Los Maestros de la Robotecnia - The Final Nightmare

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Capitulo 13

Estimados Mamá y Papá:
Todo aquí permanece tranquilo, como siempre, y no sé por qué ustedes dos siguen insistiendo en que hay malas noticias de guerra. Créanme. Como ya les he escrito antes, estoy en una unidad de categoría de retaguardia que casi nunca ve acción en modo alguno. Así que espero que me disculpen por pedirles a los dos que bondadosamente dejen de preocupase. Especialmente con Pop en la condición que está.
Siento haberme perdido Navidad. Siempre habrá un próximo año, después de todo. Creo que podré sacar una licencia pronto, con las cosas que yendo tan lentas en los alrededores y demás.
Gracias por el pastel de fruta y nueces; estuvo grandioso.

Con amor, Su hijo,
Angelo Dante


La orden del día era ejecución, y los clones con los rifles no escuchaban ninguna objeción del ATAC sobre la Convención de Ginebra. Dana y sus compañeros de escuadrón no tenían espacio para probar nada en la celda; ellos salieron marchando con las manos detrás de sus cabezas, según las instrucciones.

Rodeados por guardias, los soldados fueron llevados marchando por el centro de detención y en un pasillo lateral. Sin advertencia, el esquema exacto de los clones fue interrumpido.

Un vehículo liviano sin conductor con su motor chillando llegó a toda velocidad sobre los guardias principales. La tríada fue expulsada alto en el aire por el golpe con fuerza para romper huesos, Dana apenas logró tirarse hacia atrás quitándose del camino. En una lluvia de chispas y fragmentos metálicos, el vehículo volcó y chilló hasta detenerse al revés. Los primeros guardias quedaron aplastados contra el suelo mientras los soldados saltaban encima de los otros tres, quienes parecían paralizados por lo que había sucedido.

Fue una pelea corta, Sean apisonando un codo en la garganta de un guardia en la retaguardia, Angelo estrellando juntas las cabezas de los otros dos como címbalos. Al mismo tiempo que el 15to estaba rearmándose de la selección de armas que yacían alrededor, Musica llegó corriendo hacia ellos. “¡Bowie!”

Louie estuvo encantado al encontrar que uno de los guardias cargaba la granada de pulso que él mismo había estado llevando consigo cuando había sido capturado. Muy bien, Protocultura Viviente; tengamos otro round, ¿qué dices?


En el complejo de Gestión de Memoria, Zor descansaba, atado a una placa acolchada, en un ángulo agudo, casi de pie. Él aún estaba inconsciente, su cabeza encajada en un casco parecido a una medusa metálica.

Clones técnicos estaban moviéndose precisamente, asegurándose que ningún error pueda cometerse. Las memorias del Zor original, como sirviente de los Maestros, guerrero de Bioroid, señor del combate de la flota, le debía ser restaurada e integrada con las memorias de su tiempo entre los Humanos. Entonces la totalidad de su memoria sería comprensible, y sería transferida a bancos de almacenamiento para estudios posteriores. El montón de tejido que era el último clon de Zor podría ser eliminado.

Jeddar observaba los preparativos con satisfacción. Habría sido menos feliz si hubiera visto lo que estaba aconteciendo en una fila superior de la cámara.

En una cubierta de observación de pared vidriada, un enorme antebrazo se cerró alrededor de la garganta de un clon guardia, y el guardia fue calladamente apartado del deber activo. Angelo resistió la tentación de reacondicionar sus palmas.

Dana y el 15to miró hacia abajo al taller de los demonios. Ella vio lo que le estaban haciendo a Zor y casi dejó salir un aullido, pero Louie la hizo callar, mientras estudiaba los instrumentos y la maquinaria. Él ajustó sus tecno gafas protectoras para detectar energías en niveles muy sutiles y examinó el laboratorio como un francotirador estudiando el paisaje a través de un dispositivo visión nocturna.

“Una operación descabellada,” Sean dijo irónicamente.

“Pero conveniente,” Louie contestó. “¿Ven esos calibradores por allá? Cuando lleguen al máximo, todas las memorias de Zor estarán de vuelta en su cerebro.”

Louie indicó un banco de tres rectángulos apilados. El primero estaba lleno, todo destellante en azul; el segundo se estaba llenando, como si fuera un termostato azul resplandeciente marcando una ola de calor repentino e increíble.


