por los pilotos que han sido excluidos, en efecto, de girar y atacar. Y ver al tiempo disminuir hasta cero.

Mientras el cronómetro iba a cero, el área alrededor del Tristar se llenaba de mechas de combate, la competencia inexorable más grande de la Segunda Guerra Robotech. Las fuerzas del enemigo estaban golpeando a la nave insignia de Emerson casi a gusto, y ello no podía durar mucho más.

Entonces Marie oyó la orden de Emerson de alejarse; los A-JACs activaron todos los propulsores y se alejaron, dejando el campo para los remolineantes Bioroids y las naves de combate.

Emerson observó los indicadores y, cuando fue el momento, presionó el interruptor. Energía crepitante envolvió al crucero de batalla, pareciendo arrastrarse alrededor de él como serpientes super rápidas. La tremenda descarga se expandió para formar una esfera so suficientemente grande para contener a la nave. Las placas de recubrimiento facial de los Bioroids sin emociones fueron iluminadas por la radiación de la llamarada.

Hubo allí fuegos artificiales cósmicos, luego nada para ver cuando el show de luces fue engullido por el radio Schwarzchild. Los Bioroids y las naves cerca de la nave insignia desaparecida fueron destruidos por fuerzas de marea. Los invasores fueron chupados dentro del espacio nulo.

Aquellos alejados ligeramente más lejos fueron incapaces de escapar convirtiéndose en material de acrecentación, girando hacia dentro y sobre el horizonte de evento tras sus compañeros. La fuerza de asalto más poderosa de los Maestros había desaparecido excepto por un poco de escape cuántico.

Marie estaba esperando por el Tristar, rogando que la última y más crítica parte de la operación no fuera un desastre, cuando un cañoneo meció su A-JAC. “¡Maldita sea!” ella gritó, empujando su palanca de mando hacia la esquina para una maniobra, imaginando el movimiento de combate aéreo a través de su casco cornudo aunque ella estaba en espacio falto de aire. ¡Quedaba un acorazado!

Los otros A-JACs se esparcieron cuando el hato enemigo se zambulló hacia ellos, poniendo en juego un volumen terrible de fuego con baterías primarias y secundarias. Estaba obviamente dañada –y así se había movido demasiado lentamente para ser atraída dentro del radio mortal del efecto de la singularidad.

Ahora estaba prácticamente encima de los Leones, aún capaz de causar daño fatal al Tristar, si la nave de Emerson reaparecía y era tomada por sorpresa. Marie dio órdenes rápidas, y los Leones Negros fueron hacia el enemigo como lobos tras un mamut, mordiendo, desgarrando, volviendo por más aunque sufrían grandes pérdidas –y atrayendo a la nave de batalla en posición.

Pero los clones no eran ciegos a lo que le había sucedido al resto de su grupo de batalla y lucharon para mantenerse alejados. El acorazado de los Maestros puso su potencia restante en una huida hacia la seguridad.

Pero encontró a otra nave que bloqueaba su camino. Aunque el Salamis estaba sacudiéndose con explosiones secundarias y parecía más agujeros que casco, se cerró sobre el alienígena, disparando con la pocas baterías que aún funcionaban.

El capitán del Salamis y la mayor parte de sus oficiales estaban muertos. El Capitán Komodo estaba ahora al mando, y él sabía que montaba una nave muerta. Sus motores estaban a punto de irse, y no había nada que él y su tripulación pudieran hacer excepto hacer que valga la pena.

El Salamis hizo su viaje final directamente hacia el fuego enemigo.

Todas las lecturas de los motores estaban muy dentro del rojo; el destructor escolta temblaba. “Te amo, Nova,” Komodo cuchicheó.

El Salamis desapareció con una brillantez.


“¡Muy bien! ¡Todos escapen!” Marie ordenó. Los A-JACs le hicieron caso, partiendo zumbando en todas direcciones.

