Los Maestros de la Robotecnia - The Final Nightmare

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Capitulo 19

Este cambio súbito de enfoque, desde la Matriz hasta la Musa –y Zor Prime– sólo está confundiendo a ésos que no se han familiarizado con los poderes sutiles de la Protocultura.
Desde lejos, podemos verlo, por supuesto, y sentirnos presumidos por nuestra visión general. ¿Si los jugadores en escena aquel día fueran mistificados e incluso ilógicos, quién puede lindamente culparlos? El Formador de la Protocultura tenía al mundo en sus dientes y lo estaba sacudiendo.

S. J. Fischer, La Legión de Luz: Una Historia del Ejército de la Cruz del Sur


Los prisioneros podían ver que era un espacio muy alto. La estructura invasora liviana y multicolor, tan facetada como un candelabro colgante de vidrio de color y tan grande como un Hovertank, estaba suspendida muy alto sin soporte sobre ellos.

Luce como –un diamante radioactivo; un pensamiento cristalizado– no sé, Emerson pensó aturdido, mientras Brown y Marie procuraban clandestinamente de sostenerlo derecho en el sofá.

“¿Bien?” Dag repitió. “¿Hará que su especie entre en razón, y se rinda?”

Emerson tomó un aliento y miró de nuevo a los tres extraños seres que flotaban delante de él parados en las pequeñas plataformas de su casquete de Protocultura. ¿Se había vuelto loco Leonard en el acto? Era intrigante para considerarlo, pero no muy útil.

“¿’Rendirse’?” Emerson repitió la palabra cansadamente, sintiendo las heridas en su cara y cuello, y en su costado. “¿Aún no han aprendido nada de la raza Humana, ustedes arrogantes profanadores? Sus Zentraedis vinieron tras nosotros, y ahora ustedes vienen tras nosotros-ss–”

Emerson siseó de dolor, desvaneciéndose un poco pero volviendo en sí casi al instante. La Teniente Crystal se acuñó contra él, apuntalándolo de modo que Emerson no se había tambaleado. ¡Buen soldado!

“–tras nosotros,” Emerson reanudó, entiesando su dolor. “¡Pero no parecen comprender: Eso no nos hace más débiles; nos hace más fuertes!”

Dag lo miró. “Una gran lástima; nuestra información nos llevaba a esperar que usted buscaría el mismo arreglo pacífico que nosotros –que nuestra meta era la misma.”

Emerson se deshizo de su fatiga y dolor. ¿Cuán viejas eran estas apariciones, estas aparentes Muertes frente a él? ¿Cuántos retratos de gris dórico cubiertos de Protocultura en el viejo armario? él especuló, luego se recobró. No era hora de caprichos.

“Buen intento,” Emerson lanzó en respuesta, “pero ustedes saben tan bien como yo que ustedes abrieron fuego sobre nosotros primero. Nunca trataron de negociar.”

“Lamentable,” Dag replicó hábilmente, “pero lo respetamos como hacemos con otros seres inteligentes que tienen la misma forma Humana que nosotros, la misma estructura biogenética –aún un intelecto similar.”

“¿Ese así?” Marie miró con ira al Maestro desde debajo de sus largas cejas negras. “¿Entonces por qué no han retirado a sus Bioroids?”

“Son unos mentirosos, todos ustedes,” Emerson dijo a los Maestros.

Los ojos de Shaizan se abrieron ampliamente con sorpresa y desagrado. “¡Verdaderamente, ustedes son criaturas estúpidas!”

Emerson sonrió tristemente. “Referencia cartográfica punto Romeo Tango 466-292; ¿allí es donde ustedes intentan hacer su aterrizaje inicial, correcto? Eso es cuán estúpidos somos. ¡Y verán más mechas y seres Humanos locos y luchadores de los que ustedes hubieran soñado en sus peores pesadillas!”

Fue sólo una suposición desenfrenada de su parte, basada en la actividad alienígena repetida allí, y en esas últimas transmisiones del personal de Leonard antes de que la comunicación fuera dejada fuera de combate en el Tristar. La maniobra valía la pena intentarla, Emerson había decidido. Las defensas de la Tierra estaban casi terminadas, pero tal vez los Maestros no lo sabían, y las palabras de Emerson los sacaría de balance por un poco.

