Saga Macross - Force of ArmsPrólogo 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25
Dolza, mi viejo amigo, viejo perro guardián; la sinceridad ingenua de los zentraedis algún día podría ser su ruina. Comentario realizado por Zor a Dolza poco antes de la muerte de Zor, conocido sólo por Dolza, Exedore y Breetai. De nuevo se abrieron las bahías y los elevadores alzaron a los cazas hasta las cubiertas de vuelo. El personal de catapulta de la SDF-1, del Daedalus y del Prometheus trabajaba frenéticamente para lanzar lo más rápido posible a los esenciales cazas. Las catapultas de amura y de proa de los portaaviones estaban en funcionando constantemente y las vidas de los de la plantilla estaban en peligro incesante; era muy fácil que algo tan pequeño y frágil como un ser humano se encontrara con la muerte durante las operaciones de lanzamiento, sobre todo en el vacío del espacio. Los veritechs subieron a las cubiertas de vuelo y desplegaron los alerones y las alas que estaban plegadas o barridas hacia atrás para ahorrar espacio en la cubierta del hangar. Sus motores gritaron como demonios y se lanzaron al espacio en un ballet meticulosamente cronometrado para evitar las colisiones entre sí y se formaron para el combate con la seguridad de la larga experiencia. Gloval observó desde un mirador como salía Rick Hunter liderando al escuadrón Skull. Y al resto, veintenas de ellos, que siguieron detrás para luchar contra el ataque masivo de los extraterrestres. -Que todos ustedes vuelvan a casa a salvo -murmuró Gloval, con la vieja pipa de brezo aferrada entre los dientes. Pero él sabía que era mucho desear.
Rick estaba maniobrando el ala del caza; aunque había quienes eran de mayor rango que él, no había nadie con más pericia. -Ustedes permanezcan en modo caza hasta que yo dé la orden -les dijo-. Nos estamos aproximando a la zona de interceptación. Max volaba como su ladero, con Miriya sentada en el asiento de atrás vestida con un traje de vuelo RDF y el "casco pensante". Los pods se acercaban en grupos para debilitar el blanco y para eliminar y suprimir tanto contrafuego como pudieran antes de que los pesos pesados zentraedis arremetieran para la matanza. El cañón automático de Rick sonó como una sierra amplificada mil veces; las balas de alta densidad salieron en un chorro iluminado con trazadores para atravesar un cuerpo blindado ovalado. El enemigo desapareció en una esfera en expansión de gas rojo incandescente y en esquirlas voladoras. Los veritechs se abrieron; los escoltas trataban de hacer lo que podían para permanecer juntos y se arrojaban hacia las movedizas y rápidas peleas aéreas contra el enemigo. Los pods avanzaban en una nube imparable mientras los desesperados VTs giraban y atacaban. Gloval agonizaba porque las reparaciones constantes y la retroalimentación hacían imposible disparar el arma principal de la nave. Pero las baterías primarias y secundarias de la nave abrieron fuego; las torretas viraron y los casquillos salieron entrecruzándose. Una bala perforante de casquillo desechable dio en un pod y lo voló en pedazos incandescentes. Otro quedó agujereado por las balas de energía cinética de un cañón electromagnético -proyectiles que aceleraban a cientos de miles de gravedades y que pegaban a tal velocidad que ponerles explosivos habría sido redundante. Un VT en modo guardián giró y cayó cortado en pedazos por los disparos del cañón del peto de un pod. Pero oleadas cada vez más grandes de pods atacaban a los humanos y los hacían retroceder. La SDF-1 estaba rodeada de los estallidos globulares de la batalla espacial, cientos a cada segundo. Max tenía un par de pods en la retícula de su mira y el pulgar en el gatillo de su timón. -¡No! ¡Espera! ¡No dispares! -gritó Miriya -¿Eh? Pero estaban en mis miras. Ella se hizo cargo y maniobró hasta que las miras computarizadas se centraron en una estructura detrás de la articulación del aparato que unía las piernas del pod. Cualquier cosa que fuera, no estaba en el menú de tiros mortales de los pilotos VT. -¡Ahora! -le dijo Miriya a su marido. Max se acercó en una pasada rápida y dejó volar una corta descarga. La estructura designada desapareció en una llamarada. El zentraedi se tambaleó y zigzagueó desbocado con sus propulsores principales escupiendo y tosiendo sin control; después de un momento sus armas quedaron calladas. Se alejó flotando, echando fuego y ladeando con las débiles ráfagas de sus propulsores de dirección. A los pilotos VT se les enseñaba a disparar a las