Los técnicos tuvieron que palanquear las mandíbulas de Zor y calzar una pieza bucal entre ellas mientras los indicadores se elevaban. Mientras la tercer pila se llenaba, él comenzó a sufrir convulsiones. Louie tuvo que retener a Dana para que no se lanzase a través del panel de vidrio de la cubierta de observación para intervenir.

Por último un clon técnico pronunció, “La reinstalación completa de la memoria está ahora completa. El reintegro de la memoria comenzará al instante–” Él fue interrumpido por un intenso tiroteo desde arriba. La ventana de la hilera y la mayor parte de los aparatos del complejo fueron volados en pedazos. Antes de que alguno pudiera reaccionar, los ATACs había bajado al primer piso y tenían a los clones cubiertos.

“Que nadie se mueva,” Dana advirtió. Ellos podían ver en sus ojos lo que sucedería si lo hacían.

Jeddar y sus Maestros de Clones estaban más atónitos que asustados. Este era, después de todo, su primer encuentro cercano con Humanos. Detrás de los corsarios llegó Musica, y Karno visiblemente se estremeció al verla, susurrando su nombre.

En otro segundo, Louie y Angelo liberaron a Zor de sus restricciones y cableado craneal. El enorme sargento colocó al clon inconsciente sobre su hombro fácilmente. Tanto como Angelo había regañado a Zor, Dana notó ahora que él miraba con odio a su alrededor a las criaturas que lo habían torturado.

Los soldados estaban tan ocupados asegurándose de que nadie presente hiciera algún movimiento hostil que se perdieron el sutil movimiento que le llevó a Jeddar presionar un botón en su bocamanga. Un momento más tarde, una puerta se abrió repentinamente y tres guardias más se lanzaron al descubierto.

Todos abrieron fuego simultáneamente, y esos guardias que ya estaban en el laboratorio tomaron la oportunidad de saltar en busca de cubierta, al igual que lo hicieron los Maestros de Clones, los ATACs, y Musica. Los rayos de energía se estrellaban y destellaban; el aire comenzó a calentarse al instante. Los disparos sacaron erupciones de poder del sistema eléctrico del complejo.

“¡Creo que te has vuelto loca, Musica!” Karno le gritó sobre el estruendo de la lucha armada. “¿Qué te han hecho estos monstruos para convertirte en una traidora de tu propia gente?”

Musica, aturdida, no sabía cómo explicarlo excepto decir, “¡Zor es su amigo; ellos lo están salvando!”

Entonces Bowie la estaba jalando. “¡Salgamos de aquí!”

El fuego intenso del 15to había despejado la entrada; tres guardias yacían muertos o muriendo allí. Con practicada calma y precisión, los cinco soldados dispararon mientras se movían. El enemigo restante no tuvo elección sino mantener sus cabezas abajo, sólo capaces de arriesgar u tiro ocasional.

Había otro vehículo liviano fuera del complejo; en un momento, los prófugos estaban alejándose a toda marcha, con Dana y Sean manteniendo un alto volumen de fuego para asegurarse que nadie los siguiera o intentase un disparo final.

Liberado del asimiento del aparato mental, Zor comenzó a menearse, luego volvió en sí. Dana rebosaba de alegría y dejó de disparar lo bastante para expresar a borbotones cuán feliz estaba, pero Angelo, en los controles, gruñó, “¡Guarden esa mierda de sentimentalismo! Aún tenemos que encontrar una salida de esta coyuntura, ¿recuerdan?”

En ese momento tres Bioroids rojos aparecieron, moviéndose rozando cerca del techo del alto pasillo central en el que el vehículo liviano estaba viajando. Angelo logró esquivar sus primeras descargas, casi rozando el vehículo a lo largo de la pared cercana, luego hizo un giro desesperado dentro de un pasaje lateral, perdiendo a los mechas enemigos por el momento.

“¡Tenemos que regresar a los Hovertanks!” Dana gritó sobre la palabrería de su travesía.

“Estoy trabajando en ello, señora.”

Ella consultó el pequeño sensor que Latell le había dado. “¡Dobla en la siguiente curva la derecha!” Tal vez podían desandar sus pasos desde el centro de control, el que Musica había señalado por el camino.

Ellos giraron y tomaron una curva cerrada y salieron disparados, dando vuelta una esquina sólo para tropezarse de frente con otra tríada de guardias. Renuente a detenerse, Angelo apretó sus dientes y los embistió, lanzando a dos a ambos lados, golpeando al del medio contra el piso.

