Saga Macross - Force of Arms

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Capitulo 23

¿Ganamos? Cuándo oigas que un militar idiota te dice eso, ¡escúpelo! ¡Señala el cementerio que es la Tierra! Cuando él también te diga cómo va a hacer el ejército para que todo vuelva a estar bien, ¡levanta la ceniza que solía ser tu hogar!
Ellos ganaron, está bien, y a ellos les encantaría ganar otra vez. Y cada vez, somos tú y yo quienes perdemos.

Del artículo de Lynn Kyle, La marca de Caín

Rick Hunter estaba sentado en la cabina del guardián y observaba las blancas esporas irse en el viento como sombrillas en miniatura. Entretanto, luchaba con sus pensamientos.

La verdad era que la Tierra era un callejón sin salida para un piloto. Oh, claro que existía el problema de los rebeldes zentraedis, y varias comunidades humanas irritables. Pero la guerra había terminado y no había ningún circo volador. Si no se estuvieran preparando cosas mayores más allá de la atmósfera de la Tierra quizás el fastidio creciente de la vida en tiempos de paz podría ser más fácil de aguantar.

Breetai, Exedore, Gloval, el Dr. Lang y el Dr. Zand parecían ser la fuente de eso. Sólo que todo era tan el secreto que un simple comandante de escuadrón no podía averiguar nada. Incluso Lisa profesaba no saber nada. Pero los chismes y las pocas pistas que Rick podía conseguir de sus reuniones de Inteligencia le hicieron creer que la SDF-2 estaba destinada para una gran, gran misión.

Estaba casi seguro de que la SDF-2, y naves de guerra zentraedi como la Breetai si se podían poner en completo funcionamiento otra vez, iban a llevar la guerra hasta los Amos Robotech. Los humanos y los zentraedis iban a salir a acabar la amenaza para siempre o morirían en el intento.

¿Y él cómo podía no ir? Sólo que... ese era un viaje y una operación militar que podía hacer que, en comparación, la campaña predecesora luciera como un de fin de semana de vacaciones. Tal vez significara que él nunca más volvería a ver a la Tierra y a Minmei.

Eso no quería decir que había visto mucho a Minmei en los últimos dos años, pero enlistarse para un viaje hacia sistemas estelares remotos iba a eliminar cualquier esperanza.

¿Pero qué más quedaba para él salvo volar? Deseaba y rezaba para que fuera Minmei, pero ella estaba tan envuelta en su brillante carrera que raras veces la veía o tenía noticias de ella. En la misión de la SDF-2 por lo menos iba a estar con Lisa, y cada vez se convencía más de que allí era donde pertenecía.

Claro, las apuestas en contra de sobrevivir serían muy altas, pero ese era el destino de un piloto de combate. ¿Y si viniera al caso, qué mejor causa había para servir y por la cual morir? De pronto tuvo un recuerdo vívido de algo que Roy Fokker le dijo.

Un presidente norteamericano dijo una vez que el precio de la libertad es la eterna vigilancia, Rick.

Fue durante un "día" en la SDF-1, en algún lugar de la órbita de Plutón, cuando Rick se unió a la RDF.

Ya no hay más vuelos por diversión -le dijo Roy, severo y grave-. De hoy en adelante vuelas por el bien de tu hogar y tus seres queridos, Rick.

-¿Mi hogar y mis seres amados, eh? -murmuró. Le dio un golpecito a un interruptor y la carlinga descendió sobre servos gimientes.

-Está bien; tiempo de ir a volar, entonces -movió el acelerador hacia delante. Los propulsores de los pies del guardián levantaron polvareda y lo elevaron. Rick tuvo se cuidó de rodear el parche de amargones mientras subía. Pero la ráfaga hizo que centenares de miles de esporas flotaran en el aire con la esperanza de encontrar alguna otra parcela de tierra amable.

Rick insertó un solo pimpollo de amargón en una hendidura de su tablero de instrumentos, mecamorfoseó su nave a modo caza y salió como bala trepando hacia el sol. Puso el aparato de comunicación para buscar el tráfico local, parte de la misión de reconocimiento. Los equipos examinaron la banda y se detuvieron en una transmisión que traía una voz humana femenina.