Marie estaba comenzando a pensar que había calculado mal. Quizá ella juzgó mal el lugar o tal vez Emerson simplemente no regresaría. Entonces una enorme esfera de relámpagos saltó dentro de la existencia cerca del enemigo, y chispas semejantes a cometas volaron de ella.

Aunque la explosión del reingreso de Emerson no fue ni con mucho la liberación de energía que la desintegración espontánea de un agujero negro hubiera producido, fue suficiente para vaporizar al acorazado enemigo. En otro momento el Tristar flotaba solo en el espacio, mientras Marie reía en voz alta y Emerson se preparaba para reunirse con la fuerza principal de la expedición.


El Comandante Supremo Leonard puso una mirada de auto satisfacción mientras transmitía la noticia de la victoria de Emerson al consejo del GTU, tomando tanto del crédito para sí como posiblemente podía. Pero por dentro, bullía. ¡Él debía tener victorias propias!

Cuando estuvo de regreso en sus oficinas, sin embargo, una llamada telefónica trajo noticias bienvenidas que dieron vuelta su día.

“Era Cromwell de IyD,” dijo su ayudante, el Coronel Seward. “Han completado las transformaciones en ese sistema de objetivo que consiguieron del soldado del ATAC. La producción en masa y el retroajuste ya han empezado; tienen a sus unidades especiales en ello ahora.”

¡Entonces podemos iniciar la preparación para mi plan de ataque! Leonard exultó. Él dijo a su personal reunido, “Señores, ha llegado la hora de dar el golpe eficaz, y capturar o destruir la nave insignia del enemigo, usando a las fuerzas con base en tierra y al contingente de ALUCE.

“Informe al General Emerson que lo quiero de regreso aquí en la Tierra A.S.A.P Él será mi comandante de campo en esto.”

¡Ponte el guante de nuevo, Rolf! ¡Tu suerte tiene que acabarse alguna vez!


“¡Escuchen, todos!” el tono de Dana era tan optimista que el 15to supo que esta reunión de información no era sólo cierta promulgación de información del comando. Ellos se reunieron a su alrededor, allí en la bahía de reparación.

Cuando ella los tuvo en silencio de las usuales quejas y refunfuños sobre ser interrumpidos, se dirigió a Bowie y dijo, “Tu amigo Rolf –es decir, el Jefe del Estado Mayor Emerson– ha llegado a la Base Lunar ALUCE con su fuerza expedicionaria.”

Ella vio recobrarse el aliento de Bowie, pero luego, con esfuerzo deliberado, él puso una expresión aburrida. “Oh, yippee-pow. Ahora podemos luchar un poco más.”

“¿Qué significa todo eso para nosotros, Teniente?” Angelo interrumpió, viendo que Dana estaba vejada por la reacción de Bowie y queriendo mantener las cosas en curso.

Eso de algún modo disparó el lado extraño de su personalidad, el oficial terco tan diferente al salvaje infractor de reglas. Ella puso su mejor expresión de comandante jefe y dijo estrechamente, “El escuadrón quince, Cuerpo Blindado Táctico Alpha, se pondrá en alerta y se preparará para participar en un asalto extremo a la nave insignia del enemigo que tendrá lugar en aproximadamente cuarenta y ocho horas, el General de División Emerson comandará.”

Ella dejó que los jadeos y exclamaciones continuaran por unos cuantos segundos, luego los interrumpió. “¡Muy bien! Rompan filas y síganme.”

Refunfuñando, ellos saltaron sobre la escalerilla de descenso, la escalera interminable semejante a un cinturón de conductor que los llevó abajo hasta los niveles del centro común de vehículos motorizados para sus Hovertanks estacionados. Tan pronto como ellos saltaron liberándose de la escalerilla de descenso, vieron que alguien más había estado trabajando allí –trabajando en sus propios mechas sacrosantos, en violación de cada tradición del ATAC.

Los fragmentos de componentes y maquinaria y unas cuantas herramientas olvidadas yacían por ahí. Ellos le dieron miradas de traición a ella, conociendo ahora por qué se les habían dado otros detalles de trabajo para mantenerlos a todos lejos de los niveles del centro común de vehículos.