Y, terrible como lo era la nueva arma de rayos de los alienígena. Ellos no la utilizarían en los montículos, eso era obvio; no querían destruir los montículos, no se atrevían, o lo habrían hecho hace mucho tiempo. Era una ironía trágica que, ahora que la raza Humana finalmente sabía algo sobre la demanda confusa y original de los Maestros, los Maestros habían levantado la apuesta inicial. Emerson vio, al igual que Leonard lo había hecho, que no había manera de evacuar la Tierra, y ningún lugar a donde ir aún si tal cosa fuera posible.

“Y sabemos sobre la Protocultura,” Marie estaba diciendo, aunque el reporte de inteligencia sobre los descubrimientos del 15to dentro de la nave insignia, y los análisis de las transmisiones de los Maestros a Leonard, habían sido muy superficiales.

“Sabemos que si no la consiguen, morirán,” Brown agregó.

Eso hizo vacilar a los Maestros de nuevo, y los prisioneros tuvieron la impresión que los invasores estaban en conferencia silenciosa otra vez. Después de un momento, Bowkaz dijo, “Dígannos cuánto saben ustedes de nosotros, de nuestra historia.”

“Conocemos sus puntos débiles,” Emerson contestó. “¡La Tierra es nuestra, y nadie nos la quitará o nos hará dejarla! Pero si todos acceden a un cese al fuego, entonces tal vez podamos ayudarnos mutuamente. Podemos detener esta guerra.”

“Los Invids están en camino, ¿no comprenden lo que eso significa?” Shaizan exigió. “¡Todos serán eliminados!”

“No podemos permitir que su obstinación o el destino de un mundo pequeño ponga en peligro el establecimiento de nuestro Universo Robotech,” Dag dijo.

“Su estrechez de mente meramente ilustra cuán primitivos son,” Bowkaz agregó.

Emerson rió locamente, de modo que Marie y Brown temieron por un momento que se había quebrado. Luego el general encontró las miradas de los Maestros con una propia. “Entonces, que así sea.”

Un área moteada en el casquete de apariencia de hongo se puso brillante, y Bowkaz puso su palma sobre ella. El casquete habló de modo que los Humanos pudieran oír también, “Estoy recibiendo información de Zor Prime.”

“Zor y la unidad militar Humana en la que servía están ahora en el sitio de la Matriz de la Protocultura enterrada. Musica está con él, pero ella ya no está unida al Arpa Cósmica; ha dado su lealtad a Zor y a los Humanos.”

“¡Bowie!” Emerson murmuró. “Sabía que no eras ningún desertor, hijo.”

Shaizan giró de vuelta hacia Emerson. “¡Nuestra postergación es retirada! ¡Su Tierra acaba de quedarse sin tiempo!”


Sean y los otros simplemente se habían deslizado a hurtadillas de regreso a sus jeep ocultos, puesto sus aparejos de combate, luego se habían abierto paso de vuelta a través de las líneas de la PMG como si fueran una unidad de reconocimiento yendo a la retaguardia para hacer un reporte. Las contraseñas dadas a ellos por Nova lo hicieron fácil. Nadie pensó en interrogarlos con los ataques de los Maestros y la situación caótica en el cuartel general de la Cruz del Sur.

El viaje de regreso fue en cierto modo aún más fácil, los mechas piloteados alzando a los no piloteados sobre el perímetro de la PMG. Los Polis vacilaron en disparar a fuerzas amistosas sin órdenes específicas, hasta que fue demasiado tarde.

Ahora el 15to estaba de pie alrededor de sus Hovertanks, viendo humo elevarse de la destrozada Ciudad Monumento, la que había recibido golpes de rayos dispersos pero no el tipo de ataque extremo y de fusión que había reclamado a Newton.

“Bowie, estoy tan avergonzada,” Musica dijo, lágrimas mojando sus mejillas, mientras veían las líneas andrajosos de sobrevivientes huyendo de la ciudad.

“No es su culpa,” Bowie le dijo, sosteniéndola para confortarla.