...Here by my side,
Here by my side.



-¡Minmei! -se presionó contra su arnés de seguridad y se estiró para conseguir una señal más fuerte.

Hubo aplausos de fondo. Surgió otra voz que él conocía bien.

-¡Están escuchando a la hermosa Lynn Minmei, transmitiendo en vivo y en directo desde Ciudad Granito! Esta zona se está reconstruyendo lentamente gracias a los esfuerzos combinados de muchas personas maravillosas que consagran su tiempo sin cesar y trabajan para un proyecto al que muchos consideraron inútil.

Lynn Kyle. Ahora sonaba más como un vendedor ambulante que como un coprotagonista, pero todavía tenía esa misma hostilidad en su tono.

¡Granito! -notó Rick.

¡No estaba lejos! Él ya estaba verificando sus computadoras de navegación.

-"Las personas que ayudan a personas" es el tema de nuestra gira -siguió Kyle-. ¡Y nosotros no consideramos que el proyecto sea inútil! ¿Y ustedes como se sienten al respecto?

Clap-clap-clap-clap del público y unas cuantas hurras. Esas preguntas tontas siempre funcionaban. La expresión de Rick se endureció y movió su palanca para un ladeo.

Ciudad Granito estaba a la sombra de una nave capitana zentraedi clavada como un rayo de Júpiter en el polvo rojo. Las afueras del lugar todavía eran escombros diseminados de la guerra, pero habían hecho habitables unas cuantas cuadras en el centro.

Había cimientos debilitados, bloques inclinados de pavimento y hormigón fracturado por todas partes, pero por lo menos las calles estaban despejadas.

Esta parada más reciente en lo que tendría que haber sido la gira triunfal de Minmei "Las personas que ayudan a personas", había atraído algo menos de trescientas personas a Granito, más varios zentraedis que sobresalían sobre la muchedumbre incluso cuando estaban sentados y en cuclillas.

La muchedumbre estaba compuesta de personas de miradas tristes que hacían lo que podían por creer que tenían un futuro. La mayoría estaban andrajosos, todos estaban delgados y había signos de enfermedades de deficiencia y otros problemas médicos entre ellos.

Pero ante la influencia de Lynn Kyle y otros de la red abierta de antigubernamentalistas, Granito persistía en negarse a dejar su condición de ciudad-estado independiente, o en dejar que entraran los grupos militares de relevo.

Los zentraedis estaban en mejor estado que los humanos; las raciones de la nave hundida podían sostenerlos, aunque por alguna razón parecían no tener valor nutritivo para el Homo Sapiens. Entre las personas de Granito al principio hubo una buena cordialidad y optimismo, pero ahora había una creciente desesperanza en este programa de modelo disidente. Por eso esta aparición moralizante de Minmei.

-¡Sí! ¡Oigámoslo! -gritó Lynn Kyle, manipulando el micrófono en el centro del escenario y haciendo señas con su mano libre. La multitud aplaudió otra vez, un poco a desgano.

-¡Y Granito tampoco necesita ninguna interferencia externa! -vociferó. Él había pasado menos de cuatro horas allí en toda su vida.

-¡La buena gente de aquí cuidará de sí misma y hará de Granito la gran metrópoli que una vez fue!

El aplauso fue aun más débil esta vez y la mayoría de los espectadores de las filas delanteras pudieron ver las cuentas de sudor de fracaso en la frente de Kyle.

-Pero olvidemos, por ahora, lo que los estrategas militares nos causaron -dijo casi frunciendo el ceño, después se recobró y mostró una brillante sonrisa-. ¡Mientras escuchamos el canto de la maravillosa e incomparable Lynn Minmei!

La música grabada se elevó y Minmei, con el micrófono en la mano, comenzó justo con la señal. Cantó su último éxito.



I've made the right move at the right time!
We're on our way to something new!
Just point the way and I will follow!
Love feels so beautiful with you!



Rick siguió extasiado la canción hasta que una transmisión se superpuso al canto de Minmei.

-Comandante Hunter, conteste, por favor.

Era Ransom. Rick cambió a la red táctica.

-¿Qué pasa?

-¿Está bien, jefe? Estuve tratando de localizarlo durante un tiempo; pensé que podía haberse metido en problemas.