“Todos han sido retroajustados e incrementados por IyD para tener capacidad de combate espacial extendida,” ella recitó la información que se le había dado. “Acostúmbrense a ellos. Encontrarán manuales de instrucción y cintas tutelares en cada tanque. Todos realizaremos ejercicios individuales y prácticas de tiro desde ahora hasta la hora del show.”

El 15to sólo estaba refunfuñando un poco ahora, porque estaban fascinados con lo que había sido hecho a sus vehículos. Las líneas de los mechas habían sido cambiadas sólo un poco, pero el 15to podía ver que el aparejo de detección y objetivo era más nuevo y más compacto, de mayor alcance. Los sistemas de soporte de vida y de energía eran más pequeños y mucho más efectivos, también. La economía de espacio era principalmente debida a la actualización del poder de fuego y el blindaje más grueso.

Ellos se dispersaron, observando con admiración a los tanques pero no confiando en ellos aún. Dana misma estaba inquieta sobre este suceso súbito de enmarañar los mechas del 15to, pero ella tenía sus órdenes, y pensaba que todo saldría bien.

“Bien; estás aquí,” alguien dijo detrás de ella. Ella giró, y se encontró mirando de frente al Teniente Brown, vestido con su uniforme hecho a la medida del TASC. “Parece que será divertido, ¿no es así?” él agregó.

“Tú vendrás a esta fiesta,” Dana dijo, no haciéndola una pregunta.

La cara guapa de Brown se torció en una sonrisa cómica. “Probaré que no soy un fastidiador, ¿no es así?” Él miró alrededor y divisó al Livewire. “¡Hey, Louie! Felicidades; oí que eres el que inventó los nuevos sistemas de objetivo.”

Dana giró, vio que Louie estaba acurrucado sobre las palancas de control y pantallas de computadora en su torrecilla-cabina. Él no respondió al saludo de Brown. Ella se volvió al piloto del TASC. “¿T-tú te refieres al artilugio del simulador?”

“Ellos me dijeron que era para entrenamiento por simulación,” Dana oyó la voz estremecida de Louie. Él aún estaba doblado sobre sus controles, su espalda hacia ellos.

Sean estaba haraganeando en su tanque, el Bad News, deleitándose con su poder ahora mejorado, verificando el sistema de fuego y adquisición de objetivo “pistola pupila” del SGDV. “Golpe mortal de una sola vez cada vez,” él evaluó; Louie lo oyó, y se quejó en voz alta.

“¡Cállate, Sean!” Dana le gritó, su voz casi rompiéndose.

Algo crepitó dentro de Bowie. ¿Qué ocurriría si los Maestros Robotech se hubieran quedado sin guerreros a causa de la victoria apocalíptica de Emerson? ¿Qué ocurriría si Musica o alguien como ella estuviera sellada dentro del módulo de control de torreta esférica del próximo Bioroid azul que se encontrase frente a su retículo del arma?

“¡He terminado con esto!” Bowie gritó, las venas saltándole en su cuello y frente. “¡Hay Humanos como nosotros en esos Bioroids y no son nuestros enemigos! Y nosotros no somos los suyos, ¿no puede ninguno de ustedes comprender eso?”

Dana comenzó a calmar a Bowie, pero antes de que ella pudiera decir más de unas cuantas y vagas palabras sedantes oyó un cascabeleo y sintió ondas de aire supercalentado detrás de ella. Dana y el resto del 15to giraron y vieron a Louie Nichols con un rifle lanzallamas en sus manos, su voluminosa fuente de poder yaciendo en el permacreto a sus pies.

Sus ojos eran ilegibles detrás de los oscuros y reflexivos anteojos, pero estaba temblando por todas partes. “Esos bastardos del IyD nunca siquiera me preguntaron; sólo mintieron, tomaron mi idea, e hicieron lo que estaban planeando hacer desde el principio. ¡Como si fuéramos los clones; como si ellos fueran los Maestros Robotech!”