Ella lo miró, tratando de sonreír. “La armonía es fuerte, entre nosotros. Siento tus alegrías y penas; son las mías.” Estar cerca de él era tan maravilloso, un regalo divino de felicidad que la apuntalaba en el horror que estaba alrededor de ellos.

Hacia un lado, Dana preguntaba a Nova calladamente, “¿Crees que Zor sepa lo que sucederá después? ¿Que él vea el futuro?” No había tiempo para hacerse una pregunta más personal a sí misma, ¿Y, lo sé yo? Todos sus sueños y Visiones apiñadas tan cerca de ella.

Nova consideró eso. “¿Qué estás diciendo?” Los resultados de sus interrogaciones y observaciones eran no concluyentes pero –si Zor sí tenía algunos poderes de precognición, tal vez la raza Humana les podía dar buen uso.

Dana estaba mirando a Zor, quien estaba solo, mirando la pira que era Ciudad Monumento. “Él no quiere ayudar a Musica,” Dana enfrentó la verdad. “Quiere venganza, y desea morir más de lo que desea vivir, eso creo.” Su voz se contrajo un poco; ella aún lo amaba.

Zor estudiaba la destrucción y el sufrimiento ante él, parado cerca del Tres-En-Uno; Dana había supuesto que él nombró a su tanque de esa manera debido a sus tres configuraciones, pero entendía ahora que fue algún recuerdo profundo el que lo había movido a hacerlo así. Zor estaba repitiendo el voto silencioso como si fuera un mantra, ¡Esta vez pagarán! ¡Esta vez los detendré!

Entonces fue cuando él oyó el crujido de la voz de Shaizan por el altavoz de la cabina del Hovertank de Sean, el Malas Noticias. “¡Zor! ¡Traidor! ¿Estás allí?” Sean casi saltó fuera del tanque como un piloto en expulsión.

Zor estuvo en la cabina del Tres-En-Uno en un instante, las manos en las palancas de control. “Te oigo.”

De algún modo, los Maestros se las habían ingeniado para enviar su imagen a través de la pantalla del tanque. “Tú estás consciente de que la Matriz de la Protocultura está experimentando la degradación, mientras las Flores florecen.” No fue una pregunta. “Y ahora, el Sensor Nebulosa ha alertado seguramente a los Invids.”

Zor miró a sus otrora Maestros. Las palabras lo hicieron recordar un poco y la comprensión cuadró. “Yo –sí. Pero también sé que controlo la clave para la supervivencia de este planeta. Yo dicto los términos.”

“Somos de la opinión que estás equivocado,” Shaizan contestó. “Mira de cerca, y verás.”

Los otros ATACs estaban viendo en sus propias pantallas, con Musica mirando por sobre el hombro de Bowie y Nova sobre el de Dana. Vieron a Rolf Emerson, los dientes cerrados de dolor, con Marie y Brown tratando de confortarlo.

“Emerson,” Bowie dijo aturdidamente, mientras que Sean suspiró el nombre de Marie como una oración desesperanzada, y Dana oyó a Nova murmurar, “Dennis.”

Entonces los Maestros estaban en escena de nuevo. “Estos tres hombres serán liberados cuando regreses a Musica y quites tus tropas de esta área.”

¿Hombres? Sean Phillips encontró un segundo para pensar, preguntándose si ellos le habían dado un buen vistazo a Marie. Supongo que todos en armadura lucen iguales para ellos pero –quizá estos vampiros no son tan sagaces como todos me dicen que lo son. ¡De todos modos, si así luce ser inmortal, pueden quedárselo!

“¿Encuentras estos aceptable?” Shaizan continuó. “Confiamos en que no necesitamos mencionar la alternativa.”

Zor reprimió su furia lo bastante para preguntar, “¿Cuáles son sus condiciones?”

“Serás recogido, e intercambiaremos prisioneros a bordo de nuestra nave madre.” Los Maestros desaparecían de la pantalla.

Zor se bajó de su tanque cansadamente y había empezado apenas, “No deseo que el resto de ustedes se involucre–” Bowie lo golpeó con un bloqueo de hombro, dirigiendo al más grande de Zor contra el lado blindado del Tres-En-Uno, tratando de quitarle la vida por asfixia.