-¿Pasa algo malo? -Rick permitió que un poco de impaciencia se deslizara en su tono.

Ransom lo miraba desde una pantalla de despliegue, junto al amargón amarillo para ser precisos.

-Nada específico, jefe. Sólo me gustaría que llevara la radio portátil con usted cuando deje su nave para inspeccionar. ¿Me preocupo, sabe?

Rick se tragó el reproche que había estado formulando. Por supuesto que lo sabía; él se habría masticado a un subordinado que le hiciera lo mismo.

-Lo siento, teniente -parecía arrepentido y eso era real-. Pero me encontré con algo milagroso hoy.

Ransom lo miró fijo.

-¿Problemas con los renegados zentraedis? ¿Jefe, qué es?

Rick sacó el amargón de su lugar y lo sostuvo cerca del receptor óptico.

-Mira lo que encontré. Un campo entero de ellos.

Ransom observó la flor.

-Espere un minuto. Su zona no estaba dentro de la zona de desarrollo de recuperación natural.

-¡Correcto! -Rick estaba exaltado-. ¡Pero déjame decirte que hay flores en el cuadrante noroeste!

El normalmente mórbido Ransom mostró una sonrisa muy ligera.

-Supongo que debimos haber sabido que la Tierra comenzaría su propio programa de recuperación. Grandes noticias, ¿eh, jefe?

-Afirmativo. Mira, continúa tu patrullaje según el plan de la misión, Ted.

-Entendido, ¿pero usted no viene con nosotros?

-Por ahora no -contestó Rick-. Voy a visitar Ciudad Granito. Si algo serio surge, grítame.

Ransom asintió y contestó con evasivas.

-Y, eh, jefe...

-¡No se preocupe, teniente! ¡Cuándo yo deje la nave, llevaré mi portátil! ¡Fuera!

Rick hizo un giro sobre su eje sólo por diversión y abrió bien su acelerador hacia Ciudad Granito.



If she wonders,
It's you who's on my mind.
It's you I cannot leave behind...



Rick siguió la voz de Minmei como otra persona podría haber andado un camino de ladrillo amarillo. Desde arriba, el furgón de batalla zentraedi dominaba el paisaje, pero una mirada más cercana al suelo mostró que la cumbre de metal oxidando era un monumento a la derrota y que los puñados de vencedores todavía estaban confundidos.

Rick dejó su VT en el límite del pueblo bajo el cuidado del oficial al mando de la milicia local, que estaba a favor de los aviadores de la RDF aun cuando el populacho no lo estaba. Rick llegó al concierto y por una fracción de segundo se salvó de que lo aplastara la mano de un gigante zentraedi sentado al borde de la muchedumbre que acababa de cambiar su peso.

-Lo siento mucho -trató de susurrar el extraterrestre con su voz resonante. Todos alrededor de ellos los hicieron callar. Rick asintió con la cabeza hacia el grandullón para hacerle saber que no había ninguna ofensa.



It's me who's lost,
The me who lost your heart
The you who tore my heart
Apart...



Ella recorrió un largo camino, pero es la misma muchacha con la que pasé esas dos horribles y maravillosas semanas en alguna parte de la barriga de la SDF-1. Mi Minmei.

Cuando la canción terminó la muchedumbre aplaudió. Rick aplaudió más ruidosamente que todos.



Cerca de un café al aire libre de Ciudad Monumento, con la sombra de la SDF-1 acercándose a ella como un reloj de sol, Lisa miraba aburrida a las personas que pasaban e ignoraba su media taza que se estaba enfriando. Las reuniones se habían pospuesto, lo que le daba un inesperado tiempo libre. Las horas ociosas eran más una maldición que una bendición.

Mientras miraba, dos peatones desarrapados miraron con lujuria a una joven rubia muy atrevida cuyo ruedo llegaba casi hasta su cintura. Los dos no babearon mucho.

-Mi señor, las mujeres sacaron todos los ases en esta vida. Pueden tener todo lo que quieran -opinó uno, un niño fornido que lucía como si tuviera una oportunidad justa de crecer para ser normal-. Ellas pueden tener a cualquier persona que quieran tener.