Él lanzó una lanza de brillantez a la pared del centro común de vehículos en una prueba de quemado; la aleación se fundió y fuegos secundarios pequeños se iniciaron. Él calculó que tenía bastante poder en el rifle para quemar la cabina de cada tanque y luego ir a la caza de Cromwell y Gervasi.

“Como si fuéramos un racimo de animales experimentales,” Louie gritó a sus compañeros de escuadrón desesperadamente, blandiendo la boca abocinada del termorifle de un lado a otro para mantenerlos a todos atrás.

Él se había unido a la Cruz del Sur porque él creía en ella, pero la mente y los productos de la mente pertenecían al individuo, para hacer con ello como el individuo lo había tenido a bien; esa era la primera orden de sus convicciones. O de otro modo, ¿cuál era el objeto de toda esta lucha? ¿Por qué el género Humano y los Maestros Robotech no eran uno y lo mismo?

“¡Nosotros no somos sólo esclavos o títeres o animales de laboratorio!” Louie chilló, y colocó otra lanza de brillantez candente en una partición, fundiéndola, encendiéndola, para mantener atrás a un PFC sobre enfurecido que había estado acercándose paso a paso hacia él.

Animales de laboratorio, la frase se registró en Dana y se alojó allí, porque hizo estallar imágenes y reflejos en los mismos límites de lo perceptible. ¡Sé lo que se siente ser uno de ellos!

Angelo se dirigió hacia el cabo de un pequeño paso a la vez.

“Louie, el balón ya fue lanzado. Emerson y el resto irán, ya sea que lo hagamos o no. Todo lo que puedes hacer de este modo es dar a los malditos alienígenas una mejor ventaja.”

Dana cejó ante la referencia a los alienígenas y saltó hacia delante para empujar a Angelo a un lado, las evocaciones extrañas de las palabras de Louie aún la movían. Ella niveló su mirada con el furioso de Louie.

“Adelante, Louie.” Ella sacudió repentinamente un índice hacia los tanques. “Quémalos a todos.”

Angelo estaba haciendo sonidos de confusión y contradicción. Ella continuó, “¡Si no lo puedes hacer, entonces yo lo haré!” Ella caminó en la dirección de Louie, sólo ligeramente fuera del camino del haz trazador del termorifle. El haz vacilaba sobre ella, lejos, y de vuelta.

Entonces ella estuvo frente a él, y él apartó la boquilla. “Ellos nos mintieron,” Louie dijo, bajando el cañón.

“Lo sé,” ella respondió suavemente, quitándole el arma y girándola hacia los tanques una vez más.

Angelo se colocó en su línea de tiro. “¡Usted hizo un juramento!”

“También ellos, Angie,” ella dijo igualmente. Dana giró para quemar su propio Hovertank, el Valkyria, primero. Pero encontró otra figure en su camino. Zor la miraba fijamente a través de las ondas caloríficas del piloto del termorifle.

“Yo comprendo esta guerra desde ambos lados; quizá yo sea el único que alguna vez lo hará,” él le dijo. “Y la humanidad no debe perder, no debe perder, ¿me oyes? Escuchen, todos ustedes: yo sé lo que los clones Bioroid sienten cuando mueren. Yo he muerto antes –y moriré de nuevo, como todos lo haremos. La diferencia está en cómo viviremos, ¿no lo ven? Y para eso, estoy dispuesto a luchar. Y aún a matar.

“La muerte es una cosa natural, a veces es hasta una misericordia. Pero vivir como un esclavo –eso puede hacer parecer a la muerte como un milagro.”

Él estaba delante de ella ahora, casi susurrando las palabras. Dana giró el cañón del termorifle hacia arriba hacia el techo. Zor lo arrancó de sus dedos y lo desactivó, al momento que Louie salió corriendo del centro común de vehículos motorizados.

“La guerra debe terminar, pero los Maestros Robotech no deben ganar,” Zor les dijo quietamente, poniendo el rifle a un lado.

Traducido por Luis N. Migliore (Córdoba, Argentina)
www.robotech.org.ar

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