Pero el impacto hizo que el vehículo desafiase sus controles. Éste golpeó un puntal, rebotó en el otro sentido mientras Angelo disparaba los retropropulsores desesperadamente, luego golpeó la superficie del piso y lentamente se puso derecho. Sus ocupantes fueron arrojados y éste finalmente fue a detenerse con un estruendo y un crujido.

Dana sacudió su cabeza, levantando la vista. Directamente ante ella se encontraba una escotilla abierta, y más allá– “¡Miren! ¡Es el área del control central!” El alojamiento en el que la Protocultura Viviente estaba situada estaba cerrado, protegiéndola.

Por el momento.

Ellos oyeron Hovercraft acercándose y se dispersaron para encontrar ocultamiento en el centro. En otros pocos segundos, los tres rojos se posaron para aterrizar, desmontando y explorando el área.

El ver a los Bioroids excitó algo en la memoria aún desorganizada de Zor. Él giró hacia Musica, quien estaba agazapada con él debajo de un conducto enorme. “¿Por qué los Maestros me enviaron a la Tierra en primer lugar?” él susurró. De algún modo él sabía que ella, la Señora de la música que era parte del poder de los Maestros sobre su reino, podía contestar.

Ella lo miró con infinita tristeza. “Tú eras sus ojos y oídos. Tú fuiste enviado a la Tierra como un espía,” ella pronunció las palabras más que susurrarlas. “Ellos plantaron un neuro sensor en tu cerebro. ¡Ni siquiera estas consciente de lo que estabas haciendo, Zor!”

El centro entero, la nave entera, comenzó a sonar monótonamente con una vibración peculiar, algo que hizo que sus cabellos se erizaran. Los Bioroids enderezaron sus cabezas, registrándolo.

“Es una alerta de batalla,” Musica dijo a los ATACs. “¡Sus fuerzas deben estar atacándonos!”

“Es hora de hacer nuestra jugada,” Dana dijo. “Eliminaremos este centro de control, cualquiera sea el costo, ¿entendido? De otra manera Emerson no tendrá una oportunidad.” Con un poco de suerte, Louie podría deducir una manera de ponerlo fuera de servicio. Pero primero los rojos tenían que irse.

Los soldados del 15to se separaron en abanico, disparando a los Bioroids, esquivando desde sus cubiertas, dirigiéndose hacia la Protocultura Viviente. Ellos se mantuvieron cerca de los sistemas, disparando desde su protección. Los mechas enemigos parecían reacios a disparar, soportando las consecuencias menores de las pequeñas armas de fuego antes que arriesgarse a dañar el corazón de la nave. Uno estaba colocándose en ángulo para un tiro limpio sobre ellos; Louie de mala gana usó su granada de pulso en aquél, pero sólo lo hizo tambalear en lugar de ponerlo fuera de combate.

Sólo Zor y Musica se rezagaron, ella aturdida por lo que estaba sucediendo, él inmovilizado por los recuerdos que afloraban. Entonces Zor se encontró recordando, recordando mucho. Su mirada viajó hacia el comandante del 15to.

Dana...

Él sabía lo que tenía que hacer. Gateó lejos hacia un lado, liberándose de los disparos.

Al mismo tiempo, Musica estaba llegando a una decisión.

No hay mucho tiempo. La nave será destruida pronto. ¡Debo llegar al control de la barrera!

Ella corrió deprisa hacia las escaleras que se enrollaba alrededor del alojamiento que protegía a la Protocultura. Bowie, viéndola ir, gritó su nombre y corrió a toda velocidad tras ella.

Musica corrió como un ciervo por los anchos peldaños. Pero estaba al descubierto, y un Bioroid arriesgó un tiro cuando ella se acercaba a la cima. Al mismo tiempo, una descarga del arma de Angelo golpeó el arma disco del rojo; su descarga golpeó el alojamiento cerca de Musica, errándole a ella, pero aturdiéndola y dañando el alojamiento.

En un momento, Bowie estuvo a su lado. “¡Bowie, la barrera! ¡Debe ser desactivada!”

Él asintió con la cabeza, y corrió los últimos pocos escalones hacia el panel de control que ella había estado tratando de alcanzar. El 15to estaba lanzando a los rojos todo lo que tenían, y el dañar el alojamiento mantenía a los rojos alejados de intentar otro tiro a Musica o a Bowie.

Con su dirección, él presionó un botón, bajó la palanca destellante que apareció en respuesta a ello. Un ululeo que sacudió todo se elevó sobre las primeras alarmas e incluso sobre la lucha. “¡Apresúrate!” ella le gritó. “¡Debemos irnos!”