áreas de tiros mortales que había en el mecha enemigo antes que quedar expuestos a sus disparos. Max sintió como si le hubieran enseñado un punto de presión secreto de los Shao-lin. -Pero podríamos haberlo perdido mientras intentábamos ese tiro -señaló él, levantándose para mirar encima de su asiento a su esposa de menos de una hora. -Yo no quiero que nadie más salga herido en esta guerra -le dijo ella. -Pero Miriya, nosotros no queremos arriesgar nuestras propias vidas, ¿correcto? ¿O las naves? Ella lo miró a los ojos. -¿Recuerdas lo que dijo el capitán? Max, es tiempo para hacer más que sólo hablar. Debemos actuar. Y yo ahora te he dado la llave. -Oh, cielos. Tienes razón. Tendremos que intentarlo. -Gracias, Maximilian. Max sacó a dos más para asegurarse de que realmente funcionaba. -¿En el nombre de cielo, qué está sucediendo en ese avión? -gritó Rick por la red táctica. Vio el rostro de Max en una de sus pantallas de despliegue. -Jefe, lamento que esas últimas no fueran matanzas. -No me engañes, Max -Rick podía ver lo qué estaba pasando-. Creo que entiendo. ¡Detendremos esta guerra sin derramamiento de sangre! Picó hacia un pod y su láser delantero vaporizó el componente vulnerable que Miriya había revelado. El capitán Gloval tenía razón. -Ha llegado el momento de la paz -murmuró Rick. El secreto de hacer estallar los pods enemigos sin matar a nadie adentro fue sencillo de compartir porque el componente pequeño y vulnerable se localizaba detrás y ligeramente debajo de la articulación de la pierna. Para los pilotos de cazas VT fue fácil y hasta divertido avisarse dónde disparar y rivalizar entre sí a ver quién hacía tiros perfectos. Las estructuras también estaban localizadas en un punto difícil de defender para los pods. Los VTs nunca antes se habían concentrado en ese lugar porque gran parte de esa zona estaba muy blindada y el blanco en cuestión era muy pequeño. Pero una vez que supieron lo que tenían que perseguir, los pilotos VT empezaron unas carreras de desactivación entusiastas y casi locas. Los pods vieron que los VTs hacían largas pasadas, ladeos rapaces y disparos alta precisión para reventarles los traseros. Un tipo del escuadrón Ghost consiguió tres en una pasada. Pero los pods se habían cerrado herméticamente alrededor de la SDF-1 y los furgones de batalla extraterrestres se acercaron detrás. La fortaleza dimensional se sacudió por una feroz explosión de fuego concentrado. -Capitán, nuestro propulsor número dos está dañado -dijo Vanessa. Gloval rechinó los dientes sin decir nada; sabía que iba a ponerse peor.
El oficial zentraedi entró corriendo por la escotilla del vestidor y se puso furioso cuando vio que la tripulación ni siquiera se había puesto su armadura. -¡Lord Breetai les ordena que se preparen para atacar! -rugió. Un miembro de la tripulación estaba parado junto a un mirador, observando la oscuridad iluminada por las estrellas y sosteniendo una pequeña muñeca Minmei en su palma, tan pequeña como un guisante en su gigantesca mano. -Tan bonita y tan pequeña -susurró para sí mismo con su voz retumbante mientras los otros miraban sobre su hombro. Volvió a pensar en sus canciones y el recuerdo lo llenó de anhelos que ninguna carrera zentraedi podría saciar. Cerró sus enormes dedos suavemente alrededor de la muñeca. -¡Todos están en directa violación a las órdenes de lord Dolza! -gritó el oficial-. ¡Repórtense a las estaciones de batalla enseguida o tendré que mandarlos a todos a corte marcial! Ellos eran zentraedis seducidos por las canciones y la charla de paz de los humanos; pero todavía eran zentraedis con la furia contenida de su raza. Uno giró hacia el oficial, levantó un fusil de asalto y destrabó el seguro. -¿Qué dijo? Los otros giraron destrabando las armas y el oficial terminó frente a una docena de caños de fusiles. -¡No sean dementes! -gritó-. ¡Piensen en lo que están haciendo! -No importa lo que digas -le dijo con frialdad uno de ellos-. Nosotros ya no vamos a pelear. Tenemos amigos en esa nave. Tenemos pactos que hemos jurado con esos amigos, juramentos de guerra sagrados. No los vamos a atacar; allí es donde dibujamos la línea. ¡Ahora vete! Levantó el rifle hacia su hombro centrando al oficial en sus miras y el dedo oprimiendo el gatillo. El oficial dio un aullido, desapareció de la escotilla del compartimiento y sus botas hicieron eco sobre la cubierta. Los guerreros se quedaron escuchando y bajaron sus armas. -Miren como corre, como un perro con su cola entre las orejas -dijo uno, riéndose.
