Saga Macross - Force of ArmsPrólogo 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25
Cuando estás envuelto en una guerra y pensando más que nada en el enemigo, es fácil olvidarse que hay otros frentes en que los que por lo menos debes intentar lograr una tregua. Lisa Hayes, Recuerdos. Lisa Hayes, sentada de mala gana en un profundo corredor del cuartel general del CDTU, se sentía y movía inquietamente. Oyó pasos que se acercaban y levantó la vista para ver a su padre. -Bien, hablé con ellos -dijo él. -¿Tomaron alguna decisión? -la tensión le retorció el estómago. -Nunca puedes estar seguro sobre estas cosas, pero pienso que ellos están listos aceptar la idea de las charlas de paz. Ella inhaló entusiasmada y después le sonrió tiernamente. -¡Estoy tan orgullosa de ti por tener el valor de asumir esta lucha! -se puso de puntas de pie para besarle la mejilla. -¿Algo anda mal, padre? -le preguntó más tarde, cuando se sentaron en el banco tapizado de un ascensor. Él la había estado mirando de forma extraña durante varios minutos. -Estuve pensando en cómo me recuerdas tu madre. Y lo orgullosa que ella estaría. -Gracias, padre -contestó ruborizada tímidamente y muy complacida. -Entonces, dime cómo va tu vida amorosa estos días -la sorprendió-. ¿Estás saliendo con alguien especial? ¿Alguien sobre el que yo deba saber? Eso la tomó tan fuera de guardia que tuvo que admitirlo. -Bueno, hay un joven... -Es militar, ¿cierto? -dijo su padre. -Sí, lo es. De hecho, él es el que me rescató de la nave extraterrestre. El almirante Hayes asintió lentamente. -Ah sí. Parece un buen hombre. Caminaron y charlaron como no lo habían hecho en más de tres años. El almirante llevó a Lisa a través de la enorme base y por fin llegaron a un tiro vertical de casi un kilómetro y medio de ancho. Estaba alineado con puertos de operaciones, sistemas de energía y detectores de potencia. En lo alto, a nivel del suelo, un domo facetado cubría el tiro como una lente ciclópea. -¿Hay algo en particular que quisieras mostrarme aquí afuera? -después del relativo encierro de los pasadizos de la base, eso se sentía como estar afuera. Su padre la llevó hasta el final de un armazón que tenía sobresalía hacia el cavernoso tiro. Podían ver kilómetros hacia abajo, y hacia arriba casi lo mismo. -Quería que vieras el Gran Cañón, Lisa -lo señaló con una mano-. Antes de que entremos en cualquier negociación de paz con los extraterrestres, vamos a dispararlo contra ellos. Ella no podría creer lo que oía. -¿Qué? -el grito pareció perderse en el abismo que formaba el barril del cañón. El almirante Hayes tenía una mirada austera y su fuerte mandíbula encajada. -Aunque el sistema de satélites reflectores todavía no está listo, esperamos destruir un gran segmento de la flota enemiga lanzando un ataque sorpresa encabezado por una descarga del Gran Cañón. Creemos que ellos entrarán de buena fe en las negociaciones una vez que hayan visto su poder. El plan original había sido poner en posición unos enormes espejos orbitales para dirigir los disparos del cañón según se necesitara; de otra forma, su campo de fuego era realmente muy estrecho. Pero como las naves de guerra extraterrestres eran tan numerosas y estaban tan cerca de la Tierra, era sólo una cuestión de tiempo antes de que una parte de su flota entrara dentro del alcance. -¡Este Gran Cañón tal vez no pueda eliminar a una pequeña división de battlepods, mucho menos a una de sus naves nodrizas de quince kilómetros de largo! -espetó Lisa-. ¿No entiendes? ¡Tenemos que acercarnos a ellos sin intentar ahondar la guerra! ¡Algunos de ellos ya desertaron a nosotros! Estoy segura de que los zentraedis escucharán nuestras propuestas de paz sin el uso de armas. El almirante miró hacia el barril del arma. -¿Lisa, cómo puedes ser tan ingenua? -se volvió hacia ella-. ¡La única cosa que un poder bélico entiende es una demostración de mayor poder! No podemos permitir que los zentraedis confundan nuestras propuestas de paz como una señal de debilidad. ¡Debemos negociar desde la fuerza! Caminó por la plataforma de observación hacia el fin del armazón con las manos tomadas detrás de él. -¿Cómo puedes esperar que haya intenciones pacíficas de una raza engendrada y entrenada para nada más que la guerra? Aun cuando su estructura genética fuera idéntica a la nuestra, nosotros no tenemos ningún conocimiento real de qué factores de su trasfondo los motivan, o qué tan fuerte lo hagan. -Pero padre... -comenzó a decir desesperadamente. -¡No, Lisa! -continuó-. Si la historia nos dice algo, es que se necesitan cautela y fuerza al tratar con un enemigo imprevisible. Nosotros ya pusimos una fecha para disparar el cañón; nos encargaremos de las charlas de paz después de eso. Ella se quedó de pie y muda mientras las corrientes de aire del profundo tiro le revolvían el pelo. -Lo siento, querida -le dijo él-. Pero no hay nada más que discutir. -Sí. Eso veo.