Los Bioroids estaban en una desventaja terrible ya que estaba prohibido por los Maestros invisibles disparar ningún tiro que pudiera poner en peligro los sistemas de la nave. Los ATACs habían sido rápidos en explotar este hecho; cinco rifles eran una gran cantidad de poder de fuego si los usuarios sabían dónde apuntar, y los soldados habían tenido bastante práctica golpeando placas de recubrimiento facial.

Mientras Bowie ayudaba a Musica a descender los escalones, el último Bioroid tambaleó hacia atrás y fue a descansar inclinado contra el mamparo. Los fugitivos corrieron deprisa hacia el pasadizo, pero otro trío de rojos se dejaron caer de ninguna parte, bloqueando su camino. Los rifles estaban casi agotados, y no había ningún lugar para ocultarse detrás de los sistemas ahora. El líder apuntó mortalmente con su arma disco...

El arma y el brazo volaron en pedazos en una erupción que casi los dejó tendidos sobre sus espaldas. Echando humo por el pasillo detrás de ellos apareció un rojo bien recordado en su Hovercraft.

“¡Dales duro, Zor!” Dana alentó.

Zor era todavía el más grandioso señor de la batalla en la flota enemiga. Él esquivó las ráfagas de los otros rojos diestramente, disparando con gran precisión todo el tiempo. Él hizo saltar a su mecha del Hovercraft, y dejó estrellarse a la plataforma platillo contra ellos, destruyendo a sus contrarios en una colisión que medio ensordeció a los fugitivos.

El Bioroid de Zor aterrizó con un impacto que sacudió la cubierta. “Dana, tú y los otros continúen; los Hovertanks están hacia allá, por allí. Me quedaré aquí y demoraré cualquier persecución adicional.” Su voz era la voz del Zor con quien ellos habían servido, no la voz inspirada y misteriosa del esclavo de los Maestros.

“¡Huh!” Angelo dijo, con algo así como aprobación.

“Te estaremos esperando,” Dana dijo lúgubremente.

No había ninguna otra opción; los prófugos avanzaron rápidamente. Zor giró para esperar pacientemente. No llevó mucho tiempo; tres grupos de Triumviroids aparecieron corriendo en la vista en Hovercraft. Zor apuntó y comenzó a disparar.


Asombrosamente, los tanques estaban justo donde el 15to los había dejado.

“¿Pero de qué nos servirán?” Angelo preguntó, mientras el escuadrón calentaba sus mechas. “¡No hay manera de que podamos alcanzar a Emerson con sólo los propulsores de los tanques!”

“¿No crees que lo sé?” Dana dijo bruscamente. Con sus mechas en modo tanque, el 15to la siguió mientras trataba de desandar la ruta que ella había tomado en su primera carrera evasiva con Bowie y Louie.

Por último ella encontró lo que estaba buscando, un tipo de compartimento callejón sin salida atestado de pilas de componentes recuperados y equipo estropeado. Era obvio que una gran cantidad de trabajo de reparación fue hecho allí también.

Los tanques se detuvieron, los cañones apuntados a la única escotilla. Los soldados se pararon en sus torretas-cabinas. Dana señaló hacia una fila de Hovercraft que habían visto mejores días.

“Louie, tienes que encontrarnos los mejores cinco de esos, y asegúrate de que nos llevarán a Emerson.”

¡Es fácil para ti decirlo! él pensó. ¿Era ella una loca, o sólo ignorante? “Teniente, yo–”

“¡No quiero oírlo! No estoy hablando de ganar una carrera de Fórmula X; sólo los necesitaremos por unos cuantos minutos. Si no regresamos con la flota para entonces, no importará.”


A bordo de su nave insignia, Emerson había alcanzado hace mucho tiempo la conclusión que sus subordinados estaban expresando cautelosamente. Las fuerzas de la Tierra estaban yendo a los Maestros con gran fuerza otra vez, pero no podían resistir la golpiza que estaban recibiendo por mucho más tiempo.

No había señal del 15to y ningún contacto de radio. Emerson ordenó que la flota se preparase para retirarse, que los A-JACs se preparasen para regresar a sus transportes. Cuando la Teniente Crystal objetó, él la alineó bruscamente, y reiteró sus órdenes.

Pero todo el tiempo, él pensó, Bowie. Dana. Y sabía los otros nombres también.

Traducido por Luis N. Migliore (Córdoba, Argentina)
www.robotech.org.ar

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