“¡No se llevarán a Musica! ¡Te mataré!”

Zor hizo una mueca, tratando de liberarse retorciéndose, pero no le lanzó un golpe. “¡Entonces quédate aquí y no hagas nada, y ve a tu buen amigo ser asesinado! ¡Las técnicas de los Maestros pueden ser más crueles que cualquier cosa que puedas concebir!”

Dana estaba precipitándose para intervenir, pero de algún modo Musica llegó primero. “¡Detente, Bowie!” Él no tenía alternativa sino arriesgarse a dañarla o retroceder. Él soltó a Zor.

“No permitiré que todos ustedes sufran por mí,” ella dijo a Nova y al 15to. “Yo volveré.”

Antes de que Bowie pudiera oponerse, Dana dijo, “Ella tiene razón. ¡Ensillen, Decimoquinto! Vamos, ¿qué están mirando?”

Nova era entre ellos la que más distanciada estaba del apuro de Emerson. El destino de unos cuantos seres Humanos, aún de un oficial de alto rango y dos pilotos del TASC, era insignificante contra la supervivencia de la raza Humana y su mundo hogar; todo aquel que tomaba el juramento de la Cruz del Sur entendía eso. Conformar la estrategia y la política basándose en los rehenes y las respuestas emocionales conducía al desastre; había sido uno de los mayores factores que contribuyó a la Guerra Civil Global.

Marie pensó en su pistola de nuevo, pero comprendió que los eventos habían ido demasiado lejos para eso, y que debía ayudar a que las cosas salieran del apuro junto con los ATACs de Dana. La Protocultura parecía tener cierto poder para formar los eventos, y ella sólo podía esperar que el lado benigno de esa fuerza mística estuviera trabajando ahora, porque el Destino seguía su propio camino.

“No hay forma de decir qué sucederá,” Dana estaba diciendo a sus hombres. “Tendremos que tocar de oído. Pero esto ya no es sobre la Cruz del Sur o el GTU. Ni siquiera creo que el montículo, aquí, sea tan importante ahora. Esto es entre nosotros y los Maestros Robotech.”

A raíz de sus experiencias en la nave insignia y su exposición a las esporas, el polen, y las Florecer allí abajo, y a la canción de Musica, algo en ella estaba viniendo enteramente a la vida –estaba encorvando sus poderes como una mariposa emergiendo de su capullo y batiendo sus alas.

Dana no sabía exactamente cómo, pero sabía que las palabras eran verdaderas. “Quizá esto debía suceder así, desde el principio.”


Con el contacto terminado, los Maestros fácilmente alcanzaron un consenso mental: Musica era crítica para sus planes, y ya no había necesidad de los otros –ni siquiera de Zor. Además, había cosas perturbadoras sobre la teniente mestiza, Sterling; cierto lanzamiento genético de los dados la había embebido con perspicacias y una afinidad para con la Protocultura que la hacían peligrosa. Era mejor que ella y su unidad fuera exterminada cuanto antes; los Maestros no podían tolerar ningún rival en cuanto se refiere a la Protocultura.


Las unidades circundando los montículos simplemente contuvieron su fuego cuando una flotilla de una docena de naves de asalto descendieron para recoger a los Hovertanks. Desesperadamente sobrepasados en poder de fuego, las tropas de la PMG respiraron un suspiro universal de alivio cuando las naves invasoras despegaron.

A su debido tiempo el 15to vino a formar una punta de lanza en la enorme cubierta hangar: La Valkyria de Dana, el Caballo de Troya de Angelo, el tanque de reemplazo de Bowie, el Re-Tread, que había tomado el lugar de su Diddy-Wa-Diddy, abandonados en una salida más temprana a bordo de una nave madre. El Malas Noticias de Sean y el Livewire de Louie Nichols completaban la lista.

Allí había filas de clones guardias con rifles apuntados hacia ellos, conejos vigilando a los lobos. Pero los ATACs sólo miraban y esperaban, las luces delanteras de los tanques y los capós descendentes haciéndolos parecer estar ceñudos.