Lisa pensó en eso con su barbilla apoyada sobre sus dedos entrelazados.

-Eso es todo lo que sabes de eso, mi gordo amigo -murmuró mientras observaba a los dos presuntos calaveras seguir su camino-. Aquí hay una mujer que cambiaría todos los ases, jotas y reyes del mazo por un Rick Hunter.

Respiró hondo y miró la calle principal de Ciudad Monumento. Max Sterling paseaba por allí como si no tuviera ninguna preocupación, empujando un carrito de bebé. Miriya le tomaba el brazo.

Ellos se detuvieron y Max se apuró a correr frente al carrito para levantar a su hija y palmearle la espalda, haciéndola eructar en su hombro. Miriya miraba serenamente con una sonrisa que Lisa casi le envidió.

Los informes confidenciales más secretos se reducían al hecho de que nadie podía entender cómo Max y Miriya habían tenido a Dana, su bebita. Pero como lo demostraron las pruebas exhaustivas, la criatura era indiscutiblemente suya.

Nunca se había registrado ninguna reproducción entre varones y mujeres zentraedis, lo que hacía que todo fuera mucho más extraordinario. Las explicaciones más probables tenían que ver con el consumo que hacía Miriya de comidas de estilo humano en lugar de las raciones antisépticas de los zentraedis y su exposición a emociones que produjeron cambios bioquímicos sutiles en ella. La palabra "protocultura" apareció una y otra vez en los informes, sólo que nadie parecía entender lo que era en realidad, por lo menos nadie fuera del enigmático círculo encantado de Lang, Exedore y otros pocos.

Como muchas mujeres y muy pocos hombres, Lisa a veces pensaba que todo era una tontería. Miriya y Max estaban enamorados, por lo tanto: la pequeña Dana.

Ella los miró, y por un momento Max tuvo la cara de Rick y Miriya tuvo la de Lisa. La SDF-2 pronto iba a estar lista para los ensayos espaciales, pero eso no significaba que la primer oficial no podía tener una familia. La nave espacial estaba construida para un viaje largo, para niños además de hombres y mujeres.

Max, Miriya y su bebé reasumieron su camino y Lisa los vio marcharse.

Parecen tan felices. ¡Si sólo pudiera hacer entender a Rick!

Pero justo en ese momento dos novatos de la RDF se acercaron al café con un estéreo. La bien recordada voz reverberaba.



And the thrill that I feel
Is really unreal



-¡Vaya! Esa mamacita seguro que sabe cantar -dijo el primero, silbando-. Daría la paga de un mes por conocerla.

El otro resopló con sarcasmo cuando el par se sentó a unas mesas de distancia.

-Claro, socio. Después te saca a pasear y te traspasa las escrituras de su mina de diamantes, ¿correcto?

El primero puso una cara agria y le hizo señas a la mesera. Minmei cantaba en el tímpano del agitador.



I can't believe I've come this far.
This is my chance to be a star!



¡Parece que no hay forma de evitarte, Minmei!

Lisa recogió su bolso y dejó su dinero en la bandeja, después se levantó y se dirigió hacia el bulevar.

Estaba tan absorta en sus propios pensamientos, pesares y preocupaciones que no se dio cuenta -como nunca se había dado cuenta- de las miradas admiradoras que provocaba. Era una joven esbelta y atlética de pelo castaño que flotaba detrás de ella, cutis delicado y una mirada distante en los ojos. Su insignia y sus condecoraciones eran suficientes para hacer que cualquier veterano, varón o mujer, la notara.

Si hubiera una competición artística para el concepto de GANADOR, una simple fotografía de Lisa en ese momento lo habría ganado. Las mujeres en particular miraban su tranco seguro y su aire de confianza, y hacían varias resoluciones para ser más como esta supermujer segura de sí misma, quienquiera que fuera.

Pero esa no era la manera en que Lisa se sentía. Ella se permitió una media sonrisa lamentable.

Supongo que cuando se repartieron los ases, no estaba en mis cartas conseguir el que yo quiero.

Fue casi una broma que la hizo sonreír con tristeza. Apuró el paso para reportarse a la SDF-2.

Traducido por Laura Geuna
www.robotech.org.ar

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