Incluso con el extraño retumbar de eventos inadvertidos en el frente de guerra, el público exigía que saciaran su hambre por otras noticias. El interés en las celebridades y en los ídolos de los medios de comunicación nunca estaba satisfecho por mucho tiempo. Habían llamado a una conferencia de prensa en el vestíbulo del Hospital General de Macross. Estaba atestado de periodistas gráficos y de televisión que se empujaban y codeaban apuntando con luces, cámaras y micrófonos. En medio de todo eso estaba Lynn Minmei, la actual reina de Macross y de la SDF-1. Sin siquiera tener todavía los diecinueve, ella estaba acostumbrada a las luces y a la atención, una gacela encantadora de cabello negro. Su tremendo encanto y vivacidad habían sostenido la moral de la nave a través de sus momentos más oscuros y habían ganado el corazón de casi todos los de a bordo. Junto a ella estaba sentado su coprotagonista y primo en tercer grado, Lynn Kyle, un joven saturnino y malhumorado de suave pelo negro que llegaba debajo de sus omóplatos. Kyle, el pacifista que a pesar de todo era un experto insuperable en artes marciales, llevaba una venda alrededor de la cabeza. Estaba completando su convalecencia después de salvar a Minmei de la caída de un reflector durante un ataque zentraedi dentro de la fortaleza de la batalla. Lynn Kyle miró a los reporteros y a la gente de cámaras y sonidos. Él siempre consideró al público con cierto desprecio, lo desdeñaba por su complacencia en permitir que la milicia prosiguiera la guerra. -Minmei -dijo un hombre apuntándole con un micrófono-. ¿Es verdad que has estado ayudando a Kyle a recuperarse y permaneciste al lado de su cama durante toda la semana? Minmei frunció el entrecejo y Kyle lo miró ceñudo, pero a esta altura ya estaban acostumbrados a ese tipo de indirecta. -Creo que no lo pondría esa manera -contestó ella. -Dice el rumor que ustedes dos están a punto de casarse -insistió una mujer-. ¿Tienes algo que decir sobre eso? -¡Completamente falso! -ella devolvió el tiro. Eso no impidió que otro tipo siguiera preguntando. -¿Puedes decirnos cómo reaccionó tu ex-novio cuándo le dijiste sobre estos planes de matrimonio? Ella tenía ganas de reventar, pero después vio que esa podría ser una oportunidad para desviar el enfoque de la entrevista. -Oh, te debes referir a Rick Hunter -ella soltó una risa sonora-. Él era simplemente un amigo.
Rick, sentado en su litera con las rodillas dobladas mientras miraba la cobertura en vivo de la entrevista, hizo una cara agria y sacudió la cabeza. -Sí. Supongo que eso es todo lo que yo era. Se sentía como un idiota, un completo idiota. Una y otra vez se había convencido de que Minmei lo quería. Había algo en ella, algo coqueto e impulsivo. Era algo que no quería soltar a nadie que hubiera caído bajo su hechizo porque, suponía, eso se parecería demasiado al rechazo. Por eso cada vez que él había estado cerca de olvidarla, ella se había presentado para levantar sus esperanzas de nuevo. Bien, parecía que eso ya no iba a ser un problema. Por lo menos un pequeño traspié de los dos favoritos del escenario y la pantalla iba a liberar a Rick de una vez por todas. Pero los periodistas no iban a aceptar ninguna evasión de Minmei. -¡Oh, vamos! ¡Eso no es lo que escuchamos! -Solías estar muy apegada a él, ¿correcto? -¿Quieres decirnos que tú y Hunter nunca discutieron sobre matrimonio en absoluto? Minmei parecía molesta pero no contestó. Rick recordó cuando se conocieron, esos largos días que ellos pasaron juntos atrapados y perdidos en una parte remota de la SDF-1. Cuando parecía que no iban a lograrlo, ella había admitido ante Rick su eterno deseo de ser una novia. Tuvieron una ceremonia simulada marcada por un beso muy real, sólo para que los interrumpieran los rescatadores antes de que ellos pudieran decir sus votos. Rick se preguntó si algo de eso estaba pasando por la hermosa cabeza de Minmei, o si lo había sacado de su mente de la misma forma en que parecía sacar cualquier cosa que no encajara con sus deseos y actitudes del momento. Él se dijo que probablemente nunca conseguiría una señal más clara. Por fin había llegado el momento de sacarla de sus pensamientos e intentar volver a vivir su vida.