-¿Qué? ¡Es un motín! -Breetai giró hacia Exedore. -Su excelencia, un gran número de nuestros mejores pilotos no dejará la nave nodriza. ¡Se rehúsan a aceptar la orden que se les dio! El motín en tiempo de guerra es una cosa que nunca antes ha sucedido en la historia zentraedi. Aunque -agregó para sí mismo-, esas advertencias de los ancianos deben haber tenido una base. ¡Si ellas tienen razón, nos enfrentamos con el desastre! -Pero, con todo respeto, ellos tienen algo de justificación -siguió Exedore. -¡No hay ninguna razón para el motín! -Breetai lo miró ceñudo. -Pero usted sabe que hay zentraedis en la fortaleza de la batalla. Y ahora ellos también lo saben. Atacar a los suyos es una violación directa a las leyes que nos unen como camaradas de armas... -¡Suficiente! -Y después está esa extraña táctica nueva del enemigo que desactiva nuestros pods en lugar de destruirlos, mostrando piedad por nuestros guerreros cuando les sería más fácil matarlos. Algunos comandantes de pods de la fuerza de ataque se están preparando para atacar a sus compañeros si no se detiene el ataque... -Exedore... -Breetai le dio la espalda y se alejó. Exedore apuró sus pasos más cortos para alcanzarlo. -Y las transmisiones de la boda... Breetai se detuvo y viró al instante. -¡Dije que es suficiente! -su puño con forma de roca se detuvo temblando por el enojo cerca de la cara de Exedore, cerrado tan firme que los grandes nudillos y tendones crujieron. Exedore se quedó callado. Después de unos largos segundos, Breetai retrajo el puño casi de mala gana pero recobró el control sobre sí mismo. Comenzó a caminar otra vez y las luces de arriba se reflejaron en su placa craneal pulida y en su ojo de cristal; Exedore lo siguió dócilmente. -Detén tu palabrería -tronó Breetai-. Estoy consciente de la situación. ¡Emite la orden de retirada de inmediato! Repliega todos los mechas zentraedis. Exedore se detuvo boquiabierto. -¡Sí, señor, pero ese es un desacato directo al Alto Mando zentraedi... a las propias órdenes de Dolza! Breetai siguió su camino con furia, sin mirar atrás ni contestar.
En el puente de la SDF-1 nadie supo como tomarlo. -Es un milagro -fue todo lo que Sammie pudo decir. -Sí, somos muy afortunados -dijo Gloval con suavidad mientras se sentaba en su silla de mando. ¿Podría haber tenido que ver con la boda? ¿Funcionó? Claudia empezó a retirar a los veritechs.
Los recién casados habían recibido generosas ofertas de vivienda en la atestada Ciudad Macross, incluso de algunos que difícilmente podían pagar el espacio. Pero no era cuestión de quedarse tan lejos de las bodegas de los cazas mientras durara la emergencia actual. Los ingenieros de nave sacaron rápidamente la partición entre dos compartimientos adyacentes para darle a los Sterling una pequeña suite conyugal: una cocina comedor y un pequeño dormitorio. Pero no habían tenido tempo para insonorizarlo; eso iba a tener que esperar hasta el próximo turno de trabajo. Por eso Rick Hunter escuchaba el tumulto velado en la cocina del otro lado del tabique mientras estaba acostado en su litera con la cabeza sobre las manos. -¿Max, por qué se está incendiando? -dijo la voz de Miriya-. ¿Esta es otra rara receta humana? -Eh, querida, sal del camino; yo lo apagaré -chilló Max, y sonó el chorro de un pequeño extintor de incendios. Rick no oyó que los sistemas de extintores principales de la nave se movieran, así que concluyó que Max lo había controlado. -Extraño, extraño día -suspiró Rick. Captó partes de su conversación sin querer. ¿Qué había hecho ella? Simplemente usó una gota de ese líquido, el aceite de cocina. En la botella no decía que no debía usarse en la cafetera. Durante algún tiempo Max iba a estar absolutamente feliz de cocinar él; Miriya insistió en que ella quería hacer su parte. Eso era lo que los camaradas de armas y los compañeros de toda la vida hacían. Después de un momento los dos se rieron tontamente y la compuerta de la alcoba se cerró. Rick golpeó su almohada como si estuviera en una lucha por el título, después puso su cabeza contra el colchón y puso la almohada encima de ella. Espero que sean felices -se obligó a pensar. Después terminó pensando en Minmei y en Lisa, y después en Claudia llorando por Roy Fokker... tan valiente; más fuerte de lo que sería Rick en su lugar. Una vez Roy había tratado de decirle algo, algo que el líder del Skull original había descubierto durante el curso de su tempestuosa aventura amorosa con Claudia Grant. Antes de que puedas amar a alguien, tiene que gustarte. El pensamiento entró en la mente de Rick sin que lo invitara, junto con la imagen del largo pelo castaño y una figura delgada -una rápida mente disciplinada y un compromiso con un grupo de creencias que Rick encontraba cada día más dignas. Y existió el recuerdo de un beso ante los carceleros extraterrestres, un beso que había sido mucho más de lo que había esperado y que lo había frecuentado desde entonces. Me gusta Lisa; tal vez hasta la... Él se incorporó en su litera, ahora con la cabeza encima de su almohada, y miró fijamente el espacio a través de los miradores de su cabina. Al lado todavía había silencio. En unos momentos pestañeó con cansancio antes de que pudiera reformular lo que acababa de sentir. Estoy tan molido. Me siento como... Se durmió con el rostro de Lisa ante él. Traducido por Laura Geuna |
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