Cuando Dana había examinado el lugar, conmutó su micrófono a un altavoz externo y anunció, “Antes que nada, queremos ver al Jefe del Estado Mayor Emerson.”

Hubo cierta conferencia entre los invasores. Finalmente abrieron filas y los Hovertanks se alinearon para seguir a un vehículo liviano de guardia, ingresando en los pasadizos abovedados del distrito residencial, muy parecidos a aquellos de la nave insignia original de los Maestros.

Los guardias estaban de pie en salientes a lo largo del camino. Dana se preguntó si ellos comprendían que eran apenas más que unos cuantos objetivos ante el blindaje y el poder de fuego de los Hovertanks. Ellos no parecían preocupados, y eso la preocupaba.

Pero mientras que ella no tenía palabras para explicarlo, algo le decía que lo que estaba haciendo era lo correcto, que contra toda lógica, lo que estaba haciendo era lo que debía estar haciendo. De nuevo ella se sintió conectada a algo mucho más grande que ella misma, y murmuró una oración rápida de que no fuera algún tipo de engaño de sí misma. Sólo era fe, realmente, pero si ella había entendido sus cursos de filosofía de la Academia, ¿qué proceso cognoscitivo no lo era?

El vehículo de guardia se detuvo en una escotilla de mamparo tan grande como una puerta de hangar, y los tanques se asentaron detrás de él, marchando en vacío.

“Desde este punto, Musica y otros dos pueden continuar, pero no más. El intercambio será hecho al instante.”

Dana se paró en su cabina-torreta, tomando la carabina de tanquero y colgándola de su hombrera blindada. Su casco alado, con su cresta de metal brillante, y su armadura destellante parecían intimidar a los guardias un poco. “Esos somos tú y yo, Bowie.” Ella no podía deducir por qué los Maestros no hacían entrar a Zor, también.

“Muy bien.” Detrás de Bowie, Musica se puso de pie, para mostrar que estaba lista.

Valkyria y Re-Tread fueron escoltados entre más de esos pasillos de caras pétreas que Dana recordaba tan bien, y por más pasadizos de apariencia tecnológica también. Por último el vehículo que los guiaba se detuvo, y los tanques se asentaron en un alto. A la señal de Dana, Bowie y Musica desmontaron para unírsele, ambos ATACs cargando sus carabinas. Ellos fueron llevados a una escotilla que se abrió girando.

Emerson levantó la vista con una sonrisa resignada. “Eres tú.” Dana sabía que algo de ello era para ella, pero la mayor parte del calor del general era para Bowie.

“Rolf,” Bowie dijo simplemente.

“¡General Emerson!” Dana caminó a zancadas hacia él, la carabina todavía en los brazos, mientras Dennis Brown y Marie Crystal lo ayudaban a ponerse de pie. “Está herido.”

Ella pudo ver que no había mucho que ella pudiera hacer con su kit médico de combate que Brown y Crystal ya no hubieran hecho con los suyos. “No es nada serio,” el general le dijo, una mentira y ambos lo sabían. “Estoy contento de que estés aquí, Dana.”

Entonces él giró hacia Bowie, quien estaba de pie congelado. “Es bueno verlo, soldado.”

Bowie inclinó su cabeza hacia su guardián. “Es un placer estar aquí, General.” Pero sus ojos bailaban detrás de su visera de casco, y Dana tomó un instante de su fraguado y cálculo para alegrarse. Sea lo que fuera que haya ido mal entre ambos de algún modo se había corregido de nuevo.

Dana estaba calculando la mejor orden de marcha, teniendo la intención de usar a Musica como seguro –algo con lo que Musica ya había acordado– cuando hubo un grito amortiguado. Dana giró, la carabina descolgándose de su hombro con la culata por delante y el cañón levantándose, para ver a Musica ser llevada hacia atrás, quitada violentamente de Bowie, y conducida a través de dos hileras de clones guardias. Los guardias habían aparecido de ninguna parte, sus espaldas hacia lo que ella había asumido era una pared sólida –ella había sido engañada por un truco viejo. Las filas se cerraron, y los guardias asumieron posturas de disparo.


“¡Dana!”