En otra barraca, los desertores zentraedis micronizados estaban reunidos absolutamente subyugados alrededor de una pantalla para mirar a Minmei. Estaban vestidos con ropas de trabajo ordinarias y cubrían el surtido de tamaños y formas que cualquier grupo fortuito de varones humanos podría incluir. Salvo por unos tonos de piel que parecían un poco extraños -malva, blanco albino, un verde muy, muy pálido-, no había nada que los marcara como extraterrestres. Desde el incidente de Karita con los forajidos, todos ellos hicieron grandes esfuerzos para evitar los problemas. La decisión del ejército de mantenerlos confinados en su barraca era molesta pero la habían aceptado. Las autoridades de la SDF-1 les había proporcionado habitaciones, raciones, etc., y pasaban largas horas interrogándolos, aunque como guerreros de rango inferior había pocas cosas de valor estratégico que los desertores pudieran decir. Todavía nadie había comenzado un programa de orientación sistemático para familiarizarlos con la vida humana; ya que el ejército creía que siempre existía la posibilidad de que regresaran al resguardo zentraedi, cuanto menos supieran, mejor, por lo menos para ahora. Pero podían ver a Minmei y escuchar su voz -la voz que los había incitado a salir de la guerra. -¿Rico, qué quieren decir con 'matrimonio'? -dijo uno de ellos-. ¿Por qué siguen hablando de eso? Hubo algunos rezongos porque los otros también estaban preocupados por el enigma. Rico pensó la respuesta. Él apenas entendía un poco más que los otros sobre la existencia humana, pero ellos lo buscaban a él para las respuestas y él no quería parecer desconcertado. -Em, porque el matrimonio es algo importante. Cuando dos personas se casan, se marchan a algún lugar privado y se pasan el tiempo presionando los labios. Este tema de presionar labios se había mencionado antes entre los zentraedis y había sido una de las principales cuestiones de fascinación que había guiado a los desertores. Pero pensar en semejante contacto desenfrenado entre los sexos todavía le daba pánico a los antiguos guerreros. -Espero que no nos obliguen a hacerlo. -¡Mis labios no están listos para esa clase de cosas! -No lo sé; algo me dice podría sentirse bien. -¡Déjenme con ella! Algunos balbucearon y exclamaron entre sí; otros comenzaron a temblar visiblemente o a carcomer sus uñas. Unos cuantos trataron de frotar sus labios superior e inferior, y concluyeron que algo estaban haciendo mal. Por lo menos uno se desmayó.
En la entrevista, Kyle encontró otro micrófono puesto frente a su cara. -Dime la verdad: ¿le has propuesto matrimonio a Minmei? -No, no lo hice -estaba tranquilo y calmado por fuera. Él y Minmei no estaban emparentados por la sangre, aunque sus familias habían mantenido lazos íntimos debido a las amistades y las inversiones comerciales compartidas en los restaurantes Dragón Blanco y Dragón Dorado. Él había crecido con Minmei como una adorada hermanita. Pero eso había cambiado con el tiempo, por más que él peleara contra eso. Las luchas físicas, en comparación con su tremenda batalla interna, no eran más que juegos de niños. Todos creían que la autodisciplina que él llevaba a las artes marciales era un reflejo de su calma interior; de hecho, era un reflejo de la voluntad férrea que apenas le impedía rendirse a la tentación. Había pasado toda su adultez joven trabado en una feroz batalla contra sus propios impulsos. Y lo más difícil de todo eran las películas que ellos hacían juntos, el trabajo compartido y la intensidad de sus escenas, sobre todo las escenas de amor. Era tan fácil pasar de lo actuado a lo real. Los impulsos eran muy pacientes y incesantes. Él los repelía cada día, sólo para que luego volvieran más frescos y fuertes que nunca. Pero ya no más. Estar con Minmei a bordo de la SDF-1 y ver a los otros que la codiciaban había hecho que Kyle se decidiera. Nadie más podía tenerla. -Parece una negativa bastante débil -el entrevistador sonrió abiertamente-. Tal vez no has tenido la oportunidad, ¿correcto? -No, he estado pensando en, em... -dijo Kyle con sus tonos calmados y moderados. -¿Sí? -el periodista lo estaba mirando como un hurón. -Pensando en cómo se lo iba a decir. Porque no me molesta decírselo a ustedes, es algo que he considerado. Junto a él oyó la exhalación de Minmei y la inspiración en masa de los reporteros. Los flashes comenzaron a estallar y todos empezaron a hablar enseguida. -¿Minmei, que tienes para decir? -¿Han fijado la fecha? -Diles a nuestros espectadores: ¿aceptarías si él se declara? -¡Dennos una foto de ustedes dos tomándose las manos! -¡Bésala, Kyle! -¿Dónde planean pasar la luna de miel? Pero ellos no les prestaron atención a los reporteros. -¿Kyle, lo dices en serio? -sus ojos parecían enormes. Allí estaban, mirándose fijamente el uno al otro, mientras el furor hervía alrededor de ellos.
Rick apagó su pantalla y se acostó con la cabeza apoyada sobre los codos, sintiéndose absolutamente infeliz. No puedo creerlo. Todo este tiempo estuvo esperando que Kyle se le declarara. Golpearon a la puerta y Max entró vestido de civil: chaqueta informal, pantalón, suéter y corbata. Tenía una mirada alegre y ávida que lo hacía parecer de dieciséis o algo así. -Lamento molestarlo, jefe. Pero estoy pensando en llevar esta corbata para encontrarme con Miriya. Y me preguntaba si me hacía ver demasiado sofisticado, ¿sabes? O quizá deba ir de otra forma, llevar una cadena de oro... Después de que Rick se deshizo de Max, decidió tomar un poco de aire fresco. Vagó por una zona parquizada iluminada en una de las cubiertas de observación y clavó la vista fuera de un mirador tan alto como una cartelera y más largo que dos. La Tierra giraba sobre él, una media luna de azul y blanco mezclados en la oscuridad. Se sentó e intentó descubrir Alaska. -¡Bien, pero si es el teniente Hunter, en vivo y en persona! -dijo después de un rato una voz familiar que contenía un rastro de picardía. Él levantó la vista y vio a Claudia que estaba parada cerca. -Oh. Hola, ¿cómo estás? Ellos no se habían visto mucho últimamente, en parte porque habían estado muy ocupados y en parte porque a los dos todavía les dolía la pena de la muerte de Roy Fokker, y verse les volvía a recordar todo eso. Pero ahora ella vino sentarse al lado de él. -No está mal. ¿Pero qué estás haciendo aquí arriba a esta hora? -Ya no podía aguantar mi habitación. -Ah. Viste la conferencia de prensa. -Ajá. Ella se sentó cruzando las piernas y apoyando la barbilla sobre su mano para ayudarlo a mirar la Tierra. -Puedes sobrevivir sin ella. No es tan maravillosa. -¡Lo es para mí! -Rick no iba a soportar eso de nadie más ahora que Roy se había ido. Pero Claudia tenía una honestidad que era difícil de no respetar y de no darle su lugar. Y ella era bastante capaz de enfadarse contigo si sentía que era necesario. Claudia no era alguien con la que quisieras estar enfadado si podías evitarlo. -Eres inteligente; deberías estar con alguien más -dijo ella después de un momento. -No conozco a alguien con quien quiera estar. Estoy obsesionado con ella. -¿Por qué, Rick? -¡Yo no sé por qué! Quizá es mi tipo. Claudia puso un dedo sobre su barbilla y lo miró de reojo. -No lo sé. Te imagino con alguien más maduro. ¿Sabes, alguien más experimentado? ¿Alguien que ha pasado por un gran romance y una decepción amorosa? ¡Oh, genial, justo lo que yo necesitaba! -pensó Rick-. ¡Otro herido ambulante para pasear! Pero no pudo evitar escuchar con mucha atención. -Sería bueno para ti estar con alguien que puede apreciar una relación. Esas personas que te rodean, ¿sabes? A veces resulta ser tu vecino de al lado. O incluso... tu oficial superior. -¿Ah? -Tengo que irme -ella se levantó. -Claudia. ¿Estás hablando de Lisa, no es cierto? Ella le echó una mirada sobre su hombro. -¿Oíste que yo mencionara el nombre de alguien? Sólo dije que gente como esa está cerca. Se dice que a veces pasa tan cerca que ni siquiera puedes verla. Ella comenzó a irse una vez más, pero volvió a hablar sobre su hombro. -Bueno, no te quedes levantado hasta muy tarde. Las cosas parecerán mucho mejor por la mañana. -Vaya -dijo muy suavemente para sí mismo mientras la observaba marcharse. Rick se quedó sentado mirando la Tierra otra vez. Según lo había calculado, la órbita de la SDF-1 traería a Alaska a la vista en poco tiempo. Recordó el mensaje que le había mandado a Lisa con el código de puntos y líneas. Deseó haber dicho más. Traducido por Laura Geuna |
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