Sean nunca había escuchado ese tono en la voz de Angelo antes. Pero no había mucho tiempo para detenerse y reflexionar sobre ello. Sean había estado preocupado, preocupándose por Marie.

Pero Dana había dejado su micrófono abierto, y no había forma de confundir el sonido de una lucha armada o el grito de la teniente por refuerzos.

“¡Voy por usted!” Angelo rugió, cuando los propulsores de los tanques resonaron. Nova, montando con él, estaba lista, pensando en Dennis Brown.

Sean automáticamente volvió a su voz de comando, aunque el enrome sargento lo excedía en rango ahora.

“¡Ya conocen sus órdenes! ¡Mantengan esta posición! ¡Y tú, también, Louie; tienes que asegure la ruta de escape!” Sean aceleró a Malas Noticias y atravesó de un golpe la escotilla frente a él mientras Angelo aún estaba haciendo objeciones sofocadas.

No fue muy difícil encontrar el camino; Dana y Bowie cada uno tenía un radiofaro de respuesta en la mochila de instrumentación de torso de sus armaduras. Entonces, Dana desapareció de la pantalla.

Pero el de Bowie aún funcionaba, aunque Sean no lo pudo localizar a él o a la teniente en la radio. Sean tenía a clones disparándole por todas partes, indiferente al fuego de sus pequeñas armas de fuego de pequeño calibre, disparando una ráfaga ocasional sólo para mantenerlos desalentados.

La carrera para llegar allí parecía ser eterna. La señal de Dana estaba muerta y ella podía estarlo, también; y Marie estaba allí dentro, junto con los otros...

Él se estrelló contra una escotilla final como un puño de hierro a través de papel de arroz, conteniendo el fuego porque él no sabía dónde podían estar los amigos o los enemigos. Descargas de energía comenzaron a venir en su dirección al instante.

Sin embargo él contuvo su fuego, tratando de orientarse. Era una pieza singular de disciplina; como alguien en una guerra más temprana había advertido, tú dispararías a tu propia madre si ella por casualidad cargase a través de tu campo de fuego en la batalla.

El Malas Noticias se posó para un revoloteo a baja altura, mientras una tríada de guardias concentraba su fuego sobre él. Sean se preguntaría más tarde si los clones tenían alguna idea real de la guerra, se sentiría como si él simplemente los hubiera ejecutado. Pero en el calor del momento, viendo que no había amigos cerca, él dejó salir un único disparo del cañón y estuvo en marcha aún mientras los cuerpos inmolados se convertían en cenizas.

Él estaba demasiado cansado por el combate para compadecerse de ellos; sólo había una cosa que a él le importaba, y la voz que Sean oyó entonces envió oleadas de alivio y alegría a través de él, notables en su intensidad.

“¡Te tomaste tu tiempo en llegar aquí!” Marie lo regañó desde detrás de una columna aflautada, liberando disparos juiciosos con el rifle de un guardia caído.

“Pero mi corazón estuvo contigo todo el tiempo. ¡Créeme, mi palomita!”

El romance había comenzado, para él, como otra conquista más. ¿Cuándo ella vino a significar todo para mí? Sean no pudo evitar preguntarse, aún mientras trataba de mantener su mente en los negocios.

Quizá era porque Marie Crystal no estaba deslumbrada por él, teniendo más que suficientes medallas y condecoraciones propias; o quizá estaba ceñido a esa cosa del destino espectral de la que Dana seguía parloteando y que Sean se negaba a aceptar. Muy probablemente, si él y Marie vivían para estar juntos de nuevo y pasar sus vidas enteras de ese modo, ellos aún así nunca lo resolverían, él decidió.

Él pensó todo eso en una pequeña rebanada de tiempo, haciendo girar al Malas Noticias y disparando fuego supresor pesado, convirtiendo hermosos frisos en brasas y lanzando losetas de la cubierta para mantener la cabeza del enemigo abajo.

Los clones parecían no interesarse por sus propias vidas. Algunos se mantenían de pie en el fuego y la metralla; su contraataque de armas de fuego pequeñas era líneas de puntos radiantes corriendo en ángulo a través del compartimento.

Traducido por Luis N. Migliore (Córdoba, Argentina)
www.robotech.org.ar

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